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Cartas de Ricardo Latcham

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Cartas literarias dirigidas a Ermilo Abreu Gómez (1923-1965)

Ricardo Latcham (1903 – 1965)

Cartas de Ricardo Latcham

Ricardo Latcham, distinguido investigador, ensayista y crítico chileno nació en Santiago de Chile en 1903. Es uno de los más prestigiados investigadores en lo que se refiere a las corrientes literarias de Hispanoamérica. Entre sus obras más importantes figura: Antología del cuento hispanoamericano (1958), ha escrito también interesantes ensayos sobre el teatro chileno y el cuento mexicano. Ha colaborado en La Nación, de Santiago de Chile; Cuadernos Americanos, de México, D. F.; Américas, de Washington D. C., EE. UU, y otras publicaciones periódicas.

 

Santiago, 19 de febrero de 1952.

Sr. Ermilo Abreu Gómez.

Washington.

 

Querido Ermilo:

 

Recibí oportunamente tu Naufragio de indios, que mucho me agradó. También una carta, reproduciendo otra, a Manuel Pedro González, que supongo tiene por finalidad recordarme la necesidad de apurar el prólogo. Desde luego puedo decirte que a fin de mes irá sin falta y que será de lo menos malo que haya escrito. Alicia me dice que le gustó enormemente tu novela, que leyó a continuación de tu futuro prologuista.

Te remito y ojalá se lo mandes reproducir, en copia, a don Joaquín García Monge, un comentario insertado en La Nación de Santiago del 17 de febrero acerca de Naufragio de indios. Es una novela “cachonda” que agarra y que, como todo lo tuyo, posee un sabor de veracidad. No sé por qué se me ocurre –esto no lo digo en el artículo– que has metido gente de hoy de Mérida, con personajes del tiempo de Maximiliano. ¡Si están vivitos y coleando! Con las memorias espero un éxito parecido a este libro de gran contenido y colorido mexicano. He recordado, con pena, que aquí no hay modo de conseguir tu Quetzalcóatl (sueño y vigilia) y que bien podrías cumplir tu promesa, hecha en Middlebury, de mandármelo, para completar las obras “ermilianas” en mi biblioteca.

Me escribió Orfila diciéndome que Alfonso Reyes está mejor, de lo cual me alegro mucho. Recibí un drama muy celebrado de Fernando Benítez sobre Cristóbal Colón. ¿Habría posibilidad de publicar en México mi estudio sobre el cuento mexicano contemporáneo? Dímelo en próxima carta.

Dale muchos saludos míos y de Alicia a tu mujer y a tu hermosa y simpática heredera. La próxima irá con el prólogo y cuenta con el afecto enorme de tu amigo y compañero.

Ricardo

 

Querido Ermilo:

He gozado leyendo su libro Naufragio de indios, es un verdadero regalo para los oídos, tal es la gracia y perfección de su estilo.

 

Santiago, 7 de mayo de 1952.

 

Señor Ermilo Abreu Gómez

Washington

Querido Ermilo:

Aquí va, al fin, ese prólogo. Creo que lo hice con cariño y comprensión. Ojalá que te guste. Me llegó tu Quetzalcóatl, por mano de Porrúa.

Avísame la llegada del facto y dame tu opinión con franqueza. Aquí todo está condicionado por la próxima elección en septiembre y las cosas no andan como yo quisiera. Si sale Ibáñez, Chile quedará encerrado en el círculo infernal de las dictaduras hispanoamericanas, bajo el yugo de Perón, que es tan malo como el de Franco, Batista o Paz Estensoro.

Dios nos pille confesados de tanta maldición.

Te solicito un nuevo favor: pregúntale a George Compton, subdirector de Américas, si recibió mi artículo sobre el teatro chileno, que le mandé certificado. También averigua por unos dólares que ofreció (75) que aquí nos hacen más falta que a él. He reparado que nunca me mandaste tu selección de Justo Sierra y de Carlos Arturo Torres. Las demás las tengo. Como soy buen “ermilista” aspiro a que me lleguen.

Cariños a Ninfa, a Sor Juana y a los amigos criollos que encuentres por esos pagos. También muchos recuerdos cordiales de Alicia.

