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El Demonio Neón, de Nicolas Winding Refn

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Cine

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El Demonio Neón, de Nicolas Winding Refn

Como sumamente perturbadora y, a la vez, una muy detallista metáfora del mundo de las modas, así es como defino El Demonio Neón, la más reciente película del director danés Nicolas Winding Refn que cuenta en su haber con Drive, Bronson, y con Solo Dios Perdona entre sus cartas de presentación. Hijo de una cinematógrafa y de un director y editor de películas, podemos decir que este joven trae en su DNA la necesidad de hacer filmes, porque también ha sido escritor de guiones – de hecho, esta película nació a partir de una idea suya y, junto con Mary Laws (quien ha escrito guiones de la serie de TV Preacher que ya hemos reseñado aquí) y Polly Stenham (quien apenas inicia su carrera, aunque su foja indica que escribió el guio del filme corto Eleanor) –, además de productor y actor.

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No deja de llamarme la atención que, al igual que el director Thomas Vinterberg (de quien reseñamos La Caza), Dinamarca vaya lentamente apareciendo entre los países que están desarrollando cineastas con una aguda visión y crítica social; más me asombra considerando que una de las características de ese país me parecía que era su afán pacifista y su no involucramiento en temas como los que tratan ambos filmes. Por otro lado, celebro estas nuevas aportaciones cinematográficas. Por lo visto, cuando agrego a Stieg Larsson (nacido en Suecia, fallecido cuando apenas contaba con 50 años) en la ecuación, los países cercanos al Polo Ártico pudieran guardar muchas historias, no todas de apacibles escenarios, que sin duda será interesante ver cuando se registren.

Regresando a El Demonio Neón, Jesse (Elle Fanning, una jovencísima –tiene 18 años– y muy bella mujercita) llega a California dispuesta a conquistar el mundo de las modas, armada con un portafolio de fotografías que le tomó un novel fotógrafo (Karl Glusman, actor que se hizo famoso por la muy explícita cinta Love) que también busca el estrellato. Su choque – porque eso es lo que es: un choque – con las costumbres de ese medio, con las modelos que ya ocupaban un lugar pero que están ya de salida pues ya cumplieron 21 años, todo eso es presentado en la película, y juega un rol trascendental en el desenlace. Jesse llega, y conquista, armada tan solo con algo que es trascendental y que se vuelve el eje sobre el cual gira la película: belleza natural. Esa belleza, y también su evidente ausencia de malicia e inocencia, le abre las puertas prácticamente desde la primera entrevista con la que se convierte en su agente, ante los celos de aquellas que ya andan de salida y que, por lo tanto, no son tomadas en cuenta por los diseñadores y fotógrafos.

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La gran pregunta que suelta el director Winding en su película es simple: la belleza, ¿es externa o viene del interior? La respuesta la tenemos todos nosotros, y el director no se mete en problemas contestándola, sino tan solo la expone… y las consecuencias. Mientras llegamos al clímax, Winding nos presenta el mundo en el que vive Jesse: desde el acoso al que la somete el que le renta su habitación en un motel en Pasadena (una excelente caracterización de Keanu Reeves), pasando por la amistad y el apoyo (que no resultan desinteresados) que le ofrece la maquillista Ruby (Jena Malone a quien conocimos en Sucker Punch), y la atención e impulso que recibe del famoso fotógrafo Jack (Desmond Harrington) y del diseñador que plantea el quid de la película (Alessandro Nivola), sin olvidar las intrigas de las modelos Gigi (Bella Heatcote) y Sarah (Abbey Lee) que envidian esa belleza natural que exuda Jesse.

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¿Por qué el nombre de la película: El Demonio Neón? Mi xtup hijo –el crítico cinematográfico más feroz que conozco, junto con su tío– debatió conmigo acerca de ello y no pudimos concluir al 100% los motivos, aunque aventuramos ambos que se refiere al cambio que sufre Jesse poco antes de cerrar su primera pasarela. Para aquellos que sí saben de esto, en una pasarela de modas es el último modelo, la última creación que se presenta al público es aquella sobre la que se dirigirán los reflectores y, por ende, aquella modelo que lo porte será automáticamente la “estrella” de la pasarela. Pues bien, poco antes de su salida al escenario, tres triángulos –dos de ellos invertidos– captan la atención de Jesse y ante nuestros ojos observamos su transformación en “modelo”. Ese, pensamos, fue el momento en que El Demonio Neón tomó a Jesse y la hizo suya.

No dejan de llamar la atención también la estupenda y detallada iluminación, así como la cinematografía, y el persistente uso de los triángulos y de los elementos en múltiplos de tres que llenan la pantalla, así como los colores. El Demonio Neón es todo un impacto visual con tantas texturas y tonalidades, encuadres y tomas.

Controvertida, no solo por el desarrollo que nos lleva al duro final – del cual David Cronenberg estaría orgulloso –, sino también por una escena sexual que se desarrolla dentro de una morgue, El Demonio Neón nos hace preguntarnos muchas cosas con su desenlace. Tan solo por eso, porque nos hace cuestionarnos cómo se relacionan varias escenas que presenciamos, y cuál fue el mensaje que nos ofreció el director, si fue textual o alegórico, si es metáfora o realidad, por esas razones vale la pena ir a verla: porque nos invita a pensar.

Gerardo Saviola

gerardo.saviola@gmail.com

 

 

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