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Puede decirse válidamente que, ante la insatisfacción ciudadana acumulada, la pobreza de la oferta política, lo censurable de las alianzas partidistas, la exhibición de aspirantes sin trayectoria de servicios siendo su único aval ser hijos de papi, y el visible olvido de todos los partidos por exponer sus principios y programas de acción vigentes, bien poco puede esperarse de los resultados de las elecciones intermedias del próximo 7 de junio.
Los abrazos y saludos de pose, las sonrisas forzadas, la oferta de acciones inmediatas, las banderolas que agitan en sitios públicos los seguidores bajo contrato de los candidatos de quienes son acompañantes permanentes, sumados a spots radiofónicos o televisivos, no son suficientes para motivar a los ciudadanos a una participación masiva.
Los aspirantes ofrecen que ellos sí van a retornar a colonias, mercados, sitios de trabajo donde ahora acuden con mensajes de solicitud de votos, cuando no existen antecedentes creíbles de que tales ofertas en el pasado cercano se hayan cumplido.
¿Dónde están los programas de acción, el sustento ideológico y los principios políticos de los partidos participantes?
Los votantes han vivido estos tiempos en el pasado y ya saben que su decisión electoral, cualquiera que sea, no acabará con las largas colas para obtener actas o certificados de variados conceptos en el medio oficial. Los padres de familia volverán a llevar sus sillas y cuidar lugares para la inscripción de sus hijos en escuelas oficiales. Los que tienen pendientes judiciales esperarán para obtener resultados en la solución de los expedientes en proceso desde hace años; y ya se sabe que si hay nuevos impuestos, alzas en pasaje de autobuses, disposiciones restrictivas, tendrán que aceptarlas, cualesquiera que sean las siglas del partido vencedor de la contienda política presente.
Al parecer se está viendo, desde la óptica política partidista, al habitante de colonias urbanas como si fuese un enfermo a quien debe complacerse, preguntándole qué medicinas o tratamientos desea, tomando nota de ello, y ofreciendo proporcionárselo, cuando son ellos los “médicos” – políticos en este caso – quienes debieran de tener un conocimiento a fondo de los males sociales y la forma de afrontarlos.
Además, el rechazo al diálogo con la sociedad civil organizada ha sido una señal negativa, porque expresa temor a no tener respuestas concretas a males definidos que la sociedad padece y deben conocer para brindar alternativas.
Todavía puede darse contenido a estas campañas electorales.
Ojalá los interesados en un triunfo legítimo, con el soporte de votantes convencidos, reflexionen y actúen.
Aún están a tiempo.