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EL ALMA MISTERIOSA DEL MAYAB
LUIS ROSADO VEGA
PRESENTACIÓN
Hacer la tarea de recoger los frutos de todos aquellos árboles frondosos que han sembrado con generosidad nuestros antepasados no sólo se convierte en un acto de solidaridad, sino de compromiso. Es un desafio a veces romántico y a veces impostergable que debemos afrontar con optimismo.
En el poeta Rubén Reyes Ramírez la promoción cultural se ha convertido en un género literario tan relevante como cualquier otro. Importantes han sido para él los múltiples ensayos, prólogos y estudios que ha concebido con respecto a diferentes autores e intelectuales yucatecos, como su propio trabajo de creación en la poesía, el cuento y el ensayo. He tenido el privilegio y el honor de acompañar a Rubén en estas aventuras de producción intelectual, y he compartido sus preocupaciones y conocido su capacidad de abordar estas complejas empresas. Ante esta impronta, Rubén ha demostrado que, por encima del escritor cabal que es, siempre ha estado en su espíritu la sombra sensible del antropólogo riguroso y del entusiasta lector que fue y que será sin remedio.
Lector atento y avezado en la historia de la literatura de la Península de Yucatán, en una revisión profunda no encuentro o, mejor dicho, no alcanzo a recordar a otro escritor contemporáneo de nuestra Tierra del Mayab que haya puesto tal énfasis en estas tareas de indagación y reconstitución de un tercero, del otro: artistas y obras ya lejanas en el tiempo y distantes que vienen del corazón de aquellos árboles y de nuestra cultura actual. las figuras clásicas de nuestra literatura podrán mantenerse tranquilas en su reposo eterno; ya Rubén habrá de traerlas a colación con una reinterpretación de sus valores de forma y fondo y con el afán de otorgarles la categoría de la perdurabilidad. Como Octavio Paz, Reyes Ramírez también le apostó a la más preciada y frágil condición humana: la memoria, la memoria llena de olvidos, la memoria de todo aquello que olvidamos y tenemos que recurrir de nueva cuenta a la memoria, siempre a través de esta práctica artística que en él se cumple incluso a costa de sacrificar, de restarle horas, como ya se dijo, a su producción personal, pues los objetivos de su generosidad estética y de su curiosidad histórica han ido mucho más allá del simple acto de divulgar una obra bajo los mecanismos convencionales que solemos utilizar en México y en América Latina.
Si tomamos en cuenta la ya vasta bibliografía de Rubén en torno al rescate y análisis de distintos autores y autoras de Yucatán, advertiremos que la vehemencia de su carácter como compilador no se ha limitado únicamente a la reunión de materiales para devolvernos una serie de obras que sirvan como referencia en el contexto contemporáneo: también ha buscado propiciar, con toda honestidad intelectual (cada día más difícil de encontrar), una renovada vigencia a muchos de los escritores y creadores que fueron determinantes para la edificación del entorno cultural del día de hoy. Volvemos a recoger los frutos de aquellos frondosos árboles.
Hay ejemplos de sobra: La voz ante el espejo, antología general de poetas yucatecos, editada hace veinte años por el Gobierno del Estado, a mi juicio es a la fecha el proyecto más ambicioso que se ha realizado en esta tierra del Mayab por agrupar en dos volúmenes el mayor registro de nuestra poesía cuando un servidor fungía como director general del Instituto de Cultura de Yucatán. Ahí están, para satisfacción del lector tanto del presente como del futuro, desde la cima de Andrés Quintana Roo hasta el más reciente testimonio de nuestros poetas actuales. No es todo: la compilación que hizo el maestro Rubén Reyes sobre poesía, narrativa y teatro del escritor Delio Moreno Cantón, sigue siendo una profunda radiografía no sólo de un pensador y creador prolífico y crucial, sino la reconstrucción antropológica de nuestra identidad regional en una época específica. En una época en la que de nueva cuenta hay que recurrir a la memoria. En una época en la que hay que sembrar nuevos árboles para cosechar los frutos del futuro.
Ahora, con la edición de estos tomos bajo el título genérico de Las voces del maíz, trilogía de leyendas mayas y yucatecas, del poeta Luis Rosado Vega (conocido por haber escrito la letra de la famosa canción Peregrina y Las campanas de mi pueblo), el maestro Rubén Reyes redimensiona el acervo de este escritor y lo reintroduce a nuestros hábitos de lectura como un verdadero cazador de la cosmogonía maya. En mi condición de director general del Instituto de Historia y Museos de Yucatán y presidente ejecutivo del Festival Internacional de la Cultura Maya es para mí un motivo de orgullo apoyar estas nobles tareas sobre la recuperación del legado de un autor fundamental. La cosmogonía y la imaginación siempre presentes en lo sobrenatural del Mundo Maya.
De algo estoy cierto: la trilogía que hoy nos entrega Rubén Reyes Ramírez habrá de sentar las bases para estudiar mejor nuestro pasado, todo ello con el propósito de que comprendamos un poco más de nuestro presente.
Arqueólogo literario, el poeta Luis Rosado Vega nos guiará a través de Las voces del maíz por una senda llena de misterios y desafíos, de sorpresas y embrujos, de laberintos y quimeras. ¿Cómo vivir en ellos? Rubén Reyes nos mostrará el camino. Los frondosos árboles con sus asombrosas flores rojas y moradas siguen produciendo frutos. Rubén es el responsable.
Jorge Esma Bazán
Enero 2017
Continuará la próxima semana…