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De la miel y las abejas – XXVI

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XI SEMINARIO AMERICANO DE APICULTURA

Continuación…

La resistencia de Varroa a los acaricidas

Actualmente, en la práctica de la apicultura es indispensable controlar el ácaro Varroa jacobsoni apoyándose en productos químicos como el Fluvalinato y el Cymiazole, por ejemplo. Sin embargo, se han empezado a presentar casos de supuesta “resistencia” de Varroa a los acaricidas, porque a veces el control resulta ineficaz; las investigaciones de la M.C. Teresa B. García Peniche nos señalan que, a pesar de que sí puede existir tal resistencia, es raro que ésta se presente con frecuencia, ya que se trata de un proceso lento y que por lo regular resulta del verificar el procedimiento de aplicación y las condiciones generales del caso, antes de pensar en resistencia.

Una resistencia verdadera a un acaricida tendría un impacto devastador si no hubiera opciones viables, es decir, que cumplan con requisitos tales como inocuidad para las abejas y el ambiente, que dejen cantidades insignificantes o nulas de residuos en miel o cera, que sea eficaz contra Varroa y que sean fáciles de aplicar, entre otras.

Una de las consecuencias de la resistencia de Varroa a los productos “adecuados” probablemente sería que los apicultores tratarían de utilizar cualquier garrapaticida, o dosis exageradas de los productos aprobados para el control de Varroa. Esto podría ocasionar que se lleguen a detectar residuos de medicamentos en la miel mexicana, la cual podría ser rechazada para exportación; el mercado nacional también podría disminuir por la misma razón, pues quienes consumen miel exigen un alimento “natural”, “sano”, “puro”, etc. Por lo tanto, es necesario detenerse a pensar en la metodología que se emplea actualmente para controlar Varroa, no porque sea errónea, sino por la importancia que tiene su planificación a largo plazo.

Los acaricidas son sustancias químicas con actividad tóxica que ofrecen una solución inmediata y rápida a los problemas de control de plagas. Son una poderosa herramienta para el manejo de la Varroa y continuarán teniendo importancia en el manejo integral de la apicultura. El punto crítico es cómo utilizarlos mejor para obtener su máximo beneficio, con un mínimo de efectos adversos.

Breve historia de los plaguicidas

Un plaguicida es cualquier substancia: a) destinada a combatir las especies no deseadas de vegetales o animales (plagas durante la producción o almacenamiento de productos agrícolas o alimento para animales, o, b) que pueda administrarse a estos últimos para combatir ectoparásitos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los nombres que reciben los diferentes plaguicidas se refieren, generalmente, al grupo de organismos al que se dirige el producto, por ejemplo, herbicida, nematodicidas, acaricidas, ixodicidas y garrapaticidas. Los tres últimos términos anotados pueden utilizarse tanto para garrapatas como para ácaros, por compartir características similares.

Los productos químicos destinados a controlar Varroa son, por lo tanto, plaguicidas, y puede resultar interesante conocer un poco de cómo han ido evolucionando estos.

