Inicio Cultura Cuando el Rock sana

Cuando el Rock sana

2
0

Fuente del Poder

La vida me estaba dando una paliza.

Jamás me había sentido tan acabado como aquel fatídico 2009, fatídico en lo personal, atrapado además en el acostumbrado maremoto organizacional de eventos de mi querido Colectivo Metalmorfosis. Aquella noche de agosto tenía agendada el cierre de la primera Beatlemania en la Casa de la Cultura del Mayab, en pleno corazón de la ciudad de Mérida.

Atormentado por aquel dolor que me desafiaba a arrancarme los dientes, no me quedó más remedio que cumplir profesionalmente el compromiso que esa noche tenía con mis hermanos de la Fuente del Poder: Juan Cárdenas (+), Mike Barrera y Jorge Cervera. Ellos no tenían culpa alguna de los acontecimientos que casi propiciaron mi muerte.

La pulcra producción de mi compadre Carlos Vivas Robertos había resultado un rotundo éxito en el primer día de actividad de nuestra Beatlemania, con récord de asistencia en este tradicional foro cultural de Mérida, para disfrutar de exposiciones temáticas, conferencias y proyección de videos de los 4 fabulosos de Liverpool. Aquel martes 4 de agosto se presentaron en concierto Las Rocketqueen, Las Fresas Descompuestas y Get Back, las dos primeras agrupaciones conformadas exclusivamente por mujeres, el tercero considerado el mejor grupo tributo en la capital yucateca de los Fab Four.

El sábado 8 de agosto tocaba turno a In Vitro Music Lab, Rubber Soul, La Caverna y la Fuente del Poder. La Casa de la Cultura presentó un lleno total. Estaban listos con sus cámaras Julio «JulMetal» Cauich y Rodrigo Tovar, camaradas que se preocupan por grabar momentos especiales de nuestra escena roquera local. También acuden queridas amigas que siempre contagian esa bella vibra previo a una tocada, familiares, conocidos, e incluso se atreve, la causante de mi eterno dolor.

El único que intuyó mi estado fue Vivas, ocupado en supervisar hasta el último detalle para que el evento corriera con la mejor sintonía posible. Así había sido siempre y esta vez las cosas no deberían ser diferentes. Estábamos a un costado del escenario en espera de nuestro turno.

Me llevó aparte para preguntarme si estaba listo. Le respondí que sí. “¿Qué mejor medicina para el ama que el rock, mi querido hermano?”

Jorge subió primero para ajustar la bataca, Juan y Mike hicieron lo propio con sus respectivos instrumentos, se conectaron y probaron discretamente que todo estuviera en orden. Vivas me pidió hacer una breve presentación de tan destacados músicos, lo que hice con gran gusto.

Iniciamos nuestra presentación con “Day Tripper”, a la que Juan había hecho un arreglo más roquero. El solo de Juanito sorprendió a la audiencia que perpleja escuchó aquel rapidísimo recorrido de cuerdas del maestro, el cual corté muy tontamente al regresar a la voz para concluir.

El respetable se puso de pie para aplaudir. Nadie se percató, pero igual pude esperar para que el virtuoso siguiera deleitando al público, una distracción surgida de mi descuido emocional. Me dije que no se repetiría. Sin embargo, cuando canté “Something” la cosa se complicó.

Something” es una de las canciones que más veces he cantado. Esa vez la poesía de George Harrison me resultaba particularmente desgarradora: “En algún lugar en su sonrisa, ella sabe que no necesito a ninguna otra amante… Algo en la manera en que ella lo sabe, y lo único que tengo que hacer es pensar en ella. Algo en las cosas que ella me muestra…”

Juan ejecutó un magistral solo que sorprendió nuevamente a la audiencia, capturada también con la compenetrada sección rítmica de Jorge y Mike, el gran maestro del bajo que también emocionó a los presentes con su calidad superlativa.

 Enmedio de mi estado catatónico emocional, logré atravesar canción a canción el sendero de aquella presentación, súper cobijado como siempre por aquellos monstruos sagrados de nuestro rock yucateco: mi gran amigo Juan Cárdenas con aquella calidad pasmosa para denotar en cada nota arrancada a su guitarra; mi hermano Mike Barrera, a quien admiro por ser sin duda el mejor bajista de rock de este estado; Jorge como siempre, comprometido no solo como músico, sino también como cronista de aquellas convivencias sagradas.

Para cerrar, preparamos “Yer Blues”, una de las magistrales obras escritas por John Lennon, incluida el mítico Álbum Blanco de Los Beatles, uno de los favoritos de todos los integrantes de la Fuente. De alguna manera, nuestra versión se convirtió en una especie de declaración de principios de lo que era nuestra banda o, mejor dicho, de lo que éramos capaces de hacer con aquellas canciones que impactaron nuestras vidas en algún momento.

Me dije a mí mismo que había llegado el momento de sacar todo aquel dolor que me estaba carcomiendo, utilizando mi interpretación como una vía de escape a toda esa calcinante carga. Cuando los instrumentos se sumaron a mi voz en la pimera línea de la canción –Estoy solo, quiero morir–, dejé que todo se desarrollara de manera orgánica, como siempre fue con estos monstruos del rock.

Sobreviví esa noche, fortalecido por aquella transfusión de rock, mi gran amor a lo largo de mi vida. Lo hice cobijado por mis hermanos, todos ellos talentosos músicos. Expié parte de mi mal y, con el paso del tiempo, el destino dió consuelo a mis emociones, irónicamente también en un concierto de la Fuente del Poder

Pero esa es otra historia…

RICARDO PAT

riczeppelin@gmail.com

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.