Inicio Portada ¿Cómo lograr que aprueben los peores alumnos? ¡Con los mejores maestros!

¿Cómo lograr que aprueben los peores alumnos? ¡Con los mejores maestros!

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APUESTA DE LA PREPARATORIA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHAPINGO

edgar rodríguez cimé

¿Es posible conseguir que los peores alumnos “indígenas” de primaria y secundaria aprueben el bachillerato? Parece que sí, porque la Preparatoria de la Universidad Autónoma de Chapingo (UACH), especializada en carreras sobre agronomía, le apostó a eso, apuntalando su proceso de aprendizaje con los mejores profesores del bachillerato, lo cual dio como resultado que entre esos jóvenes hubo una aprobación del ¡¡¡80 por ciento!!!

La UACH, a diferencia de otras universidades que basan el ingreso de sus alumnos estrictamente en los resultados del examen de admisión, es una escuela del Estado de Méjico donde los estudiantes son seleccionados, además de su desempeño académico, en función de su propio contexto socioeconómico, generalmente zonas muy pobres, como las étnicas.

Chapingo, también a diferencia de otras universidades, posee un sistema de internado donde se provee a los estudiantes de habitación, comida y una beca (que utilizan para apoyarse y para ayudar a sus familias), pero tiene uno de los reglamentos más estrictos del país para permanecer: Si alguien reprueba una materia es baja automática. Antiguamente, sólo el 50 por ciento de alumnos “nativos” inscritos lograban concluir, y muchos no conseguían pasar matemáticas en el primer año de la preparatoria.

El director Roberto Rivera, interesado en solucionar el atraso pedagógico en matemáticas entre estos estudiantes, diseñó el esquema de ingreso por cuotas sociales, pero comprendió que este tipo de “inclusión” no se sostenía pues quienes reprobaban en el primer año eran justamente los jóvenes de las situaciones más desfavorables: los municipios “indígenas”, donde la educación es más deficiente (porque en primaria los alumnos hablan sus propios idiomas mejicanos, pero se les instruye en otro lenguaje: español, lo cual les dificulta enormemente el proceso de aprendizaje).

Para apoyarlos a quedarse, Rivera puso en marcha un proyecto piloto, secreto, durante el pasado ciclo escolar: formó los grupos de acuerdo con la calificación en el examen de ingreso a la prepa, así como al promedio traído de la secundaria. A los cuatro grupos con las calificaciones más bajas les asignó los mejores profesores, sin decir nada ni a estudiantes ni a profesores.

Al final del semestre, el índice de reprobación fue similar en todos los grupos. Rivera cruzó las calificaciones de álgebra de primer semestre con las del examen de admisión y resultó que 96% de quienes obtuvieron una calificación mayor de 7 en el examen de entrada aprobó también álgebra. De quienes obtuvieron entre 6 y 7 en la prueba para ingresar a Chapingo, 84 % aprobó la materia, y así hacia abajo. Podría suponerse que los que sacaron 3 o 4 en el examen de admisión, estudiantes “nativos”, fueron quienes más reprobaron pero, ¡oh, sorpresa!, entre esos muchachos ¡se logró una aprobación del 80 por ciento!

Convencido de que los jóvenes con el peor desempeño al ingresar solamente necesitaban tiempo y mejor atención para emparejarse, este ciclo escolar Rivera decidió repetir la estrategia, pero ahora con los profesores informados sobre el bajo nivel de los alumnos y lo que se pretendía.

No todos los docentes aceptaron participar en la iniciativa. Se comprometieron los más jóvenes y los que estaban considerados como los mejores. Además, como refuerzo pedagógico, se orquestó una iniciativa de asesorías entre pares: Muchachos de tercer grado de bachillerato o de nivel licenciatura dan apoyo fuera de clases a los jóvenes de reciente ingreso con problemas en matemáticas. Se formaron 12 grupos de 25 estudiantes con bajo rendimiento. Terminando sus clases, acuden a asesorías con sus pares.

Los peores alumnos se ven muy motivados: “Superan la idea de que la educación (en español) no es para ellos porque no poseen la capacidad para comprenderlo. Pero cuando ven que sí entienden las matemáticas, van agarrando confianza. Se rompe el pensamiento: ‘No sirvo; no puedo’. Además, ayuda mucho que los asesores sean estudiantes, sus pares, así les tienen confianza para preguntar y aclarar dudas, porque luego -por su naturaleza introvertida- les da pena preguntarnos a los profesores.”

edgarrodriguezcime@yahoo.com.mx

colectivo cultural “Felipa Poot Tzuc”

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