  1. Primera generación de plaguicidas; compuestos organoclorados – Por ser acaricidas e insecticidas, no se pueden utilizar en abejas. Son peligrosos para quienes entran en contacto con ellos y totalmente antiecológicos porque presentan residualidad y no degradabilidad; la acumulación de residuos en el organismo provoca perturbaciones fisiológicas, por otra parte, los parásitos fácilmente desarrollan resistencia. Ej. DDT, BHC.
  2. Segunda generación; compuestos organofosforados – Tienen actividad acaricida y/o insecticida; no se acumulan residuos, pero exhiben una elevada toxicidad.
  3. Tercera generación; carbamatos, amidinas (derivados) – Los carbamatos poseen propiedades similares a los anteriores, pero son un poco menos tóxicos. Las amidinas manifiestan una fuerte actividad acaricida, pero ninguna insecticida. Se empezaron a investigar para “grandes” especies (bovinos, equinos, etc.) debido a la resistencia que presentaban algunas garrapatas a los organofosforados. Son muy inestables; se degradan en presencia de materia orgánica y necesitan un medio alcalino (ph, mayor a 9); presentan toxicidad leve. Su modo de acción es mal conocido hasta ahora, solo se sabe que, poco después de un tratamiento, los ácaros se desprenden; tampoco se ha determinado si todos los miembros de la familia comparten un mecanismo de acción similar. Las amidinas pueden mezclarse con otros plaguicidas y no tienen actividad sistemática. Esta última característica es la que permite que se adicione en el alimento de las abejas y ocasione que las Varroas mueran al succionar linfa, por contener ésta cierta cantidad de acaricida.
  4. Cuarta generación; piretroides sintéticos – Los piretroides provienen de extractos naturales de los que se han ido obteniendo derivados totalmente sintéticos, porque el costo de obtención de los originales era excesivamente elevado. Cuentan con actividad acaricida e insecticida, excelente persistencia de acción, baja toxicidad y degradabilidad satisfactoria en el ambiente. En las “grandes” especies es la elección contra las garrapatas que hayan desarrollado resistencia a las familias de garrapaticidas arsenicales, organoclorados, organofosforados y amidinas. Los piretroides generalmente actúan a nivel del SNC y periférico; los artrópodos, cuando entran en contacto con un piretroide, inician una fase de intensa agitación seguida rápidamente de parálisis, dando un efecto de “knock out” (se caen del huésped) y poco después, mueren. Ej. Permetrina, Cipermetrina, Mavrik y Fluvalinato.

Los dos últimos se utilizan en abejas para controlar Varroa por contacto, aunque el Mavrik puede dañar el estómago de los insectos (incluidas las abejas)

 

¿Qué es la resistencia?

Es común que se piense que existe resistencia de parte de los parásitos cuando se fracasa en lograr su eliminación por medio de un producto químico y, efectivamente, ésta es una forma común de reconocer en forma temprana la presencia de la resistencia; sin embargo, la confirmación del hecho requiere de complejas pruebas de laboratorio, pues las fallas en el control pueden también deberse a tratamientos inadecuados.

El Comité de Expertos en Insecticidas de la Organización de la Salud (1957), definió como resistencia: “el desarrollo de una habilidad en una cepa de artrópodos para tolerar dosis de tóxicos que prueban ser letales para la mayoría de los individuos de una población normal de la misma especie.”

La resistencia suele presentarse después de un tratamiento muy prolongado con un plaguicida que no sea 100% efectivo, que es el caso de la mayoría, si no es que todos los plaguicidas que se utilizan contra Varroa. La velocidad de desarrollo de la resistencia de la fórmula química del producto, la frecuencia de uso y la metodología de la estrategia de control.

Se puede clasificar la resistencia según el tipo de compuestos a los que se hagan resistentes los parásitos, por ejemplo:

  1. Resistencia lateral – Cuando un organismo desarrolla resistencia hacia un compuesto, y luego puede manifestarla hacia otro(s) perteneciente(s) a la misma familia química o que tengan un modo de acción similar;
  2. Multirresistencia – Cuando el parásito puede expandir su resistencia hacia compuestos pertenecientes a dos o más grupos químicos, lo cual puede ser debido a su selección independiente para cada grupo o por “resistencia cruzada”.
  3. Reversión – Es la disminución en la frecuencia de individuos resistentes, después de eliminar el plaguicida causal.

La resistencia reduce el número de productos disponibles para el combate de los ácaros, porque una vez que se presenta, la reversibilidad al estado susceptible de los parásitos tomaría demasiado tiempo, por lo cual los acaricidas pueden considerarse como recursos no renovables.

Cómo se desarrolla la resistencia

Generalmente, los individuos no se producen por someter a los ácaros a dosis subletales de plaguicidas ni por mutaciones, sino que algunos ácaros sobreviven porque tienen mejor desarrollados ciertos mecanismos fisiológicos secundarios; si los agentes químicos lesionan sus mecanismos primarios, los secundarios entran en funciones. La resistencia es un carácter hereditario que, generalmente, ya se encuentra presente en las poblaciones, es decir, existen individuos pre adaptados que por alguna razón tiene minoría adaptiva que pierden al aplicárseles plaguicidas. En cualquier caso, es poco probable que sea el acaricida el que induzca las mutaciones necesarias en los ácaros para que adquieran resistencia.

