Letras
José Juan Cervera
La vida está compuesta de proyectos truncados y de aspiraciones que no alzaron el vuelo a las alturas deseadas, de impulsos que rodaron por tierra y de espacios sombríos que engulleron alguna promesa de luz. Porque la energía del universo se disgrega en actos que corren el riesgo de perder su rumbo original, así como cada logro florece a expensas de anhelos que no germinaron en el campo del ciclo trazado.
Los cambios en el camino deparan satisfacciones imprevistas, desencantos y añoranzas de algún estado anterior en que los esfuerzos emprendidos parecían moldear un fruto que se avizoraba libre de obstáculos, en tanto las circunstancias no tendieran redes lo bastante estrechas para impedir su avance. Los ajustes hechos son puentes que llevan al punto en donde distintas veredas ensanchan el horizonte.
Cada espíritu creador enfrenta los conflictos nacidos en el proceso de afirmar la esencia que nutre su mundo interior, núcleo de realización personal que se hace visible en la esfera de las acciones cotidianas, el cual puede causar extrañeza ante la mirada ajena. Los valores que pretenden medir marcos subjetivos que no son de incumbencia propia acaban por naufragar en la superficie de lo incomprendido.
Los conocidos de Carlos Duarte Moreno hallaron en él un carácter fuerte y obstinado que no se amoldaba del todo a las exigencias de su ambiente. Los esbozos biográficos que transmiten a la posteridad los rasgos sobresalientes de su persona remarcan el talante inconforme, en cierto modo excéntrico, que lo caracterizó, inspirando desconcierto incluso entre sus amigos, de acuerdo con testimonios de algunos de ellos.
Si bien se desenvolvió con agilidad en varios géneros literarios, en la poesía plasmó sus huellas más perdurables, aunque paradójicamente no dejó ningún libro que diera cuenta significativa de ellas, excepto algunos impresos como su Canto a míster Sam. Poema americano (1954), y otros que recogen textos con los que obtuvo galardones en los numerosos certámenes en que participó. Hay una selección que reunió José Díaz Bolio en Registro de Cultura Yucateca número 9, editada en la metrópoli en enero de 1946, a la que dio el título de Rosa poética; una más apareció en 1971, dos años después de su muerte, en el Boletín Bibliográfico de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público número 459. Muchos más figuran en los innumerables periódicos y revistas en que colaboró desde muy joven, conjunto al que difícilmente sea posible llegar por completo.
En El Popular, diario vespertino que circuló a principios de la década de 1920 en Yucatán, Duarte Moreno brinda la primicia de un conjunto de textos poéticos que hubieran sido parte de Cristales al sol, “libro en preparación” que no llegó a editarse: los ejemplos referidos lo anunciaban como una obra fresca e intensa, de calidad irrepetible. Erotismo, sentimiento diáfano, conciencia de lo sagrado, devoción maternal y ternura son algunos ingredientes que se dan cita en esta muestra lírica en cuyas estrofas se leen versos como los siguientes: “Llegar por fin hasta la dulce alcoba, / sentirse ya seguro bajo un techo, / y ardiendo en la pasión que nos arroba / tirarnos presurosos sobre el lecho. / / La mujer, en las sábanas hundida… / Palpar la gloria de la seda humana, / reclinarse y soñar, sentir la vida / mientras llora la lluvia en la ventana. // Así vamos soñando con tristeza / al volver a nuestro hogar con nuestra fe, / en donde nos espera la tibieza / de la aromosa taza de café.” (“Noche de llovizna”).
Algunos de estos poemas los retocó su autor y les añadió la sonoridad de su voz, llevándolos ante el público que asistía a sus recitales; tal fue el caso de “La sangre del Rabí”, conocido también como “El milagro joyero”, que aún puede escucharse en una grabación resguardada en la Fonoteca Nacional, acaso la misma que registró el ingeniero Guillermo Padilla Sánchez, de acuerdo con lo que informa Carlos Echánove Trujillo en un ensayo evocativo del escritor paisano suyo.
Duarte Moreno dejó varios poemarios inéditos, entre ellos Meridiano, Barquero del atardecer y Poemas épicos. Miguel Civeira Taboada afirma que su producción lírica no editada hubiera bastado “para hacer 10 o 12 volúmenes”. En ella habría que contar los escritos dispersos en publicaciones periódicas.
La poesía, en sus expresiones auténticas, crea lazos impalpables con sus oyentes y lectores, unificando sensibilidades que perciben su significado vital. Trasciende la estrechez de su tiempo si, a más de sus valores estéticos, se apoya en recursos que favorezcan su transmisión, aun cuando parezcan interrumpirse sus conexiones porque también en esas circunstancias puede ser recuperada.