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Pablo Peniche
¡Licht! ¡Licht!
(Goethe al morir)
¡Luz, Señor! Aún sobre el mundo
oscura noche desciende,
y aún en las almas extiende
su negro manto profundo.
Germen de males fecundo
la ignorancia, el error crea,
y cual yerba que rastrea
en la mies, no deja, insano,
que como en el surco el grano
brote en la razón la idea.
Disfrazándote a ti mismo,
de la religión en daño,
la mentira y el engaño
engendran el fanatismo;
ábrese profundo abismo
en la tierra y en el cielo,
y la que fuera un consuelo
para las almas, fe pía,
es la más triste y sombría
desesperación del suelo.
Ante esta fe extraña y ciega
que el pensamiento rechaza,
el alma a otra fe se abraza
o a estéril duda se entrega.
Con la duda lucha y brega
la razón y, en su impotencia,
cuando interroga a la ciencia
y la ciencia no responde,
te niega ¡oh Dios! Y te esconde
y te pierde en la conciencia.
A oscuras, ciega y sin tino,
mezclando al error la fe,
la creencia humana no ve
ni una luz en el camino.
¿Cuándo ¡oh gran Dios! Su destino
las almas comprenderán?
¡Ay! en la noche en que están
y en que hundidas se mantienen,
no saben de dónde vienen,
ni qué son ni a dónde van.
¡Luz, Señor! ¡Luz! Rasga el velo
de la noche de la duda
que cubre, negra y ceñuda,
los resplandores del cielo;
alumbra el mortal desvelo
de la pobre humanidad;
surja al fin la claridad
que a los ojos resplandezca:
haz ¡oh Señor! que amanezca
¡en las almas la verdad!
El Eco Literario. Edición del lunes de El Eco del Comercio. Mérida, año I, núm. 22, 1 de junio de 1903, p. 5.
[Compilación y transcripción de José Juan Cervera Fernández]