FERNANDO RIVAS CASTILLO
Pobre juventud perdida,
en sus confines mentales
nunca se dieron cuenta del maldito y cruel engaño,
cargando al demonio mismo en la palma de su mano,
lo cuidan y lo adoran, y no pueden vivir sin él.
Niños, jóvenes y viejos, en trampa mortal cayeron,
que es la maestra jugada de satán el pervertido;
muy caro lo pagarán cuando el alma esté perdida,
sin saber que fue el demonio quien tomó la iniciativa.
En contra nunca estaré de modernas inventivas,
para el uso razonable, llamadas de emergencia,
alguna cita importante o conflictos familiares,
sin jamás caer en el vicio de no quererlo soltar.
Pero belcebú, que sabe, ya se infiltró en los cerebros
con falsedades y engaños de gente débil y tonta
que todos los días reciben mensajes subliminales, asalta, roba, mata, viola.
Pero ellos no lo captan,
más nadie quiere pensar que la adicción roba el alma,
te cambian la información sin ser verdad o mentira…
¿Cómo se puede evitar, tan nefasto y cruel engaño
que borra los sentimientos al hablar con aparatos?
Confiamos en el Señor ¡que termine las señales
enviando meteoritos o llamaradas solares!
Para salvar al incauto que perdió la realidad
la convivencia normal con la charla coloquial.