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Carrillo Puerto y su Universidad

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Carrillo Puerto y su Universidad

El busto del fundador de la Universidad de Yucatán, cuya imagen da inicio a este texto, estuvo durante décadas con la mirada puesta en la puerta principal del edificio central por la que accedieron miles de alumnos. Hoy es cosa del pasado porque los descendientes de sus adversarios ideológicos, en un acto alevoso, lo destruyeron. “Amaneció roto” fue la explicación de los responsables del recinto y de la rectoría. A la fecha no se conoce denuncia, investigación, consignación o fijación de responsabilidades. Mucho menos sanciones o castigos. “Amaneció roto y ya”.

Pasaron los años y rectorías no comprometidas con la ideología y pensamientos de justicia social del Mártir dejaron hundirse en el olvido tan triste suceso. Los adversarios de Felipe Carrillo Puerto consideraron que su acción criminal inclinaría a la Universidad y su alumnado a favor de su  mentalidad regresiva.

No obstante, el fundador y sus ideas permanecieron en la conciencia de sus jóvenes, de entre los cuales surgió un liderazgo: el de Efraín Calderón Lara, joven dirigente con la mentalidad orientada a la protección de los derechos de los humildes, los trabajadores explotados de Yucatán. El precio que pagó por ello fue alto: su martirio y asesinato.

La sociedad se sacudió ante la violencia y la saña.

La Universidad y sus jóvenes dirigentes exigieron justicia.

La sociedad hasta ahora continúa insatisfecha.

Conocidos los detalles del asesinato, aún a varias décadas se condenan y reprueban los hechos, y la bajeza de quienes estuvieron inmiscuidos en ellos.

Al Teatro de la Universidad, por decisión de la juventud universitaria, le fue impuesto el nombre del líder juvenil “Efraín Calderón Lara”. Pasado el tiempo, y por alguna decisión del rector en turno, este acuerdo popular se hizo a un lado, quizá para propiciar el olvido de este episodio en el que un joven universitario, en seguimiento de la ideología de Carrillo Puerto, dio su vida por la causa de los humildes y fue sacrificado por la reacción, como el propio Felipe.

La efigie de Felipe Carrillo Puerto no está más en el patio central del edificio sede de la Universidad. Una nueva efigie observa ahora fuera del claustro universitario el paso de peatones y vehículos de la calle 60 de Mérida, y su nombre lo ostenta el Teatro Universitario.

Y la Universidad de Yucatán, autónoma por decreto de uno de los líderes políticos y gobernante formado por el Alma Mater, ¿cómo va ahora?

Juegos de futbolitos como distracción en áreas universitarias…

Pasarelas de prendas de moda…

Concursos de baile moderno…

Competencias para elaborar mermeladas y salsas…

¿No será hora de repensar las ideas del fundador, y reorientarlas hacia servicios a la sociedad en favor de las clases desposeídas?

¿Qué haría Felipe Carrillo Puerto ante el panorama de carencias que padece nuestra población?

Los tiempos actuales exigen respuestas, propuestas y soluciones. Esa es una tarea que compete a la universidad que fundó, a los jóvenes alumnos, y al cuerpo académico o directivo.

Quizá ha llegado el momento de una refundación.

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