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Letras
Víctor H. Orduña*
Lo primordial, como en todo canon mayestático, es comenzar invocando a la deidad preferida o con la que se tenga una condena pendiente. El siguiente paso es conseguir el combustible idóneo. El llanto de los coleópteros, el titubeo angustiante de los cocodrilos, las nocturnas melancolías y los espasmos atemporales de las salamandras suelen tener resultados aceptables. Eso sí: jamás intente utilizar como iniciador ígneo los fósiles vertebrados de los gnomos, ni el sabor cáustico de las intelectualidades, ni el rubor mellizo de un extraño fulgor.
Una vez entendido esto, reunidas todas las fuerzas sobrenaturales que se escurren en los espacios sincopados de dos silencios continuos, se recomienda dar siempre la espalda a la luna una vez iniciado el ritual. Con el corazón elegido sobre una placa de lapislázuli, entonces invocar con fluidez todas las líneas aprendidas en el Grimorio Sacro de los Milagros hasta lograr ese momento efervescente en donde se conecta el ciclo hiperbóreo de las sístoles con las diástoles.
*Matamoros, Tamaulipas, 1983. Licenciado en Ciencias de la Comunicación con Maestría en Metodología de la Enseñanza; cantautor, fotógrafo, artista visual y poeta. Primer Lugar Estatal en el Poetry Slam 2019 de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. c.e. ordunavictor@hotmail.com