Caminando por las Calles
XIV
EL BAZAR GARCÍA REJÓN Y LOS BANCOS EN LA CALLE 65
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
El cruzamiento de las calles 65 y 60 es el corazón comercial de nuestra blanca Mérida de Yucatán; en ese lugar confluyen todos los visitantes del interior del estado y turismo: los primeros para sus compras generales, y los segundos para la oferta artesanal y gastronómica.
En un tiempo de finales del Siglo XIX fue conocido como una plaza de ventas o, también, como la placita o plazuela de verduras. A sus costados podían encontrarse dos corredores de mampostería o portales bajo los cuales se situaban los expendedores y, en el centro, se colocaban al aire libre las vendedoras de verduras.
La plazuela estaba circundada por un pretil en el cual se sentaban los compradores y viandantes, pero éste fue suprimido en 1862 y en los costados que ocupaba se levantaron edificios para tiendas, en cuyos muros se apoyó el armazón de techo de láminas, colocado en 1881. La entrada principal al mercado quedó desde 1862.
Conocí su estructura de madera en los años cuarenta, con techumbre de lámina y una cumbrera que dejaba pasar el aire, con muros de madera y posterío todo pintado de verde, con el puesto de chufas tradicional, que luego se instaló al frente de Correos, a plena calle, rodeado de vendedores de comida típica y antojitos.
Actualmente, en el mercado García Rejón puedes obtener diversos artículos y artesanías de la región como zapatos, ropa, joyería, hamacas, ropa de manta, objetos elaborados de henequén, entre otras mercancías. Con una inversión superior al millón de pesos, el mercado de artesanías Bazar García Rejón, con historial de siglo y medio siglo, fue rehabilitado por el Ayuntamiento con el objetivo de mejorar las condiciones de comodidad y seguridad en beneficio para los locatarios y visitantes en 1961; posteriormente se han hecho algunas modificaciones al mismo, mejorando su iluminación, pero siguen siendo insuficientes sus contenedores de basura y sus servicios sanitarios –pagados– no son acordes a nuestra ciudad turística y capital cultural del sureste de México.
Pero hablemos de hoy, 2018. El edificio que alberga al Bazar es parte de la Tesorería Estatal. Posee un estacionamiento subterráneo, y sigue siendo un lugar que atrae comensales gastronómicos y compradores de artesanía del patio. Sus puestos de antojitos siempre están llenos; entre ellos sobresalen los hijos de “Des” –que levantó una numerosa familia y todos ellos tienen cobijo en el García Rejón– Martha y Rafael, que mantienen en la tradición de sus padres con el nombre de Taquería “Des” en su honor mientras que sus hermanos “”Huach”, Gaby, “Pipis” y dos más siguen la tradición, calidad y sabor típico yucateco; “El Pavo Feliz”, donde también hay caldos y mondongo Kabic; las cochinita y lechón de Ramírez y Salas; al mediodía, el primogénito de Salas vende chicharrones, castakán y vísceras como carnitas estilo Michoacán. Allí está el “negro” Vidal Quintal, reparador de calzado; Pedro, un magnífico joyero; y, en artesanías y ropa, sobresalen Nami Salé, con más de diez puestos, y dos de George Albert, creador de la guayabera bordada y el esmoquin de seda, que ahora atiende su hijo. Para descansar, tenemos el café “Moncho”, donde Mario y Beto Valadez son los mejores anfitriones, permitiendo tertulias de jubilados, peloteros antiguos, y peñas culturales que preside Roldán Peniche Barrera con cultos acompañantes y periodistas. Frente a la entrada principal del Bazar se encuentra la panadería “La Vieja” de los hermanos Canto Morell, que es parte de la historia de la ciudad.
Entre las calles 60 y 62 se encuentran comercios antiguos como la Casa “Achach”; el local del antiguo del Banco de México; recordamos la tienda de telas finas “Alvarez” y aún lamentamos el fallecimiento de Armando Álvarez y el cierre de la misma; en la esquina se encontraba el Banco del Sureste, que dirigió Armando Cárdenas. Junto estaba el Banco Comercial Peninsular, de Don Avelino Montes, y su Gerente era Héctor Poveda López; luego el Banco Nacional de México; enfrente el Banco de Comercio; seguía el Banco Capitalizador de Ahorros y el Banco Capitalizador de Veracruz, que siguen los mismos locales con las siglas bancarias de sus nuevos propietarios; a una cuadra se encontraba el Banco de Campeche, que dirigía Don Luis Cuevas, un magnífico amigo, amante de la historia vernácula y nacional.
Para las reuniones de mediodía –como se dice en Mérida– por el calor: a las doce una y a la una doce, abriendo las mamparas recibía a sus parroquianos el “Bufette”, que también era cueva de amantes de la pluma y empleados bancarios por tener enfrente las oficinas del Diario Novedades de Andrés García Lavín. Ahí se hacía la peña con Alberto Cervera Espejo, Mario Zavala Velásquez, Marco Antonio Almazán, Renán Irigoyen Rosado, Edgardo Medina y otras gentes de letras en un bar de tercera con clientela de primera. A dos cuadras se encontraba otra cantina famosa, “La Oficina”, por lo cual funcionarios e intelectuales, cuando les llamaban por teléfono, decían: “Estoy en El Bufette, o, “Me encuentro en La Oficina”, y no mentían. Desde temprana hora propietarios de grandes negocios y empleados asistíamos a probar las botanas que nos obsequiaba el “Polli” y el “Moci” Ceballos, que eran compañeros nuestros y administraban la cantina de su padre. Mi estro se estaciona en los años cincuenta en adelante, para recordar la calidez que había en una Mérida hermosa, sin celulares que interrumpieran una buena conversación, y el sabor de una cerveza bien fría.
En mis visitas actuales al centro de la ciudad, mis tertulias las hago en el Café “Moncho”. Van mis saludos a mis compañeros cafeteriles y lectores del Diario del Sureste como Roldán y Hugo Peniche; Wachy Bates, Víctor Lara; Gregorio Brito; Armando Conde, Antonio Rosado Triay; Carlos Bolio Abud, Augusto Pech Girard; Ivan Saldívar; Filiberto Aguilar, con los que suelo conversar y enterarme de los acontecimientos de las grandes ligas peloteriles, y escuchar sus recuerdos del béisbol local y nacional, o estar al corriente de los libros presentados y conferencias, o hablar de música con los hacedores de la misma.
Ir a la calle 65 es volver a estar en la Mérida que conocí hace 70 años. No ha cambiado gran cosa entre sus asistentes, solo hay más tránsito y gente que no ve su camino, pues está manipulando su teléfono móvil, sin ver y grabar lo importante que pasa en esta capital.
Fuentes
https://en-yucatan.com.mx/merida-yucatan/bazar-garcia-rejon/
Archivo AHGA