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Chanel, una sobreviviente al abandono

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Condiciones en las que vivió durante años Chanel.
Condiciones en las que vivió durante años Chanel.

Fue el 14 de noviembre cuando Luis Quiñones, quien había sino uno de mis muchachos scouts, me contactó por inbox en el face para comentarme un caso más de abandono animal.

Buenas tardes. Mira, encontré un perro en Chuburná que está encerrado en una casa abandonada. Está atrapado ahí y no puede salir. Está en la calle 20 x 21 y 23, la casa junto a la 102A, junto a un taller mecánico. Ya pasé por segunda vez y vi que es una perrita y sigue viva. Te lo platico para saber qué se puede hacer. Los vecinos le dan de comer. Ella está atrapada en esa casa.

Cabe mencionar que no me considero rescatista, ni tengo una protectora o albergue. Sin embargo, mis amigos saben de la empatía que poseo hacia los animales. Me puse de acuerdo con Luis para acudir a verificar y tratar de ayudar en lo que estuviera en nuestras manos. “Hacer cuanto de nosotros dependiera”, así nos lo había enseñado el escultismo.

Efectivamente: en un predio abandonado y cerrado con candados estaba una perrita color negro, de raza mix, o sea cruza de quien-sabe-qué con quién-sabe-cuánto, que primero reaccionó defensivamente y luego se acercó con cierta confianza. Habitaba en un cuarto de lo que pareció ser, en algún tiempo, un taller de electrónica o algo parecido, junto a recipientes en los que se apreciaba que algún día hubo alimento. El predio era inaccesible por fuera pero, afortunadamente, se apreciaba una puerta abierta que daba hacia el patio de la casa y a través de la cual el can podía tener más movilidad. Decidimos ir por una bolsa de croquetas y una botella de agua, las cuales le servimos a través de una ventana a la que le hacía falta un cristal. La perrita acudió y aceptó a nuestra ofrenda.

Condiciones en las que vivió durante años Chanel.
Condiciones en las que vivió durante años Chanel.

En ese momento, Luis y el que esto escribe hicimos el compromiso de sacarla de ahí para darle una mejor vida. Mi amigo me comentó que, debido a su trabajo, hacía seis meses había pasado por ahí por primera vez y la había visto, o sea, al menos tenía seis meses en cautiverio. ¿Sería que se metió por la ventana siendo más cachorra y no había podido salir? No sabíamos cómo se habían dado los hechos.

Al día siguiente acudí durante la mañana para verificar mejor, ya que nuestra primera visita había sido nocturna. Entrevistando al dueño del taller de junto me confirmó que efectivamente la perrita tenía tiempo encerrada, pero que no eran seis meses, ¡eran años de abandono! El inquilino de la casa la había dejado encerrada y que incluso habían sido dos canes los abandonados; uno al parecer había fallecido, ya que no lo volvieron a ver. La dueña de la casa vive en el extranjero, así que era imposible acudir a ella, y al inquilino no había forma de localizarlo. Los vecinos se encargaban de alimentarla con lo que podían y por eso había logrado sobrevivir. La indignación empezaba a aflorar.

Como he mencionado, no me considero rescatista por lo que acudí a algunas amistades como Shadel García y Luz De Regil para que me aconsejaran cómo proceder y todos coincidieron: lo primero era buscarle el hogar temporal o definitivo para, entonces, programar el rescate. Y comenzó la lucha…

En este punto cabe aclarar que a la par se estaba analizando denunciar penalmente a quien resultara culpable, ya que en nuestro estado el abandono y maltrato a animales está castigado por ley.

Pasaron varias semanas durante las cuales seguíamos pendientes de la perrita, llevando comida, agua y corroborando que algunos vecinos igual la ayudaban con lo que podían. Las publicaciones en redes sociales seguían fluyendo en busca del adoptante ideal, ya que este proceso de adaptación tenía componentes especiales debido a tanto tiempo de abandono. El Sr. Roger Sierra Melayes se ofreció en este punto a correr con los gastos del veterinario una vez que la liberáramos.

Al fin apareció quien parecía ser la adoptante ideal: la Sra. Lucero López Granados junto con su hermosa familia. Programamos el rescate para el sábado 29 de noviembre por la mañana, con iluminación diurna para que el can no se pusiera más nervioso.

En la Veterinaria, con sus padrinos y rescatadores.
En la Veterinaria, con sus padrinos y rescatadores.

Alrededor de las 9:30 a.m. acudimos Lucy —mi esposa— y yo al lugar. Desde el principio se acordó que el rescate debería ser con el apoyo de la autoridad, todo legal y transparente, así que llamamos al 066 y, al explicarle a la operadora de manera breve el caso, accedió a enviar una unidad de reconocimiento, ya que al ser propiedad privada ni ellos pueden entrar solo por entrar. La unidad llegó y entrevistó a los vecinos. Fue en ese momento que nos enteramos del tiempo que había estado confinada nuestra amiga: ¡8 años! Ocho largos años durante los cuales su único contacto con el mundo había sido por el espacio de una ventana sin cristal. Al lugar llegó una segunda unidad a petición de los agentes, una camioneta con equipo GOERA.

Resultó muy agradable constatar cómo esos hombres rudos, acostumbrados a escenas terribles o violentas portando metralletas y chalecos antibalas, se asombraron al enterarse del tiempo que tenía la perrita viviendo en esas condiciones.

No lo pensaron mucho: acordaron, como autoridad, que la situación merecía la actuación inmediata. Uno de los agentes se ofreció a brincar una barda para sacar al animal y, mientras lo hacía, a otro del equipo se le ocurrió la idea de intentar sacarla por la ventana. Parecería que los animales tienen un instinto que les advierte cuando se les quiere ayudar, ya que la perrita se dejó manipular, con nerviosismo, pero sin agresiones. Un agente la tomó de la cabeza mientras otro la tomaba de las patas delanteras, y uno más ayudaba a ladear su cuerpo a fin de sacarla por la ventana.

¡El rescate fue todo un éxito! Al fin la peluda podía ver algo más que las mismas paredes todos los días.

Chanel, ahora formando parte de una familia que la quiere.
Chanel, ahora formando parte de una familia que la quiere.

El siguiente paso fue llevarla el veterinario para que recibiera un buen baño ya que, como es de suponer, estaba infestada de garrapatas. Los estudios también fueron de rigor para descartar enfermedades, las que afortunadamente no tuvo. Se ignora su edad, aunque por su físico es una perra ya entrada en años.

A las 6 de la tarde de ese mismo día iba rumbo a su nueva vida: una familia que la recibió con los brazos abiertos. Ella, aún temerosa, permanecía inmóvil. Sin embargo, poco a poco fue entrando en confianza, y al final parecía entender que llegaba a un buen lugar.

Chanel es su nuevo nombre –quizá nunca tuvo uno – y ella es afortunada por el final que tuvo y por tener un lugar donde vivir los años que le quedan.

Sin embargo, hay más Chaneles por ahí.

Evitemos que más historias como ésta tengan que escribirse… aunque tengan finales felices.

Lucero López con Chanel
Lucero López con Chanel

Carlos M. Vivas Robertos

1 COMENTARIO

  1. Fui testigo de la entrega a su nuevo hogar, fue emotivo ver como su nueva familia la recibió y como la perra poco a poco se fue dejando apapachar hasta ingresar a su nueva residencia. Felicidades a todos los implicados en esta aventura.

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