Luces de México
Antonio Magaña Esquivel
(Especial para el Diario del Sureste)
Perdido el valor objetivo y didáctico de las viejas escuelas, borroso y complicado el panorama de las literaturas novísimas que se ocultan detrás de tantos ismos, el rasgo característico que singulariza el nuevo espíritu crítico de los intelectuales jóvenes es el afán de reconocer y captar y loar los signos y valores peculiares del movimiento social en marcha. Ante el proceso social revolucionario que está operando la transmutación moral e intelectual del pueblo, preparándolo así para una próxima forma de equilibrio económico, el artista y el intelectual han reclamado un sitio en la cruzada. Como decía Ingenieros: “El que cultiva la belleza tiene el deseo de introducirla en la vida; el que investiga la verdad siente el anhelo de enseñarla a todos; el que ama la justicia está a luchar por que ello rija las relaciones entre los hombres.”
Es, pues, legítimo y honroso que un poeta que sabe bien “cómo es adusto y grave el indiano clamor”, tome una sincera posición de avanzada e identifique su poesía con el nuevo signo social de nuestra época. Me refiero a José Muñoz Cota, el poeta de Barricada. Él ha visto “en marcha los paisajes elásticos de México” y sabe “…que los indios no conversan, la voz sigue perdida en el destino agreste que enrojeció al país.”
He aquí el contenido de toda su poesía, la levadura y el fermento que agita el fondo de su poesía: “¿De qué nos sirve ya a estas horas el canto a la novia –ha dicho alguna vez Muñoz Cota– de qué nos sirve el dolor del amante a quien dejó la amada; de qué nos sirve en estos momentos de honda convulsión trágico-social el dolor del hombre que ha visto morir sus ilusiones? Lo que nos interesa es ver cómo se va resolviendo el problema histórico y cómo, aun dentro de la forma artística, viene el pueblo trabajador marcando con su férreo puño un nuevo camino a la reivindicación social; lo que nos interesa es resolver en México los problemas económicos que tan profundamente nos tienen divididos…”
Esta es la ideología que informa su nuevo libro, una muestra más de su claro talento y de su posición marxista: Canciones de la vida futura, quince poemas desmontables, editado por la Editorial FEAP (Federación de Escritores y Artistas Proletarios), con grabados de Máximo Pacheco, José Chávez Morado, Juan M. Anaya, Roberto Reyes Pérez y Víctor M. Reyes, camaradas del Sector de Artes Plásticas de la propia Federación. Sin excluir las mejores cualidades de las antiguas escuelas: la claridad, la simplicidad, la economía de medios expresivos, la cuadratura de la obra y el equilibrio del estilo. José Muñoz Cota muestra realzadas las cualidades que rigen a la actual literatura como función social, expresión de la inquietud social, del movimiento societario de hoy que es el motor del nuevo espíritu de México y el más claro signo de una época en que el Arte se ha hecho obrero. Es la vulgarización del arte, pero no en el sentido de descenso y transformación del arte en vulgaridad, sino en el más justo sentido, es decir, de difusión del arte entre las masas con un contenido y una savia nuevos y renovados.
Ahora que la revolución ha dejado de ser alharaca de 30-30 en los campos mexicanos, ha llegado el momento decisivo, generador de una nueva estética y de un nuevo espíritu, en que el intelectual cumple una imperativa labor social, puesto que el Mecenas ahora es el pueblo. Dentro de esta ideología y de esta fase culminante de la transformación social, nadie como el literato, el intelectual, el artista, puede ser considerado de más inmediata utilidad por estar íntimamente ligado a las masas, y ser decisiva y efectiva su labor en fuerza a que trabaja con un material vivo y humano. Algunas veces con crear destruye; otras, con destruir construye. Y entonces su labor no se concreta a hacer las delicias de esa sociedad en cuyo seno vive, sino en dirigir e iluminar al pueblo, rodeándolo de un ambiente de simpatía y de conocimiento que sean favorables para su florecimiento. Esta es entonces la verdadera tendencia: la acción. Trabajar y sacar al pueblo de este estado lánguido y estéril, incrédulo y frío, para que no sufra más el vértigo de sus propios abismos, puesto que debemos comprender que es un crimen social estarse quietos en este minuto solemne de nuestra historia en que el pasado lucha contra el porvenir.
Éste es el verdadero signo de nuestra época, con el que José Muñoz Cota se ha identificado desde los buenos tiempos estudiantiles. En Canciones de la vida futura, el poeta no olvida la inmortal técnica del verso y aun pone como apostilla en uno de sus poemas la divisa de Rubén el Magnífico: “Quién que es no es romántico”. Pero la expresión es otra y es otro también el instinto que lo guía y que le hace predecir que “serán obreros sanos los hombres de mañana”. Por una parte, entronque con la lozanía y gracia del verso fluido; por otra, una clara percepción de lo humano y una alentadora lección para un porvenir más justo y mejor equilibrado. Una remota influencia: Carlos González Cruz, a quien dedica una Elegía:
Carlos González Cruz:
te conocí de niño,
cuando era mi voz preparatoria.
La influencia es honrosa y Muñoz Cota no la niega. Pero esto no resta brillantez ni relieve a su personalidad como poeta. En Canciones de la vida futura su poesía tiene las tres dimensiones.
México, D. F., 1935.
Diario del Sureste. Mérida, 20 de octubre de 1935, p. 3.
[Compilación de José Juan Cervera Fernández]