Mi mujer (opinión de mujer al fin…) halló bueno el prólogo y tiene curiosidad de saber cómo te parece.

Dispón, como siempre, de tu amigo que anhela verte luego y ojalá cuando tú dices que se reunirá esa conferencia educacional en Santiago.

Ricardo

 

Santiago, 22 de septiembre de 1952.

Sr. Ermilo Abreu Gómez.

Washington.

 

Querido Ermilo.

Hace tiempo no tengo noticias tuyas. Mucho te he recordado. ¿Qué es de tu libro? Lo espero impacientemente y deseo gustarlo. Te pido un servicio: mandé hace tiempo un artículo a Américas sobre teatro chileno. Me lo pagaron hace meses, pero no he recibido la revista en que sale. Haceme el favor de decirle a George C. Compton, subdirector de Américas, que me lo envíe por correo aéreo. Yo anuncié aquí a mucha gente de teatro su publicación y no hay el menor indicio de él.

La situación política de Chile me parece de color de hormiga. Salió Ibáñez, el candidato grato a Perón, por una mayoría abrumadora e inexplicable de 180, 000 votos. La cosa no tiene remedio: el pueblo pide la dictadura por votación democrática, lo que es insólito dentro de la tradición nuestra. La situación mía es bastante oscura; yo combatí a Ibáñez de palabra y por escrito, lo cual me deja naturalmente entre sus enemigos más caracterizados. El diario en que yo escribí, La Nación, tiene la mitad de sus acciones en poder del gobierno debido a una intervención que hizo el citado Ibáñez en su primera dictadura. Yo me mantuve bajo todos los regímenes radicales, desde 1941, sin ser de ese partido, pero me respetaron mis ideas y mantuve una independencia considerable. Ahora las cosas van a cambiar y pierdo, a partir de octubre, mi carrera periodística hasta que se perciba algún cambio, lo que hoy es remoto. En la universidad puede ser por ahora no ocurra nada, pero el ejemplo periodista es contagioso y los prohombres de la situación son vengativos y exigen una limpieza de todos los elementos de las tres candidaturas que combatieron a la de Ibáñez.

Como ves no estoy en condiciones muy promisorias, pero el ánimo se mantiene y recuerdo viejas y parecidas jornadas de lucha.

Estoy tratando de buscar algo fuera de Chile mientras se capea el temporal que para algunos empezará a partir del 3 de noviembre, cuando asume Ibáñez y su equipo fascista y socialista (?). El país ha liquidado en pocas horas toda su solvencia democrática y la ha cambiado por lo que Ibáñez denomina “la democracia dirigida”. Toda América, salvo México y Uruguay, están convertidos en sitios inhabitables para los espíritus libres. Cambiaría todo por una escuelita en Pátzcuaro o Cuernavaca.

Hemos sentido todos los chilenos la ausencia de Maples Arce; el nuevo embajador es un excelente caballero, pero de otra condición humana y social.

Nunca me has vuelto a hablar de tu posible venida a Santiago para un congreso en que serías delegado de la Unión. ¿Qué hay de esa perspectiva?

Tengo verdadera curiosidad por ver tu libro de Memorias. Espero que haya salido cuando arribe mi carta. ¿Podrías enviarme unos tres ejemplares para repartirlos aquí?

Todos los amigos te recuerdan y desean conocer tu nuevo libro. Alicia me pide que te salude con gran cariño, lo mismo que a tu mujer y a Sor Juana.

He recibido las cosas últimas de Alfonso Reyes, su traducción de Homero y algunas páginas críticas. También un libro sobre la novela mexicana que me ha parecido regular. Tengo escritas unas páginas sobre el cuento mexicano que cuando las revise pueden quizá servir para los Cuadernos Americanos. Le voy a escribir a Cosío Villegas a ese respecto.

No te olvides de mi encargo y recibe un cariñoso abrazo de un amigo que aún no pierde la esperanza de verte pronto y echar un interminable palique, sea en México, en Washington o en otro lugar de la tierra.

Ricardo Latchman

 

Diario del Sureste. Mérida, 6 de noviembre de 1966. Suplemento cultural, año XIII, núm. 669, pp. 1, 2.

[Compilación de José Juan Cervera Fernández]

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