Bajo el cielo italiano
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
Comparto que después de “Caminar París” (en dos partes), ahora “Bajo el cielo de Italia” podrá ser más extenso.
Al llegar a Venecia, al filo de la tarde, me pareció una magna ciudad.
Hace más de 50 años, cuando dirigí los Suplementos Culturales “Diálogo”, del Diario del Sureste, escribí artículos describiendo “Venecia y su laguna” con datos precisos sobre la ingeniería hidráulica de esa diferente ciudad de la itálica Hermosa.
En el año 1975, cuando la visité, me preguntaba el porqué de las esclusas, hasta que supe de sus inundaciones periódicas de lo que su población conoce como el Acqua Alta: un fenómeno que ocurre periódicamente en Venecia cuando el Mar Adriático sube de nivel. Cuando este hecho ocurre, Venecia queda inundada en menor o mayor medida. Acqua Alta es cuando la marea sube 90 centímetros sobre su nivel normal. Las palomas de la Plaza de San Marcos se refugian entre los caballos de la magna iglesia.
Venecia es una ciudad especial e inusual donde vivir. Está siempre mojada, húmeda y llena de turistas que caminan alrededor demasiado lento, como si estuvieran viendo un museo al aire libre. Esto a veces puede ponerte nervioso, pero al final te acostumbras.
Durante esa visita en el 1975 no había restricciones. Era como caminar un museo inmenso que terminaba en los canales anchos para los vaporetos que te dejaban a la puerta del hotel o los canales secundarios; te llevaban el periódico, el pan, las flores. Recogían la basura doméstica y se estacionaban las góndolas de servicio y las del turismo en el Gran Canal. En la actualidad, en Venecia está prohibido tirar basura al suelo, alimentar a las palomas, andar en bicicleta, sentarse en las escaleras de los monumentos, hacer picnics en calles y bancos, emborracharse, andar sin camiseta o nadar en los canales (cosa que parece muy prudente).
Pude asistir casi a diario a la Plaza de San Marcos, le dimos de comer a las palomas, visitamos la Casa del Duce, me senté a contemplar el Puente de los Suspiros –cuyo nombre viene por ser el cruce del canal por los presos: por la humedad, adquirían pulmonía o enfermedades diferentes y, cuando cruzaban el puente, en sus celosías de concreto veían por última vez Venecia, por eso el suspiro.
Aunque solo estuvimos unos cuantos días, Venecia en una ciudad diferente en el mundo. Tiene un encanto antiguo y estremecedor.
Inmortal y misteriosa, el alma de Venecia está formada por 118 islas unidas por más de 400 puentes separados por canales que hacen las veces de carreteras marítimas, continuamente recorridas por góndolas y barcos en un constante ir y venir. Decir que abunda en tesoros artísticos es incluso irreverente: su encanto romántico e historia son absolutamente únicos.
Mi esposa Addy Victoria y yo llevamos grabada en el alma una tarde que salimos a caminar hasta llegar a la Plaza de San Marcos. Dimos de comer a las palomas, caminamos sus corredores y su basílica, llegando a un pequeño bar en la Plaza. Nos sentamos y pedimos un café y un vermut; se acercaron a nuestra mesa los músicos del local –dos violines, una viola, un cello y un contrabajo– y nos ofrecieron sus servicios musicales. Rodeados, mi esposa pidió tocaran “Anónimo Veneciano”. Nos cobijaron entonces los arpegios musicales, llenándonos de amor y de aprecio por estar en Venecia en una romántica velada que se nos quedó grabada en el corazón.
Años después, pinté a espátula un cuadro de .80 X 1.30 de un apunte que hice de un canal de servicio con una monja cruzando un puente de esa bella ciudad. Es uno de los tres cuadros que están en mi hogar salidos de mi pincel, están en mi oficina. Mi esposa no ha pintado Italia, pues su favorita es Francia, de la cual ha pintado unos seis cuadros y una acuarela que está en el hogar de mi hija mayor Addy, en su comedor, de Montmartre, con el Sacre Cour como fondo. Abur.
Referencias
Venecia: qué ver y hacer – Italia.it
¿Qué es y por qué se produce el fenómeno del Acqua Alta en Venecia? – Viajar (elperiodico.com)