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De oruga a mariposa

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“Cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa”

Casi todos los insectos comienzan como huevos y luego se convierten en larvas. Las orugas son un tipo de larvas, y el trabajo principal de una larva es crecer y mudarse, un proceso desencadenado por hormonas. Cada etapa de la muda se llama instar y algunos insectos mudan hasta cinco veces antes de pasar a la siguiente etapa. Es fácil observarlas en frutas, en plantas y en el suelo. La mayoría son alargadas con o sin prolongaciones, se desarrollan en cuatro etapas: huevo, larva, pupa y adulto. El cuerpo de la oruga, constituido por numerosos anillos, le permite crecer y agrandarse al ingerir su comida. Su piel no es elástica: cuando ya le queda pequeña debe mudarla, hasta diecisiete veces a lo largo de su vida, según la especie, y sólo en este único periodo deja de comer.

Las orugas, como todos los insectos, poseen cabeza, abdomen y tórax con seis patas, cada una terminada en pinza curva y aguda. Utilizan sus patas para caminar y sostener su alimento; en cambio, sus pares de “patas falsas”, más gruesas que las verdaderas, y una corona de ganchillos, son útiles para sostenerse de hojas y ramas.

Las orugas viven en constante peligro: son comida de numerosos animales y por lo tanto deben hallar suficiente alimento para reunir energía, cuidarse de sus depredadores y sobrevivir a las inclemencias del tiempo; sin embargo, en los años recientes, en todas sus fases son víctimas de varios venenos artificiales, lo que ha afectado gravemente a sus poblaciones.

Cuando la oruga está regordeta cambia su actividad y vaga de un lado a otro, a veces bastante lejos de la planta hospedera, pues busca un lugar seguro para instalarse y transformarse en pupa o crisálida. Es en esta última muda cuando muchas se encierran en un capullo de seda tejido con un dispositivo bucal y sus glándulas sericígenas; el capullo que rodea a la pupa mantiene la humedad y la protege de los depredadores.

Otras desde jóvenes se abrigan con seda, como las gregarias que ocupan nidos para protegerse del ambiente; y otras más unen varias hojas con hilos de seda. La crisálida es la etapa de la transformación durante la cual los tejidos de la oruga se deshacen y las estructuras adultas del insecto están formadas. Esta increíble transformación tiene un propósito: permitir que los insectos en diferentes etapas de la vida eviten competir por la comida. En la mayoría de las especies la crisálida es marrón o verde y sirve como camuflaje en el entorno natural. Muchos pasan el invierno en esta etapa.

Las especies que viven en las hojas presentan tonos verdes, y las que frecuentan ramas o troncos son cafés; otras nacen con un color y cambian al crecer. Las orugas tienen otros elementos defensivos, como órganos odoríferos y protuberancias externas que ahuyentan al enemigo.

Después de emerger de su crisálida, una mariposa recién acuñada puede parecer marchita: sus alas están mojadas y necesitan un par de horas para expandirse antes de emprender el vuelo.

Algunas, como la monarca, se alimentan de plantas con propiedades tóxicas que no las dañan, pero sí hacen que tengan mal sabor; así, las aves que las comen sufren molestos dolores y pronto aprenden a respetarlas. Muchas orugas con mal sabor no son discretas y ostentan tonos llamativos, denominados “colores de advertencia”, que mantienen lejos al enemigo; es una forma de mostrar que saben mal o que son tóxicas. Otras, ante el peligro, se dejan caer, quedando colgadas de un hilo, para después subir de nuevo hasta su refugio.

El aspecto benéfico: huevos, orugas, pupas y mariposas representan una insustituible fuente de alimento para la fauna silvestre; también cumplen la función ecológica de equilibrar su medio natural, porque a su vez devoran a otras orugas, pulgones, grillos, hormigas e insectos pequeños, que llegan a ser nocivos o a constituirse en plagas. Cuando los insectos realizan la metamorfosis, pueden explorar e ir a lugares que no podrían acceder como gusanos, orugas y larvas. La metamorfosis es, en última instancia, una estrategia exitosa porque los jóvenes y los adultos comen cosas diferentes. Las orugas mastican hojas ricas en nutrientes para permitir todo ese cambio de desarrollo y las mariposas solo necesitan sorber néctar (esencialmente agua azucarada).

Debemos evitar que especies de orugas y mariposas desaparezcan, pues desde el inicio de los tiempos han sido admiradas por su frágil vuelo y su belleza, formando parte de la cultura, el arte y las ciencias de incontables pueblos, que las han esculpido, pintado e incluido en cuentos, poesías y danzas.

La mariposa es una maravilla que agrega belleza visual y misterio a nuestro mundo, y su metamorfosis ha sido un símbolo de cambio de vida a lo largo de la historia del hombre.

Dra. Carmen Báez Ruiz

drabaez1@hotmail.es

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