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Letras
Pablo Peniche
Tu voz remeda arrullos de paloma,
ruido de hojas movidas por el céfiro,
rumor de alas que pasan,
gorjeos de aves y sonar de besos.
Paréceme escuchar entre las notas
que tu garganta de torcaz da al viento,
todas las armonías concertadas
de la tierra y el cielo.
Yo he escuchado de otra voz que antes formaba
mi universal concierto,
la voz de la mujer que abrió mi alma
¡ay! al dolor y la cerró al consuelo.
Canta, tu voz dulcísima revive
la música de su habla cuyo dejo
resonaba como arpa en mis oídos
y aún vibra como un eco en mis recuerdos.
Canta, deja que sueñe, que delire,
que yo vuelva a sentir al dulce acento
de voz celestial, las emociones
que conmovieron mi alma en otro tiempo.
Deja que una vez más mi fantasía
junte los restos de mi amor postrero,
y recoja mis idas ilusiones
que como hojas de otoño llevó el viento.
Canta, el acento de tu voz de alondra
despierta en mi alma adormecidos ecos,
ecos de aquel suspiro de mi vida
que se exhaló, perdido, de mi pecho.
Evoque en mí tu canto a su conjuro,
como los manes a la voz de un médium,
mis muertas ilusiones
y mis ensueños muertos.
Aparécete a mí como el Espíritu
de la que amé sin esperanza ni tiempo,
y deja que te escuche y que te mire
y que no me imagine que la sueño.
El Eco Literario. Edición del lunes de El Eco del Comercio. Mérida, año I, núm. 22, 1 de junio de 1903, p. 5.
[Compilación y transcripción de José Juan Cervera Fernández]