Yuri Valentinovich Knórozov nació en Járkov, Ucrania, entonces país integrante de la URSS, el 19 de noviembre de 1922. Desde niño manifestó su interés por la epigrafía, inventando juegos de desciframiento que jugaba con sus hermanos. Fue etnólogo, lingüista y epigrafista.
Knórozov procedía de una familia de intelectuales. Sus padres se interesaban en los asuntos universitarios, y con sus hijos asistían con frecuencia a eventos de carácter académico. Los padres observaban las tendencias vocacionales de los niños y procuraron desarrollarlas con una educación apropiada. Todos los jóvenes adquirieron el grado de doctorado. Knórozov tocaba con propiedad el violín, además de ser un excelente dibujante, habilidad que le habría servido en sus tareas del desciframiento de la escritura maya.
En 1939 ingresó a la Facultad de Historia de la Universidad «Máximo Gorki» de Járkov. Luego de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, en octubre de 1941, Járkov fue ocupada por las tropas nazis, pero en 1943 el joven Knórozov logró trasladarse a Moscú para continuar sus estudios en la Facultad de Historia de la Universidad Estatal «M. Lomonósov», a la que ya había sido admitido en 1940. Yuri Knórozov se graduó de la Universidad Estatal de Moscú en 1948.
Es frecuente leer en algunas referencias biográficas de Knórozov que, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, se unió al ejército ruso y así llegó a la batalla de Berlín en 1945. Al darse cuenta de que se incendiaba la Gran Biblioteca, rescató de las llamas el libro de Fray Diego de Landa “Relación de las Cosas de Yucatán” preparada por Brasseur de Bourbourg, y la edición de 1933 de los códices mayas de Carlos y Antonio Villacorta.
Sin embargo, nos dice la Dra. Galina Yershova – la discípula más renombrada de Yuri Valentinovich, en su conferencia “Sesenta años de desciframiento de la escritura maya” impartida en el Museo Popol Vuh de la Universidad de Marroquín, en Guatemala el 2 de julio de 2012 –, que tal aseveración es un mito pues Knórozov, por su precario estado de salud, nunca fue admitido en el ejército.
Yuri Valentinovich Knórozov
Era estudiante en la Universidad de Járkov cuando le sorprendió la invasión alemana, quedando aislado durante el tiempo que duró la invasión. Posteriormente, liberada la ciudad, se trasladó a Moscú para estudiar en la Universidad de esa capital, y desde entonces se dedicó al desciframiento de la escritura maya. Había encontrado en la Biblioteca Lenin el libro de Fray Diego de Landa “Relación de las cosas de Yucatán” y copias de los códices de Dresde, París y Madrid. Aplicando las leyes de la lingüística en el desciframiento de los códices, logró resultados sorprendentes que publicó en 1952, primero, y en su libro de 1963.
Arduo ha sido el largo camino hacia el desciframiento de la escritura maya: desde las interpretaciones fantasiosas, producto de las mentes aventureras de algunos exploradores de los vestigios mayas del siglo XIX, y las aproximaciones científicas que algunas veces dieron resultados parciales, hasta la aplicación del método científico que ha logrado significativos avances, como lo es el Método de Knórozov llamado “Método de Estadística Posicional”, iniciado por el inglés Michael Ventris que trabajó en la metodología para el desciframiento de las escrituras antiguas, y que Knórozov estudio con profundidad, y que desarrolló después en el desciframiento de la escritura maya.
Sin embargo, sus aportaciones no fueron reconocidas de inmediato. Fuertemente cuestionado por J. Eric S. Thompson – el prestigiado mayista de la escuela interpretativa de los Estados Unidos –, fue a partir de 1975 que se interesaron los estudiosos de otros países y que se fueron sumando al método de Knórozov, hasta su reconocimiento pleno en nuestros días.
El análisis de la información de Landa dio nacimiento a lo que podríamos llamar la “escuela fonética”. La clave para llegar al corazón de la escritura maya se ubica en el siglo XVI, cuando Diego de Landa – primer obispo de Yucatán – elaboró con la ayuda de sus informantes un “alfabeto” que incluyó en su libro «Relación de las cosas de Yucatán»:
Para elaborar dicho “alfabeto”, que luego se demostró no ser tal cosa sino un silabario, el franciscano preguntaba a su informante cuáles eran las correspondencias de los nombres de las letras españolas. Éste respondía diciendo lo que quería oír el español. Así, la letra «a» tendría tres significados, mientras que la letra «b» estaría representada por el dibujo de pie; en este segundo caso, la «b» no significa pie, sino más bien “camino”. Landa, desconfiado, para verificar la certeza de las respuestas y no correr el riesgo de ser engañado, hacía el mismo interrogatorio a dos o más personas de diferentes comunidades antagónicas de los mayas y, hasta que lograba la coincidencia, daba por bueno el glifo y la letra del alfabeto castellano correspondiente.
Dicho “alfabeto” –silabario– fue la base para los estudios que realizaron los dos más importantes epigrafistas mayas del siglo XX: el arqueólogo inglés J. Eric S. Thompson y el lingüista ruso Yuri Valentinovich Knórozov. Thompson, tiempo después, negó la naturaleza fonética de los glifos mayas. Algunos investigadores han estimado que la discrepancia de enfoques entre los dos mayistas retrasó el desciframiento.
Brasseur de Bourbourg, en el siglo XIX, descubrió el manuscrito de Landa y quiso utilizar el “alfabeto” mencionado para interpretar el texto del Códice Troano, que también había descubierto. Su opinión era que el documento refería la desaparición de la Atlántida, tema muy de moda en el siglo XIX, pero más tarde se comprobó que el abate lo había “leído al revés”. Brasseur mismo reconoció, tiempo después, que había comenzado por el final.
Algunos investigadores, franceses principalmente, se interesaron en el estudio epigráfico e intentaron descifrar los textos glíficos de los códices, y de ciertas inscripciones en monumentos, en particular de Palenque. En sus investigaciones trataban de utilizar el “alfabeto” de Landa y atribuir valor fonético a los jeroglíficos.
“La gran confusión consistió fundamentalmente en la equivocación de Landa al estimar los glifos obtenidos de sus informantes como letras del ‘alfabeto’ castellano, en lugar de identificarlos como un silabario, confusión que prevaleció por mucho tiempo”. –Galina Ershova, Julio 2012.
César Ramón González Rosado
Bibliografía:
-Fray Diego de Landa. Relación de las cosas de Yucatán. Editorial Dante. Mayo 2010.
-J. Eric S. Thompson. Grandeza y decadencia de los Mayas. Fondo de Cultura Económica. 2006.
–Alberto Ruz Lhuillier. El Puebo Maya. Salvat. 1993.
-Galina Ershova. “Sesenta años de desciframiento de la escritura maya”, conferencia impartida en el Museo Popol Vuh de la Universidad de Marroquín en Guatemala el 2 de julio de 2012.
-Dr. Ermilo Solís Alcalá. Diccionario español maya. Editorial Yikal Maya Than. 1950.
-Enciclopedia Wikipedia. Internet.