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Perspectiva
Hace poco menos de dos semanas corrí el medio maratón Megamedia. No logré completarlo en el tiempo que me puse como meta, pero lo finalicé sin grandes molestias, cumpliendo así la meta que me puse para este 2019.
Como muchos, después de la ardua tarea de prepararse, desvelarse, alimentarse bien, intentar cumplir todas las sesiones de entrenamiento, cuando finalizas la carrera piensas inmediatamente en darte un respiro, descansar un poco, y solo entonces regresar al entrenamiento para la siguiente meta.
Mi plan personal era descansar una semana, y entonces retomar la rutina, apoyado en el nuevo plan que desarrolló mi Coach Alondra para mí y la siguiente meta en mi horizonte.
Con estas temperaturas otoñales que hemos estado viviendo en Yucatán, y que pronostican un muy buen invierno, lo cierto es que la batalla por madrugar la ha estado ganando mi cama: me he despertado a la hora en que debo salir a hacer ejercicio, pero tan solo he logrado reprogramar mi alarma para dormir una hora y media más.
¿Se ha ido el cansancio? La verdad es que no. Sin embargo, mi cuerpo y mi mente cada vez se convierten en jueces más severos, descalificando cada vez con mayor vehemencia mis transgresiones a la rutina y el programa que debo cumplir.
He analizado cambiar los horarios de entrenamiento, pasarlos a la tarde/noche en vez de las madrugadas, pero implica demasiados cambios, y no fue efectivo para mí cuando lo intenté hace varios meses.
Luego entonces, debo regresar a las madrugadas…y vaya que me va a costar trabajo, aunque sé que los beneficios seguirán acumulándose en mí, ayudándome a mejorar mi desempeño en futuras carreras y, en general, en mi estado general de salud.
Esta posiblemente insulsa disertación viene a modo para explicar nuestra naturaleza humana: después de haber alcanzado una meta, nos cuesta trabajo comenzar de nuevo cuando una nueva aparece en nuestro camino. Nos conformamos con lo que ya tenemos, con lo que ya obtuvimos, y posiblemente nos perdamos entonces de grandes y mejoras recompensas.
Hasta cierto punto, lo que expliqué sobre las carreras refleja lo que nos sucede a muchos como humanos: es fácil conformarse, es difícil dar el primer paso hacia una nueva meta, mucho más cuando esta es más exigente.
Cambiar de trabajo, mudarse, intentar desarrollar nuevas habilidades, conocer gente, todas son actividades que se salen de la escala de normalidad que hemos alcanzado y, por lo tanto, requieren de un nuevo esfuerzo, uno consciente y adecuadamente dirigido.
Un conductista del cual aprendí mucho lo ponía de esta manera: “Crecer duele…”. Intentaba decirnos con estas palabras que no nos quedáramos en el mismo molde, que superáramos cada vez más nuestros logros, que buscáramos más y mejores horizontes, que trabajáramos en convertirnos en mejores personas cada vez.
Al mismo tiempo, nos estaba diciendo que ese esfuerzo nos costaría, y que en ese crecimiento también habría algún tipo de dolor o sinsabor que lo acompañaría.
La Vida es justamente esto: una constante redefinición de metas y de crecimiento a través del aprendizaje. Claro, lo anterior solo aplica a aquellos que no se conforman con lo que han logrado y buscan siempre un nuevo incentivo, otra razón para continuar esforzándose y preparándose para ser un mejor individuo, una mejor persona.
Desde esta perspectiva, la única constante en la Vida es el Cambio.
¿Qué tan preparados estamos para asimilar los cambios que aparecen en nuestro camino, fijarnos nuevas metas, y avanzar hacia algo mejor? ¿Lo deseamos?
Cada uno tiene la respuesta a las interrogantes anteriores. Al considerar nuestras respuestas necesariamente debemos agregar una gran verdad: los organismos inactivos tienden a deteriorarse y morir mucho más rápidamente que aquellos que son activos y adaptables.
Nueva meta, nueva rutina, nuevos esfuerzos, nuevos logros…hasta llegar a donde nosotros deseemos.
¿Estamos dispuestos?
S. Alvarado D.