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Días feriados

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Juan José Caamal Canul

Feriado, en consuetudinaria expresión, llamamos al dilapidar lo mucho, lo poco de nuestro peculio, es decir, haber desperdiciado el dinero, tirado el capital. “Aquél ferió su dinero.”

Así le está yendo a la Feria Internacional de la Lectura Yucatán 2019, sin aún haber iniciado y, cuando esta aportación aparezca, recién inaugurada, Feria que pretende ser un espacio para el hecho liberal y autónomo, sin cortapisas o coacciones para el ejercicio de la lectura. La inexperiencia y falta de tacto de sus directivos les está propiciando trabajo y dolores de cabeza al sortear las encrucijadas y vericuetos en el camino organizacional.

Leemos en distintos momentos y publicaciones, por ejemplo, en el de rancio abolengo de la vida peninsular que un venerable anciano, propietario de una librería de viejo, no recibe facilidades para asistir y ser una opción más para el público en su elección de algún material de lectura. Tampoco se ofrece espacio o margen de negociación para que todas las partes –autoridades: universidad y dirección de la feria, así como exhibidores y, principalmente, lectores– ganen. Con el viejo librero ni se tomaron la molestia de devolverle la llamada, y menos recibirle cuando solicitó una audiencia.

En el mismo día dos notas: Burla grotesca en la Facultad de Antropología de la UADY contra la Cultura Maya y Oppenheimer y la bola de cristal, ambas de febrero 25 de 2019, en un medio al que el madrugador de Palacio Nacional le ha señalado y dicho: Tú también eres parte de esto, gran frase que pasará a la Historia, no lo olvidemos.

La primera nota señala que una que las costumbres más profundas en el pensamiento maya se aligera: se anuncia incluir en el programa un carnaval de las ánimas. Ya en su momento, dos de noviembre, el Paseo de las Ánimas que promueve la comuna se ha vuelto un hecho comercial en el que pocos participan y muchos –¡ah, los números y estadísticas que todo lo impulsan, miden y dan relevancia!– son espectadores.

En la segunda, un periodista cubano se manifiesta porque Andrés Oppenheimer esté considerado en la lista de los invitados. Oppenheimer, que previó la caída de los hermanos Castro y el colapso de la revolución en la isla mayor de las Antillas, hecho que no se cumplió entonces, los años 90, ni hasta la presente fecha.

Oppenheimer dirigió hace algunos ayeres su mirada hacia Mérida. Primero desmontó el entramado de la política y economía de la cultura cubana mediante sus embajadas culturales – “convenios de intercambio cultural” les llamaron– que hicieron gozar a todos por igual con la música y las exuberantes mujeres. Explicó cómo aquellos grupos también contribuían al sostenimiento, mediante la captación de divisas, de la Revolución, mientras los meridanos gozaban a enloquecer en los centros nocturnos como son, o fueron, El Tucho, Ciudad Maya, La Xtabay, Palanca y Tulipanes. Anunció, además, que aquellas bellas mujeres estaban poniendo en peligro el sacrosanto sacramento del matrimonio entre las clases pudientes, y que ya muchos matrimonios en el norte de la ciudad eran historia y negocios en quiebra. [Ver Cubanas de armas tomar, página 79, en Crónicas de héroes y bandidos, Editorial Grijalbo, 1998).]

La FILEY pudiera verse entonces como espacio para la lucha ideológica de contra y revolucionarios, espacio para la guerra geopolítica, resabios de la trasnochada Guerra Fría.

En ambos casos, los directivos de la Feria dieron marcha atrás: no se lee en el programa oficial el tal carnaval de las ánimas y retiraron la presencia del periodista argentino cuyas obras son referencia y lectura casi obligada en las universidades, según un redactor del Miami Herald.

¿Acaso los mexicanos mandamos escritos para dinamitar la presencia de alguien en La Habana y poner en tela de juicio su obra y pensamiento? Pareciera un abuso de la cortesía. Sin embargo, entendemos la coyuntura económica y periodística del medio que publica la columna.

A esta nueva edición –según el programa– volverán los propagandistas del gobierno en turno, que además dibujan y escriben. En la versión del año pasado hicieron proselitismo sin máscaras, haciendo gala de su derecho a la expresión. Esta vez ¿contra quién se manifestarán? Increíblemente, siguen con el filón editorial que representa el expresidente, aunque también hablarán de bondades y acciones de la 4T, cuyos resultados están por verse. ¿Será lo que los meridanos querrán escuchar? ¿Acaso no estará presente la dirigente del partido en el poder y la coordinadora de la campaña –en continuo proselitismo– para politizar la Feria, utilizando como pretexto la lectura?

La Feria, me parece, está tirando por la borda su mejor capital, aquello para lo que fue concebida: un espacio para la lectura. Navega en un mar picado, el de las circunstancias políticas, ese deseo de los diversos actores de apropiarse de los espacios como tribuna, como foro para esparcir sus ideas e ideologías, porque los hay.

Insistimos: las insignias de la Feria habrán de ser, en todo caso y esperando que sean por siempre, la lectura, los libros, un tiempo y lugar para pasársela bien, para escuchar a los lectores, los libros, la literatura, la ficción y la imaginación.

Que todo lo demás espere afuera.

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