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Duerme

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Letras

Lorenzo Rosado

 

La blanca Enodia resplandeciendo

sobre las aguas del golfo hinchado,

alza triunfante tras las espumas

su tibia faz

y el lampo de oro de las estrellas,

nada en las brumas que mece el aura

tenue y fugaz.

Todo está en calma sobre la tierra,

todo se aduerme, ¡todo es silencio,

misterio y paz!

 

 

Sobre las blondas y los encajes

que bordan, niña, tu blanca almohada,

la sien reclinas de casta virgen

para soñar.

Del blando sueño las alas de oro

las rejas de ébano de tus pestañas

van a cerrar,

¡y la onda leve de los suspiros

hincha tu seno turgente y puro

como el azahar!

 

 

Duerme, mi vida, mientras inclino

sobre los hierros de tu ventana,

pálido y triste de tanto amarte,

la mustia sien.

¡Vuela a esos astros con que tú sueñas,

vuela a esos mundos de eterna dicha,

de eterno edén!

La amarga queja de mi infortunio

no turbe el sueño con que te embriagas:

¡duerme, mi bien!

 

 

En tanto tu alma tal vez se pose,

arrebatada por tus ensueños,

¡en la orla de oro de alguna nube

de albo color!

En la remota fulgente estrella

que irradia en la onda de la laguna

tibio fulgor;

¡tal vez bañado de luz y esencias

pliegue sus alas en la corola

de alguna flor!

 

 

¡No importa mi alma para la tuya

que vaga amante por el espacio

buscando ansiosa dulzura y dicha,

buscando amor!

Será la nube donde te poses,

–plumón de nieve que mece el aire

murmurador–

será la estrella donde te quemes,

será el perfume con que te embriagues,

¡será la flor!

 

Azul y Gualda. Semanario de Letras y Artes para Recreo de las Damas. Mérida, Yucatán, año I, núm. 3, 23 de febrero de 1893, p. 3.

[Compilación de José Juan Cervera Fernández]

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