Mascotas
Uno de los grandes peligros para nuestro perro, si vivimos en una zona urbana, es el cemento de las calles. Las altas temperaturas las calientan, así como el cemento de la ciudad y las aceras, en exceso. Esta situación conlleva muchas dificultades para los perros urbanos: ellos no utilizan calzado y sus almohadillas pueden abrasarse, quemarse y sufrir dolorosas llagas en las patas.
Cuando, llegado el verano, nos trasladamos a residencias a zonas de playa, en esos sitios nuestros animales suelen pasar más tiempo en el exterior y están por ello más expuestos a la acción de los rayos solares.
Los animales que viven en el exterior, o que pasan tiempo en el exterior, pueden presentar lesiones desde leves hasta muy graves. El pavimento es altamente abrasivo, pues acumula mucho calor; por otro lado, una vez transcurridas unas horas de incidencia de los rayos del sol, las aceras se asemejan a un radiador, emiten calor y queman las almohadillas de los canes.
Las almohadillas del perro son esenciales para que éste mantenga el equilibrio, funcionan como un soporte mullido que amortigua el impacto de su peso mientras camina o corre, y también le protegen de posibles fracturas y otros daños en los huesos. El impacto de los pasos se amortigua en esta parte por ser las almohadillas blandas y estar preparadas para absorber parte de los golpes que reciben cuando están en movimiento; pero es una zona que sufre y se puede dañar, agrietándose y resecándose con facilidad si no tomamos precauciones, llegando incluso a sangrar. Aunque la piel de las mismas está preparadas para estar en contacto con la superficie del suelo, sin los cuidados necesarios puede convertir el paseo en una tortura para nuestro perro.
Es necesario tener una serie de precauciones:
- Combinar las zonas de asfalto con las zonas verdes. Aunque alternar estas superficies es aconsejable durante todo el año, es especialmente importante en el verano.
- Inspeccionar el terreno que vaya pisando nuestro perro, vigilando que esté libre de objetos cortantes, cristales, etc.
- Hay que endurecer las almohadillas de forma paulatina, incrementando los paseos y las zonas del mismo, según va pasando el tiempo, buscando siempre que el perro no sufra y que disfrute de su tiempo con nosotros. Se empieza siempre paseando en terrenos blandos y suaves, cubiertos de hierba o húmedos.
- Hay que ser precavidos también en invierno pues las heladas pueden dañar las almohadillas de nuestro amigo peludo.
Las almohadillas de un perro sano deben ser duras, ásperas y, al mismo tiempo, elásticas, no deberían estar resecas, levantadas ni agrietadas. Como norma general, y como parte de la rutina, deberíamos revisar las patas de nuestro perro a diario, especialmente si salimos al campo, o si le vemos lamerse insistentemente las patas (puede ser también un síntoma de alergia), cojear o andar de manera extraña.
Cuando no es fácil evitar la caminata sobre el cemento, lo más recomendable es usar botines para perros. Este calzado es un eficaz protector. Hay botas específicas, diseñadas para los canes que tienen que caminar por el asfalto, protegiéndole las patas de los efectos del calor. Elaboradas normalmente con neopreno, normalmente se ajustan con velcro y se adquieren en tiendas especializadas. En la actualidad incluso se hacen botas pensando en las superficies por las que va a transitar el perro: asfalto, piedras, nieve, arena, etc.
Para acostumbrar a nuestro amigo a sus nuevas botas, los primeros paseos pueden realizarse en casa, para que se habitúe al calzado antes de emprender una caminata más larga. Otra cosa que podemos hacer es llevar una botella con agua fresca y refrescarle constantemente las almohadillas. Ojalá algún día podamos hacer lo mismo con los callejeritos.
También deberíamos recortar el pelo que crece entre las almohadillas, buscar si tiene cortes o alguna uña rota o astillada; revisaremos en busca de espigas, piedrecitas, espinas o incluso chicles que puedan quedar pegados, y veremos si se encuentran secas, levantadas o agrietadas.
Cuando se ha producido una llaga, grieta o herida en las patas de nuestro amigo, es necesario hacer una curación. En primer lugar, con agua y jabón y, después, puede incluso aplicarse un poco de hielo para reducir la inflamación e inmediatamente acudir al veterinario de su confianza.
Las lesiones en las almohadillas del perro pueden tardar en curar desde una o dos semanas, hasta meses. Si la almohadilla del perro está en carne viva o abierta, tardará más en curar que si solo está ligeramente agrietada
Debemos extremar cuidados en esta época, ya que ellos son vulnerables al sol. Es MUY IMPORTANTE la prevención de este problema, tanto como en las personas. Así, debemos intentar evitar que nuestros animales se expongan a los rayos del sol, sobre todo en las horas centrales del día. Debemos recurrir al uso de las cremas protectoras solares para aplicarlas en las zonas de más riesgo. Ya hay en el mercado cremas específicas para nuestros perros y gatos. Ante cualquier lesión sospechosa, acudamos a nuestro veterinario.
Dra. Carmen Báez Ruiz
drabaez1@hotmail.es