Editorial
Un grupo de cinco mexicanos, valiosos todos ellos por sus tareas en la sociedad poblana, perdió la vida en un trágico accidente, en momentos en que la alegría estaba presente en los hogares de nuestra nación.
Un amargo sentimiento de pesar recorrió el país apenas conocidos los primeros detalles del accidente en que perdieron la vida dos acreditados pilotos, dos políticos de amplia trayectoria y un experimentado auxiliar cercano a esos dos jóvenes políticos: un Senador de la República y su esposa, gobernadora electa de su Estado, Puebla, Puebla de los Ángeles, calificada por las masas populares.
Infausto acontecimiento, lamentables pérdidas humanas, ruptura histórica en el devenir de la política mexicana.
El helicóptero que operaba como taxi aéreo colapsó en el aire, cayó, y dejó desperdigadas en tierra sus estructuras metálicas, como también cinco víctimas fatales del desplome.
Al momento, las autoridades nacionales, las aeronáuticas, los mismos empresarios constructores del transporte aéreo caído unen sus experiencias, conocimientos, datos técnicos y operativos que puedan aportar datos fehacientes del origen de tan infausto suceso.
En estos instantes de dolor es que intentan hallar las fuerzas oscuras de la política sucia, que se creían rebasados, una salida marginal a sus ansias de permanencia pública en medio de la nostalgia por el poder y los recursos económicos que la acompañan.
Y es que, entendamos, un asunto serio es la averiguación de causas y exámenes, sobre bases técnicas, profesionales, operativas, y otra cosa viene siendo la especulación dolosa, el amarillismo y la siembra de dudas, incertidumbre y francas manipulaciones de índole política.
Lo que es correcto y oportuno es la determinación de las causas con sustento en pruebas técnicas. Lo inapropiado es el trabajo de zapa con la especulación, sembrar dudas en el imaginario colectivo.
Un accidente no avisa, ocurre. De ahí que sean los profesionales, y las pruebas registradas en los instrumentos de control, creados para el registro de funciones operativas, los que tengan la última palabra, la única válida.
La política practicada por los actores fallecidos es válida y encomiable. La que se intenta sobre sus restos mortales es infame y vergonzosa.
Que ante los hechos hablen los registros técnicos y la tecnología, y que los políticos se atengan a lo suyo, que es la unión de voluntades para hacer resurgir nuestro país.
Dejemos descansar en paz la memoria de los caídos y continuemos combatiendo la desigualdad y las injusticias doquiera se encuentren.
México vive una aurora democrática de paz y justicia social, por muchos años postergada.
Es muy triste y lamentable la desaparición de dos jóvenes liderazgos auténticos, pero lo es más el volar de los buitres políticos cuando descienden a alimentarse de los restos mortales de cinco personas de bien.