Teatro Yucateco
XXXVIII
Fernando Muñoz Castillo
El palacio rojo
Continuación…
Luz a grupo de menores.
MENOR 1: Ya saben, a quitarle dinero a las vestidas borrachas, o a mamarle la verga a los soldados, tenemos que juntar la lana para comprar el material. Yo sé que de ahí sacaremos una buena feria.
MENOR 2: Uta, aquí está grueso, porque te tienes que esperar hasta que amanezca, y está cabrón.
MENOR 3: Pareces nuevo, neta.
MENOR 2: No, pero es más fácil en la plaza, ahí hay gringos y esos sueltan dólares.
MENOR 4: Baila un rato, y si no, te ligas a una de las chichís que vienen, les encanta que se las parchen los chavitos.
MENOR 1: Puta madre, eso de acostarte con una anciana está recabrón.
MENOR 3: Te la llevas al cuartito. A la pura paradilla, total, ni te vienes, haces no más la finta y ya.
MENOR 2: Eso sí, y luego la amenazas con romperle toda y ves cómo te sueltan el monedero luego luego, y que se vayan a pie las pendejas.
Ríen. Oscuro. Luz a MARIO y EDGAR
MARIO: De lo que hablábamos, sería algo tal vez como aquel momento que describe Bataille en Madam Edwarda cuando alucina el rostro de Dios en el coño de la puta, el coño vibrantemente emputecido y clandestino. Exaltado como si fuera el sol. Eso es, ver, ver el rostro de Dios en el sexo del objeto amado por nuestra pasión, de lo deseado, el éxtasis de poseer por un instante el principio divino, la obra de arte.
EDGAR: Instante, fracción de segundos que te lleva a visualizar lo perfecto. El momento exacto del huevo estrellado, no más, no menos, eso…
MARIO: El placer sexual es un animal lánguido.
EDGAR: Ni tan lánguido…
MARIO: Animal, bestia maravillosa y desconocida, antidiluviana, eterna y tristemente olvidada, en vías de extinción. Premonición de nuestra propia extinción, como lo que hemos sido, lo que soñamos ser en un tiempo y espacio perdido entre las axilas o las ingles de la historia humana.
Es terrible no has pensado en eso, en que nuestra insatisfacción nos empuja a extralimitarnos entre comillas, es una necesidad insaciable que nos empuja y nos guía a esto, si, a lugares como éste, o rialmente piores, (Sonríe, prende un cigarro, beben en silencio, estalla música: El Negro José)
EDGAR: Pienso que es como una boca abierta e insaciable, glotona, pantagruelesca, Necesita exprimir, sacar el máximo jugo. Estado compulsivo, perpetuo. Y a la gente así, la percibes a distancia, su radioactividad te llega aún antes del roce de los cuerpos al cruzarse.
MARIO: Existe un brillo especial en los ojos, una forma distinta de mirar, algo que te exaspera y seduce, pero sólo tú lo ves, los demás, ni en cuenta.
EDGAR: Por supuesto, los demás están como hipnotizados por una luz de gas neón de color brillante que les impide ver, mirar eso que tú y los iguales a ti ven: la mirada del gozoso placer.
Oscuro a ellos, Luz a menores de edad. La pandilla rodea a una vestida, la quieren desvestir, se abren las braguetas, le enseñan sus vergas. La orinan, ella trata de evadirlos, la hostigan, la agreden, sobajan, volviéndola objeto deleznable. La intensidad de la violencia llega al clímax. Se mantiene. Ejemplo de agresión hacia el minusválido. Un grupo de vestidas acude en auxilio de la víctima. Golpean a los chavitos. Escena degradante, de sobrevivencia. Intolerancia social. Al alejarse la banda, las vestidas abrazan a la agredida, quien despelucada y con el vestido semiroto, llora muy femeninamente. Luz general MARIO y EDGAR se acercan a la bandita que se burla de estas mujeres. Música: Mambo # 8.
MARIO: Ya niños, ya, a dormir, éste no es lugar para ustedes. Alé, alé… caminando.
MENOR 1: Tú no te metas…
MARIO: A dormir enanos, a dormir.
MENOR 2: Enano tienes el culo…
MENOR 3: Qué (en actitud retadora), qué… déjanos en paz… chale… pinche puto culero…
MARIO: No mamen cabrones, dejen de jorobar la paciencia, andando…
MENOR 4: Qué, quieres que te la meta, mira. (Se abre la bragueta.)
MARIO: No pierdas tu tiempo. A dormir, los niños ya están durmiendo.
MENOR 4: Durmiendo tu tía… puto. (Ríen.)
EDGAR: Ya, déjalos, Mario. No seas moralista.
MARIO: Oye, pero…
MENOR 1: Tú le das cuate (a EDGAR), tú le das, y si quieres hasta te ayudamos a romperle la madre a este culero… ¿qué dices carnalito?
EDGAR: No es para tanto, se le bota la canica de vez en cuando, pero luego luego se calma. A ver, qué tanto les hizo la locochona esa para que se la chingaran tan gacho.
La bandita ríe.
MENOR 1: Pues no quiso pagar luego que le mamó el pito a éste (al 4) y pues negocios son negocios, ¿no?
MARIO: (Conciliador.) Es cierto, pero por poco la matan… (Ríen.)
EDGAR: ¿Quieren un refresco?
MENOR 3. Tampoco; no mames carnal, mejor un jaibol…
MENOR 4: Si, un don Pedro con mucho hielo, hace un calor del carajo.
MARIO: ¿Edgar?
EDGAR: Pinche Mario, eres bien moralista, pídanlos…
MENOR 1: Primero la lana, chavo, no vaya a ser que sea puro blablá…
EDGAR: (Ríe) Cómo van a creer, vamos, andando…
Se dirigen a la barra. EDGAR paga, los chavitos se dispersan. El MENOR 1 se le queda viendo y sonríe.
MENOR 1: Gracias. ¿No quieres que te la mame?
EDGAR: Gracias, no tengo lana.
MENOR: No te cobro, me gustas, no siempre se hace por negocio… No te arrepentirás. Aquí a la vuelta hay un cuartito, nadie nos ve. Vamos.
EDGAR: Jm, jm… salud.
MENOR: Salud. ¿Qué dices? Me gustas, o ¿es que tienes miedo?
EDGAR: De qué..
MENOR: Eso tú lo sabes, yo no… qué dices, ¿vamos?, ven. (Le toma de la mano y salen. EDGAR es como un ser sin voluntad al que guía un lazarillo)
Oscuro. Luz a MARIO que baila solo con copa en mano. Se le acerca el CHAVO 1
CHAVO 1: ¿Qué, te dejó solo tu amigo?
MARIO: Así parece. ¿Y tú, qué haces, quieres una cerveza?
CHAVO: Prefiero un ron, ya estoy muy empanzado de cerveza. (Le palmea la espalda) ¿Y qué, no quieres un chubi?
MARIO: ¿No estaría mal, pero en dónde?
CHAVO 1: Aquí a la vuelta hay un cuartito, ¿vamos? Es discreto, además la chota no te hace nada… ¿qué dices chel?
MARIO: Hecho, vamos, ya le dimos damos dando…
Oscuro.
Fernando Muñoz Castillo
Continuará la próxima semana…