La Columna del Tío Salim
Sobrinitos,
Bienvenidos a esta sección que compartimos con ustedes cada semana en Diario del Sureste.
Estuve platicando con don Jacinto sobre uno de sus nietos al que descubrieron mintiendo acerca de sus tareas. Ambos llegamos a la conclusión de que esto puede deberse a que a los niños pequeños, de entre 4 a 5 años de edad, les gusta inventar historias, siendo esta una actividad hasta cierto punto normal, ya que ellos se divierten oyendo e inventando cuentos.
Sin embargo, hay que tener la precaución porque muchas ocasiones estos niños confunden un poco la realidad con la fantasía. De hecho, los especialistas advierten que niños educados en la mentira pueden llegar a tener comportamientos más egoístas y manipuladores. Por ello no se debe compartir todo con los niños, pues en ocasiones hay que preservar la infancia sin necesidad de enterarlos de todo lo que ocurre en casa.
Don Jacinto me dice que en el caso de su nieto, este miente interesadamente para no tener alguna de sus tareas en el hogar, o para negar su responsabilidad en alguna de sus travesuras, por temor a ser castigado. Es por eso que don Jacinto habló con él acerca de la honradez y la falta de honradez, pues esto es algo que debe aprenderse en la casa.
Le respondí a don Jacinto que me parece muy acertado que dialogue con su nieto, aunque este aún sea pequeño. Es importante irles indicando qué cosas son correctas y cuáles no, como mentir. Los padres deben de reaccionar cuando sus pequeños mientan, explicándoles cuán importantes son la verdad, la honradez y la confianza.
Don Jacinto también me habló de otra de sus nietas que es muy astuta pues, aun sabiendo la diferencia entre la verdad y la mentira, elabora historias que parecen verdaderas. Lo hace con tal entusiasmo que sus papás se ríen de tan ocurrente que puede ser, pero la chichí les llamó la atención pues si la chamaca recibe mucha atención mientras cuenta la mentira, pensará que está bien hacerlo.
También existen otros niños o adolescentes responsables que en alguna ocasión recurren a la mentira para tratar de satisfacer las demandas de sus padres, de sus maestros, e incluso de sus amigos. Esto es peligroso pues, pese a que estos niños generalmente no están tratando de ser malos o maliciosos, mentir repetidamente pueden convertir esta práctica en un mal hábito.
Hay menores que mienten por temor a ser castigados, por vergüenza, o por temor a herir los sentimientos de otros. Esto es comprensible, pero lo que ya es inadecuado es cuando a los niños no les importa mentir para aprovecharse de los demás.
Por todo esto, los padres deben entender que ellos son el modelo de mayor importancia para los hijos. Cuando el niño miente, los padres deben hablarles acerca de la diferencia entre la fantasía y la realidad, la mentira y la verdad, así como de la importancia de la honradez en el hogar y en la comunidad.
¡Nos vemos la próxima semana, sobrinitos!
RICARDO PAT