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Johann Wolfgang von Goethe

Pablo Peniche

 

                               ¡Licht! ¡Licht!

(Goethe al morir)

 

¡Luz, Señor! Aún sobre el mundo

oscura noche desciende,

y aún en las almas extiende

su negro manto profundo.

Germen de males fecundo

la ignorancia, el error crea,

y cual yerba que rastrea

en la mies, no deja, insano,

que como en el surco el grano

brote en la razón la idea.

 

Disfrazándote a ti mismo,

de la religión en daño,

la mentira y el engaño

engendran el fanatismo;

ábrese profundo abismo

en la tierra y en el cielo,

y la que fuera un consuelo

para las almas, fe pía,

es la más triste y sombría

desesperación del suelo.

 

Ante esta fe extraña y ciega

que el pensamiento rechaza,

el alma a otra fe se abraza

o a estéril duda se entrega.

Con la duda lucha y brega

la razón y, en su impotencia,

cuando interroga a la ciencia

y la ciencia no responde,

te niega ¡oh Dios! Y te esconde

y te pierde en la conciencia.

 

A oscuras, ciega y sin tino,

mezclando al error la fe,

la creencia humana no ve

ni una luz en el camino.

¿Cuándo ¡oh gran Dios! Su destino

las almas comprenderán?

¡Ay! en la noche en que están

y en que hundidas se mantienen,

no saben de dónde vienen,

ni qué son ni a dónde van.

 

¡Luz, Señor! ¡Luz! Rasga el velo

de la noche de la duda

que cubre, negra y ceñuda,

los resplandores del cielo;

alumbra el mortal desvelo

de la pobre humanidad;

surja al fin la claridad

que a los ojos resplandezca:

haz ¡oh Señor! que amanezca

¡en las almas la verdad!

 

El Eco Literario. Edición del lunes de El Eco del Comercio. Mérida, año I, núm. 22, 1 de junio de 1903, p. 5.

[Compilación y transcripción de José Juan Cervera Fernández]

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