REBELIÓN DE DON LINO MUÑOZ CONTRA VICTORIANO HUERTA
Cuando Lino Muñoz y su gente se encontraban en la carroza del muelle, el primero se dio cuenta de que algunas familias pretendían dirigirse a bordo del remolcador “Auxiliar”, de la Ward Line, para refugiarse allí, temerosos de que fuesen objeto de atropellos.
Para tranquilizar a las amedrentadas familias, Lino Muñoz se dirigió a ellas en estos parecidos términos: “No hemos venido aquí a atropellar a nadie sino a castigar, como lo hemos hecho, a quien, valiéndose de su autoridad, había vejado a un pueblo trabajador y honrado, y había insultado a toda una sociedad. Nosotros probaremos nuestra más absoluta corrección con nuestra conducta. Las familias de Progreso no tienen nada que temer. Nosotros nos marcharemos al campo.”
Lino Muñoz cumplió fielmente su oferta de no atropellar a nadie. A todo el pueblo trató con extremada decencia. Se retiró con los suyos en medio del mayor orden. A ninguno de sus soldados permitió que ingiriera aguardiente y vigiló estrictamente el cumplimiento de esta disposición. Impidió el saqueo que alguno de los suyos pretendía hacer en la oficina del ferrocarril.
Los acontecimientos produjeron consternación en las familias que veraneaban en Yaxactún y, para tranquilizarlas, Lino Muñoz se dirigió hacia dicho lugar. Cuando llegó a las estribaciones del citado barrio progreseño prohibió a sus hombres, so pena de muerte, que pasaran más por allá y, en compañía nada más de uno de ellos, recorrió el lugar y ofreció completo respeto a todos los veraneantes, así como a los habitantes en general. Una vez en Yaxactún, visitó a la viuda del licenciado José María Pino Suárez, la señora María Cámara, a quien ofreció sus respetos.
Cumpliendo su oferta a los vecinos de Progreso, Lino Muñoz y su gente abandonaron al amanecer del día dieciocho de agosto la plaza y se dirigieron rumbo al puerto de Chelem. La vida normal se inició después en el puerto.
Numerosos trabajadores de Progreso y Mérida se unieron al grupo de los rebeldes y siguieron a Lino Muñoz en su odisea revolucionaria.
[Continuará la semana próxima…]
Esteban Durán Rosado