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Crónicas Retrospectivas XIX

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REBELIÓN DE DON LINO MUÑOZ CONTRA VICTORIANO HUERTA

Muchos años antes de los acontecimientos narrados, llegó a Progreso un jovenzuelo, casi un niño. Era natural de Alvarado, Veracruz. Se estableció en el puerto, en donde abrió una lechería y luego se dedicó al ramo de abasto de carnes. En el año de mil novecientos once se afilió al partido político que postuló y llevó al triunfo a los candidatos de la democracia, don Francisco I. Madero y licenciado José María Pino Suárez, en cuyas manos el pueblo puso los destinos de la nación eligiéndolos Presidente y Vicepresidente, respectivamente, de la República.

Los acontecimientos de la Decena Trágica, que llenaron de luto al país, hicieron que el alvaradeño abandonara el puerto de Progreso, pues temía con justa razón que fuese objeto de persecuciones por parte del gobierno del usurpador, toda vez que había sido uno de los más fervientes propagandistas del maderismo.

Estuvo ausente largo tiempo y retornó a Progreso meses antes de los sucesos a que se refiere esta crónica, acogiéndose a la amnistía general expedida con motivo de la invasión norteamericana. Pero apenas llegó, fue detenido por orden del coronel Ceballos, jefe político, quien hacía honor de esa manera a ley expedida por su amo.

Quién sabe qué circunstancias mediaron para que el coronel Ceballos lo dejara en libertad el propio día, pero le impuso la obligación de presentarse diariamente en el local de la jefatura política. Temeroso de vejaciones y de persecuciones, abandonó nuevamente el puerto de Progreso en compañía de su familia después de una entrevista que tuvo con el coronel Ceballos quien, olvidando que la caballerosidad debe ser la norma de los actos de todo funcionario público, lo hizo objeto de improperios y de un trato indigno de gentes decentes.

Aproximadamente cuarenta y cinco años tendría el día de los hechos el señor Lino Muñoz, nuestro héroe, cuando lo vemos a caballo, comandando en calidad de jefe supremo, a los rebeldes.

Su subalterno, Feliciano Canul Reyes, que perdió la vida en el zafarrancho, era natural de Hunucmá. Participó de manera activa en la campaña de los señores Madero y Pino Suárez, gozaba de gran estimación y tenía mucha preponderancia entre los trabajadores de aquel partido político.

Desaparecido a consecuencia de la traición huertista el gobierno del señor Madero, Feliciano Canul Reyes fue objeto constante de las persecuciones del régimen de la usurpación, por lo que se vio obligado a abandonar su pueblo y a vivir en el campo, escondido en los bosques, hasta donde en muchas ocasiones lo perseguían los sicarios de Huerta. Por la intervención de algunos amigos suyos se presentó al gobernador del Estado, general Eugenio Rascón, y luego a su sucesor, general Prisciliano Cortés, quien era el primer mandatario yucateco en la época de estos sucesos. Sin embargo, de haberse presentado y de que se le debían guardar consideraciones en vista de su proceder, las autoridades se ensañaron en contra de su familia, lo que le hizo trasladarse nuevamente a los bosques, pero ya en actitud de franca rebeldía.

Feliciano Canul Reyes fue íntimo amigo del señor D. Tomás Pérez Ponce. Ingresó en el “Círculo Libertario” que éste fundó y aquella amistad, según se supone, fue la causa de que lo persiguieran tenazmente las autoridades de la usurpación. En agosto de mil novecientos catorce, Canul tendría de treinta a treinta y cinco años.

[Continuará la semana próxima…]

Esteban Durán Rosado

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