El efecto del acaricida que induce a la resistencia es provocar una mortalidad diferencial, eliminando a los individuos susceptibles y favoreciendo la propagación de los portadores de genes de resistencia, de modo que actúa como un “agente seleccionador”.

Los ácaros que sobreviven a las dosificaciones “estándares” de los químicos van transmitiendo gradualmente su resistencia a su progenie, con lo cual las generaciones posteriores estarán compuestas por individuos resistentes; entonces se dice que “la población ha desarrollado resistencia”.

Algunos factores que influyen en el desarrollo de la resistencia en una población de ácaros son:

  • Número de genes que gobiernan el mecanismo de resistencia – Cuando deben seleccionarse varios genes, la aparición de la resistencia es más lenta;
  • El mecanismo de resistencia – Existen unos más efectivos que otros para un compuesto en particular.
  • La propagación de individuos pre adaptados en la población antes de iniciar los tratamientos.
  • El grado de aislamiento de la población de abejas tratadas con respecto a otras poblaciones que no estén bajo control. Si el grado de inmigración de individuos no tratados es bajo, la resistencia tiende a desarrollarse más rápidamente.
  • La tasa reproductiva de ácaro y el período generacional – Es más factible una rápida selección hacia la resistencia cuando la exposición al acaricida persiste a través de varias generaciones del ácaro en forma continua.

Por otra parte, la resistencia hacia un producto tenderá a desarrollarse más rápidamente cuando la porción de la población que recibe el tratamiento es mayor que la que no lo recibe, aunque las únicas poblaciones que no desarrollarán resistencia serán aquellas que carezcan del o de alelos de resistencia necesarios, o en las que tales alelos de resistencia sean nocivos para que sobrevivan.

De esta manera, si un plaguicida se pudiera aplicar a todas las poblaciones de abejas para combatir Varroa (improbable por las poblaciones silvestres), se aceleraría la selección hacia la resistencia a ese producto, porque no habría la dilación de la resistencia proveniente de las poblaciones sin tratar, que contendrían individuos (Varroas) aún susceptibles.

No se conoce exactamente la genética de la resistencia hacia los acaricidas de Varroa. Sin embargo, al estar este ácaro emparentado de cierta forma con las garrapatas, es interesante revisar lo que se ha encontrado en ellas; por ejemplo, según la National Academy of Sciences, la herencia para el desarrollo de la resistencia generalmente depende de un gen principal que puede ir acompañado y, por lo tanto, modificado por genes secundarios.

En garrapatas, esto indica que la homo y la heterocigosis son importantes para la expresión de la resistencia; además, favorece un rápido desarrollo de la misma, y permite adquirir resistencia hacia varios productos al mismo tiempo. Y del hecho de que el gen de resistencia se exprese en forma dominante o recesiva dependerá en gran parte el tiempo en que evolucionaría la resistencia, entre otros aspectos. En Varroa el proceso sería diferente porque además de que, a diferencia de las garrapatas, que son diploides, Varroa jacobsoni es haploide, su ciclo vital se inicia cuando una hembra preñada entra en una celda de cría de abeja que está siendo operculada; horas después, la hembra empieza a ovopositar, y tiempo después eclosionan y se desarrollan varias hembras y uno o más machos. La progenie que alcance su madurez sexual se aparea ahí mismo, y salen de la celda únicamente las hembras preñadas; en consecuencia, el cruzamiento entre dos o más líneas es prácticamente improbable, y lo mismo puede decirse de la posibilidad de heterosis o vigor híbrido.

Un solo individuo de Varroa, la hembra madre, tendría que poseer o no dentro de su acervo genético el gen de la resistencia. En el caso de la cantidad de ecotipos de Varroa que existen en un área geográfica determinada, dependería la rapidez del establecimiento de la resistencia de los ácaros que parasiten una colonia de abejas.

Ana María Aguiar de Peniche

Noé Antonio Peniche Patrón

Continuará la próxima semana…

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