Remembranza
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
Cuando llegué con mis padres al Distrito Federal, acababa de nacer en Mérida. Mi primer mes ya lo pasé en la gran capital, donde mi padre ya trabajaba. Vivimos en la calle de Acerina, en la Col. Estrella, y Don Abel en la calle siguiente, Amatista. Se conocieron en la XEW, donde mi padre, además de su trabajo diario, era también locutor y hacía anuncios radiales por su buena pronunciación y dotes declamatorias. Pasaron más de 3 años y la hija de don Abel, Serafina, se encargó de enseñarme las letras, logrando que leyera a los 4 años. Más adelante, Ramiro y Gustavo me enseñaron las notas en una pequeña marimba de 5 octavas. Así que mi niñez tuvo mucho que ver con la familia Domínguez, todos los hijos músicos de marimba, piano, guitarra y percusiones; todos músicos profesionales y varios de ellos compositores y genios musicales, como Alberto Domínguez.
Abel Domínguez Borrás fue un genio en la composición. «Hay que saber perder» es la obra musical que mayores satisfacciones le dio al Mtro. Domínguez, y a la fecha es un tema que registra más de 120 grabaciones. No menos importantes son sus inspiradas composiciones: Cuando caiga la tarde, Desprecio, Tu Imagen, Lejos de Ti, Una Página, Por Ti, Yo Soy Aquél, Perdón, Óyelo bien, Te vengo a decir adiós, y Abandono.
Estas y otras se interpretaban los sábados en las tertulias bohemias en nuestra casa de Acerina 96 de la Col. Estrella. Mi madre tocaba el violín y el piano, y mi tía abuela Felipa Acosta el violoncello.
A Don Abel y a toda su familia no los conocí. Ellos me conocieron desde bebé. Don Abel influyó para que yo fuera músico. Yo tenía disposición para la pintura, pero Don Abel le dijo a mi madre: “Tu muchacho tiene genes musicales de toda tu familia. Frente a casa vive Guadalupe Rey, maestra y virtuosa del piano. Llévalo a estudiar música.” Me llevaron, estudié cinco años piano, y concluí mis estudios, como quería Don Abel, con una presentación en la sala Manuel M. Ponce, con un concierto de cuatro obras de Schuman. La crónica la escribió el maestro musicólogo Gerónimo Baqueiro Foster, que fuera director de la Orquesta de Cámara en la casa de mi bisabuelo Rafael Acosta en la esquina de El Loro en Mérida.
Don Abel abonó nuestra conciencia musical y a las tertulias bohemias familiares en la calle de Acerina asistía regularmente con alguno de sus tantos hijos, entre ellos Alberto “El Chamaco” Domínguez, otro genio de la composición musical.
La marimba es un instrumento representativo, un elemento importante en la identidad cultural, mantiene un arraigo social de gran importancia hasta el día de hoy. Chiapas y Guatemala tenían una historia común hasta que, en 1824, el estado chiapaneco decidió separarse de la Capitanía General de Guatemala y anexarse a México, tuvo también impacto en el desarrollo de la marimba.
Don Abel Domínguez Borrás nació el 29 de mayo de 1902, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Es el segundo de los 10 hijos de Don Abel Domínguez Ramírez y Doña Amalia Borrás Moreno de Domínguez, vivió en San Cristóbal hasta 1920, lugar donde cursó la primaria, secundaria y preparatoria, decidiendo ese mismo año trasladarse a la Ciudad de México para realizar sus estudios profesionales en el Conservatorio Nacional de Música y la Escuela Libre de Música. Descubriendo sus dones naturales, inició su carrera de compositor; el vals titulado “El canto del Jilguero” fue su primera obra. Hay que resaltar que además de compositor, Abel fue también músico y director de orquesta. Siendo un joven inquieto, su vida privada estuvo enmarcada por otras aficiones como la natación y el baile; gozaba mucho los viajes, y en sus tiempos libres se divertía viendo televisión o jugando partidas de dominó. Tenía una especial predilección por escuchar música clásica y todo tipo de música refinada. Asimismo, en relación a su carácter y personalidad, Abel era un muchacho introvertido, pero muy agradable en su trato.
A lo largo de su exitosa vida profesional, Abel Domínguez fue objeto de gran cantidad de honores y reconocimientos, siendo premiado en varias ocasiones en el programa “Alborada de la Canción”, que patrocinaba en aquella época la firma Max Factor. Asimismo, afamadas personalidades de otros ámbitos artísticos, como el caricaturista Rafael Freyre, lo distinguió al elaborarle en 1939 una caricatura que le obsequió dedicada y autografiada.
Otro colega del maestro Freyre, Ontiveros, tomó como tema la frase “lo mismo pierde un hombre…”, de la canción de Abel “Hay que saber perder”, misma que usó el caricaturista en un dibujo en donde aparece José Stalin.
El 15 de enero de 1971, Don Abel recibió Medalla y Diploma en reconocimiento como socio fundador de la Sociedad de Autores y Compositoras de México “SACM”.
Un año después, al finalizar una actuación en el Teatro Estudio de la XEW, Don Abel y mi padre tomaron un café en el restaurante Fornos, frente a la radiodifusora. Mi padre Alfonso García le hizo otra caricatura para esa cafetería, con otras de mi padre de Wello Rivas, Luis G. Tamayo y el poeta López Méndez, que adornan sus paredes.
Mi madre no conoció Chiapas, pero yo me enamoré de su natal San Cristóbal de las Casas, de Chiapa de Corzo, de Tuxtla Gutiérrez. Dejé mi semilla poética en su suelo, y mi familia conoció a mis amigos tuxtlecos. Mi nieto menor -32 años, cineasta- acaba de hacer un recorrido similar al que hice con su madre y mi hija Addy Margarita: visita a Palenque, el Cañón del Sumidero, acampar en el río Lacan ha, ver sus cascadas, dormir junto al río.
En su capital, Tuxtla, construí el Hospital General “Belisario Domínguez” del ISSSTE y el Hospital Privado del Dr. Humberto “Tito” Camacho Pascasio. Así que también está mi huella de ingeniero civil en Chiapas, tierra que me enseñó a querer la familia Domínguez.
Escribo con fondo musical de música chiapaneca. Mis amigos tuxtlecos, que nos visitan a fin de año de paso para Cancún, me dejan en casa una cajita de madera que contiene una botella de rompope, un queso de bola blanco, unos dulces y un jamón de la “Forteza”. como recuerdo a mis estadías deportivas, culturales y oficiales durante mi trabajo en el ISSSTE.
En Tuxtla también presentamos el libro de poemas que hizo el maestro Aragón. Su hija Annabella Aragón recopiló la obra poética de su padre, compañero poeta que no conocí. Mantengo amistad y trabajo de Taller Literario con su hija y con nuestro editor Jorge Pacheco, en Mérida.
Abur.
Fuentes
https://tiempodeboleros.eu/biografia/compositores-del-bolero/677-abel-dominguez-borras