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Cinema Strangiato – IV

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Perspectiva – Desde Canadá

XLII

Si bien Cinema Strangiato utiliza presentaciones de Rush a lo largo del tour R40, la mayoría de las tomas se concentran en el que fue el último concierto que ofrecieron en Toronto, la ciudad de la cual surgieron musicalmente al mundo.

Entre las curiosidades de este último tour, el que más llama la atención es la progresión musical, interpretando canciones de su álbum más reciente hasta su primer disco; el segundo elemento curioso es la manera en que los técnicos van retirando amplificadores conforme regresamos musicalmente en la carrera de los canadienses. Working Man, la última canción, prácticamente presenta a la banda con unas bocinas como las que muchos tuvimos en los estéreos de nuestras casas.

La música y la interacción de Alex, Geddy y de Neil en diferentes momentos resultaron conmovedoras: ninguno de ellos se imaginaba lo que pasaría en enero del 2020. Nosotros, en el cine, que hemos sobrellevado el infausto episodio como el funeral de un amigo muy cercano, íntimo, sonreíamos al verlos interactuar tan alegremente, mientras enjugábamos nuestras lágrimas.

Mucho se ha hablado de la aparente frialdad de Neil al interpretar música, de su falta de pasión en los conciertos. Se basan en la inexpresividad de su rostro en los videos. Tal vez lo que no comprenden cuando emiten estos comentarios es que Neil era un perfeccionista, un artista que exigía siempre de sí mismo los más altos estándares, por lo que su concentración era total.

Tampoco debemos olvidar por un segundo que el querido Profesor se distinguía por los polirritmos, nada sencillos sino más bien complejos, en la música, por lo que llevar el tiempo, el ritmo, le exigía máxima atención. Todos en el equipo del tour sabían que, cuando algo le salía mal durante la interpretación de una canción en un concierto, estaría lamentándose posteriormente, malhumorado consigo mismo.

Además, ¿acaso olvidan que desde 1981 Neil había definido su postura al respecto, en la canción Limelight, cuando escribió que “No puedo pretender que un extraño sea un amigo largamente esperado”?

Finalmente, el nivel de demanda física para Neil con los años cada vez era más pesado, al igual que para Alex (con sus ataques de artritis) y Geddy. Vivir en constantes giras les impidió gozar tiempo con sus familias, queda claro; en consecuencia, los hacía más reservados y no tan comunicativos con aquellos ajenos a su círculo familiar.

Precisamente por estos motivos, cada vez que en la pantalla Alex y Geddy se acercaban a Neil, prácticamente escondido detrás de su batería, prestamos atención porque sabíamos que en esos momentos íbamos a ver una manifestación de la intimidad del inmortal baterista.

Cada sonrisa, cada gesto, cada vez que bajaba su armadura enfrente de sus camaradas, podíamos ver al ser humano que se posesionaba de esos platillos, timbales y percusiones, traduciendo sus sonidos en las obras maestras que han llenado nuestras vidas.

Cada una de esas sonrisas y bromas golpeaban mi ánimo, recordándome que Neil ya está en un mejor lugar, no en este mundo, que lo que se diga de él siempre estará incompleto sin sus comentarios.

Tal vez el momento cuando la pena y el sentimiento me superaron por completo fue cuando observamos en pantalla todos los bloopers, las regadas, durante la filmación de las pequeñas historias cómicas que siempre introdujeron en sus conciertos, de las cuales les compartí la semana pasada The Watchmaker, cortometraje diseñado para el tour de Clockwork Angels.

Alex y sus disfraces de gordo, Geddy y su disfraz de cantinero escocés con monóculo, Neil y su disfraz de policía; los tres durante la escena del filme “I love you, Man!”, con Paul Rudd y Jason Segel; los tres “gnomos” del Watchmaker que torean al cobratario. Cada error o suceso chusco me provocaba al mismo tiempo risa y dolor. Parafraseando a Sting, estaba yo tan feliz que no paraba de llorar…

Abundan también las tomas de Neil en la carretera en su moto. Pudimos apreciarlo saliendo en shinga, o sea, hecho la madre, corriendo al finalizar un concierto, para poder adelantarse en su moto a la siguiente ciudad donde se presentarían. Para él, la carretera y su moto eran su desestrés después de cada concierto, para luego beberse un trago de güisqui Macallan en su cuarto de hotel.

A las 10 de la noche, el filme llegó a su fin. Los fanáticos aplaudimos la función y emprendimos el retorno a nuestros hogares. Vine llegando a casa poco después de las 11, paladeando lo que había visto, renovando votos por darle la debida atención a estos músicos, a su legado.

Aún tengo mucho por leer, escuchar y analizar de Rush, así como del inolvidable Neil Bubba Peart. La música, como la Vida, continúan mucho después de los humanos. Cada vez que lea o escuche sobre mis ídolos canadienses he de recordar todo esto, porque ellos forman parte de mí.

Cinema Strangiato fue un reencuentro con viejos amigos, lejanos, que han influido para bien en mi existencia. Irá a mi colección de videos cuando salga en venta. Espero que cada año se repita esta velada íntima en el cine.

Desde esta perspectiva, mientras alguien viva en el recuerdo de algunos, nunca se va por completo…

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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