Editorial
Tras Un Camino de Paz
Indiscutiblemente vivimos tiempos políticos trascendentes. El mundo contempla hechos inéditos impactantes:
- Una presidenta en Brasil en la mira a una defenestración por grupos políticos adversarios a su partido
- En Colombia, después de cincuenta años de enfrentamientos armados, firman la paz el Gobierno y las FARC
- En los Estados Unidos, el juego de partidos políticos tradicionales, republicanos y demócratas, presenta dos candidatos a presidente, una mujer y un empresario gritón que minusvalora a las minorías de migrantes y anuncia que, de ser electo, los expulsaría del país, un país cuyos orígenes están plenos de migrantes fundadores.
- En Europa, Inglaterra rompe la hegemonía económica y, por votación de la ciudadanía, opta por excluirse de los países agrupados en la Unión Europea, con las consecuencias políticas mundiales que esta fractura representa en la hegemonía mundial, afectando la zona de influencia de los Estados Unidos, así como al Mercomún
- En África, país proveedor de esclavos en el pasado, continúa un sistema de explotación heredado, se desatan las amarras del terrorismo -antes los Mau Mau y hoy los Boko Haram-, entre otros graves problemas que son muestras evidentes del rezago social en este continente
- Asia continúa en disputas territoriales entre China, Japón y Filipinas, debido a la creciente expansión del poderío chino y su despegue económico y político como eje y centro de poder de la zona
- La India y Pakistán, separados históricamente por creencias religiosas, hinduismo e islamismo, mantienen sus problemas internos
- Y por ahí, más alejados o cercanos, compiten por las noticias alarmantes las Coreas del norte y del sur, Vietnam también del norte y del sur, Afganistán, y otras naciones donde las crisis religiosas y políticas afloran o continúan; al parecer sólo Oceanía es ajena a estos conflictos, quizá por su alejada posición geográfica o geopolítica.
Hace unos días culminaron en forma brillante (no para México) los Juegos Olímpicos, que anunciaron su traslado a Japón en 2020. El clima de paz y convivencia mundial en el deporte entre los atletas que compiten por medallas y enaltecimiento de sus países, contrasta con el continuo mensaje de violencia que arde en cuatro continentes, quizá porque eso beneficia los intereses y la economía de los países fabricantes y exportadores de armas, que han hecho de tal actividad un negocio floreciente, no obstante los riesgos de darse otra guerra mundial como las dos anteriores, que consumieron millones de vidas, destruyeron países y economías e hicieron desaparecer o cambiar de ubicación a grandes recursos de capital creados por muchísimas generaciones anteriores.
No es fácil, se ve imposible o casi, la tarea de búsqueda de una paz sólida y convivencia armónica que pregonan algunos líderes religiosos o espirituales y es aspiración suprema de la Organización de las Naciones Unidas.
A todos los buscadores de paz se opondrán siempre los creadores e impulsores de una violencia controlada o abierta que favorezca sus intereses económicos, comerciales y políticos.