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Desde Canadá (VIII)

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Perspectiva

VIII

La Licencia (Final)

Entre el Covid-19 y lo que sucede a nuestro alrededor en estos días, lo que ahora escribiré ha adquirido cierto sentido nostálgico, pues pareciera provenir del pasado, cuando solo han transcurrido cuatro semanas desde que sucedió.

Cierto es que los tiempos que ahora vivimos han modificado por completo nuestras costumbres de hasta hace un par de semanas, pero también es cierto que todo esto es temporal (Todo es temporal, hasta nosotros), y que la vida como la conocemos regresará, readquiriremos nuestras rutinas, y entonces compartiremos historias de guerra.

Así pues, continuemos…

Dejamos este relato en el momento en que mi némesis vial me arrempujó un ejemplar de las leyes de tránsito y vialidad de la provincia de Ontario, me cobró, y me dijo que hiciera un espacio de al menos una hora para asistir a presentar el examen en línea que sería el primer paso para la obtención de mi licencia de conductor.

Con el orgullo maltrecho, tomé el ejemplar, revisé cuántas páginas tenía (213, pero solo las primeras 181 se refieren a vehículos de cuatro ruedas y el resto son para bicicletas, motos de nieve, y motocicletas, que en ese orden son los vehículos preferidos por los que viven por estos lares), y me hice la promesa de regresar y pasar el examen, jugar el juego.

En Long Sault y Morrisburg, mis destinos más frecuentes, si no tienes un vehículo para desplazarte estás frito: no hay transporte público, ni tampoco Uber, ni camiones de 1ª o de 2ª. Así que la licencia de manejo es requisito indispensable para poder adquirir un vehículo, fuera por arrendamiento o comprado.

Comencé a estudiar el manual. Inicialmente, basado en mi experiencia en México, pensé que iba a ser algo sencillo, y que en unos cuantos días estaría de regreso en las oficinas viales, listo para presentar el examen. Sin embargo, conforme fui familiarizándome con las reglas, y a través de la observación, me di cuenta de que no podría tomar a la ligera la preparación.

Al mismo tiempo, me sorprendió encontrarme con información que no conocía, mucha de ella en forma de consejos sobre cómo manejar con las condiciones climatológicas que ya había encontrado en las carreteras, además de otras recomendaciones sobre cómo actuar en situaciones que en Mérida simplemente no se presentan, como lo que hay que hacer cuando se estaciona un transporte escolar.

Me di cuenta de que, a pesar de todos estos años de manejar en mi xtokoy solar, las reglas de vialidad en otro país pueden ser similares, pero también totalmente diferentes a las que han regido mi vida de conductor.

El manual de manejo terminó siendo una muy esclarecedora guía que me ayudó a conocer mejor mi entorno, y lo que debo esperar de aquellos que manejan en este país.

Pero me tomó casi un mes leer el manual, así que no fue tan rápido el proceso. Para probar mi grado de conocimientos, localicé en línea algunos exámenes que –según la propaganda– eran similares a los que presentaría. Los hice, y me encontré con algunos detalles que necesitaba reforzar antes de ir a presentar el examen.

Finalmente, llegó el día.

Me presenté ante la funcionaria nuevamente. Tomé mi turno y esperé que me llamara. Volvió a revisar mis papeles, me preguntó si estaba listo para presentar el examen y, después de recibir mi respuesta, tomó el teléfono para consultar con alguien en otra oficina cómo debería cobrarme por los servicios.

Acabé pagando por la prueba para la licencia G1, por lo que será la prueba de manejo para ascender a licencia G2, y por la licencia. Tomó una foto que usaría para la licencia, indicándome que no sonriera, y me hizo firmar un formato “sin salirme del recuadro”.

Ya para este momento mi némesis se había convertido en mi cuatacha, sobre todo mientras llenaba el formato con los datos que llevaría mi licencia de Ontario. Le causó gracia mis apellidos y “todos” mis nombres.

Me preguntó entonces en qué idioma deseaba presentar el examen, y le respondí que en inglés. Entonces apuntó hacia una de las terminales de computadora y me dijo que tomara asiento, que esperara su indicación, y que entonces respondiera a la prueba.

Durante los siguientes 45 minutos presenté dos pruebas, ambas de 20 preguntas con opciones múltiples, y en cada una debía contestar correctamente al menos 16. La primera fue sobre señalizaciones que se encuentran en estas carreteras, y contesté adecuadamente 18 de las 20; la segunda era sobre cómo reaccionar ante situaciones viales, y obtuve 17 aciertos.

Al terminar el examen, mi amiga me pidió que tomara asiento, diciéndome que me llamaría por mi nombre cuando mi licencia estuviera lista.

AL sentarme, junto a mí había una persona. Haciendo plática, le pregunté si estaba allí para renovar su licencia. Me contestó que estaba acompañando a su hijo, que estaba en ese momento presentando su segundo examen (si no pasas a la primera, por un módico precio puedes volver a presentar en ese mismo momento, y su vástago en eso estaba).

Le expliqué brevemente lo que me había dicho la seño sobre mi licencia G1 y, sonriendo, me dijo: “O sea que tienes nuevamente 16 años, ¿eh?”

Nos reímos los dos.

Coño…

Unos segundos después, la funcionaria me entregó una hoja de papel impresa: mi licencia provisional. Me explicó entonces que en tres semanas me llegaría a mi domicilio la licencia de plástico, y que a partir del día siguiente podría agendar la cita para la prueba de manejo que me permitiría ascender de categoría a la G2. Me despedí de ella, agradeciendo sus atenciones (mis padres me enseñaron a ser muy educado), y me retiré.

¿En qué consiste la diferencia entre la G1 y la G2? La G1 solo me permite manejar en carreteras locales, y calles, siempre y cuando esté acompañado por un adulto que sepa manejar; la G2 me permite manejar en las autopistas, sin necesidad de acompañante. En ambos casos, el contenido de alcohol en mi sangre debe ser 0.0, so riesgo de recibir deméritos en mi licencia que pueden llevar a su suspensión, y a multas severas.

Debo esperarme entonces al menos 8 meses para pedir el ascenso a licencia tipo G, con la cual puede haber un máximo de 0.08 de alcohol en mi sangre si me aplican una prueba de alcoholímetro.

Ya hice la cita para el ascenso a G2. Estaba asignada para el 6 de abril, a las 13 hrs., pero el Covid-19 ha obligado a suspender y, por consiguiente, posponer todas estas pruebas de manejo.

Mientras esto sucede, vivo mi vida de conductor como si nuevamente tuviera 16 años aunque, en honor a la verdad… ¡comencé a manejar hasta que tuve 17!

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

 

 

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