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Café “Peón Contreras”

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Remembranza

“UN RINCÓN DEL TEATRO SÍMBOLO DE NUESTRA CIUDAD MERIDANA”.

ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA

En aportaciones anteriores escribí sobre Don José Peón Contreras, nuestro paso universitario en los años 50 en la Universidad Nacional del Sureste, ahora Universidad Autónoma de Yucatán. Este café Peón Contreras, inmejorablemente situado frente a nuestras aulas en el corazón de la ciudad de Mérida, siempre nos acogió a alumnos y maestros. Fueron dos los lugares que nos sirvieron para fortalecer nuestros principios culturales: la Biblioteca Central y el café “Peón Contreras”; la cafetería “Pop” de la calle 57 se inauguró en 1971 y fue otro de nuestros sitios preferidos cuando estudiantes, ahora envejecidos, con capacidad intelectual forjada desde esos añejos años en nuestro paso por ese gran centro de estudios universitarios, sin olvidarnos de nuestros maestros.

En la actualidad, el café “Peón Contreras” tiene acceso al Pasaje del Congreso del Estado, dando servicio al turismo con muchas mesas al aire libre y algunas a un costado del foyer del teatro.

El café Peón Conteras era el sitio en que algunos de nuestros maestros esperaban su segunda clase, o simplemente gozaban del néctar negro en un solaz de tranquilidad; era también sitio de reunión con periodistas y literatos. Las tertulias de cada mesa eran ligadas a la cultura del medio. Puedo recordar al abogado Conrado Menéndez Díaz, al escritor y poeta Carlos Duarte Moreno, a nuestro Rector Abogado Francisco Repetto Milán, a Jaime Oroza Díaz, Secretario de la Preparatoria; Humberto Arjona Torre, encargado de la parte deportiva y maestro de Francés, junto con Don Balbino Mena; los Hermanos Carlos y Antonio Canto López y así varios de quienes abrevamos conocimientos y además fueron nuestros amigos y guías.

El Café “Peón Contreras” abarca lo que fue el Pasaje del congreso, hasta el final del edificio del teatro, como centro turístico.

En este café departíamos estudiantes y maestros: los miembros de la Asociación Periodística Estudiantil Yucateca, con Adonay Cetina, Roberto Peniche, Edgardo Salazar, Luis Peraza y otros. En esas mesas se ejecutaron las sesiones de teatro universitario que presidió Luis Armando Trejo Cardós, dejando un legado de buenas obras teatrales con Carlos Duarte Moreno y sus actores. Antonio Canto López nos preparó como historiadores y Carlos Canto López como conocedores de la Preceptiva Literaria que escribió para nosotros con grandes frutos; la primera Asociación de gimnasia varonil.

El primer viaje del poeta nacional de Cuba, Don Nicolás Guillén, en un mediodía en que estábamos conversando sobre literatura con el poeta Carlos Duarte Moreno, quedó inmortalizado cuando llegaron el director de Bellas Artes, Juan Duch Colell, Mario Zavala Velázquez, “Cholain” Rivero, Franti Cardeña, todos de izquierda e ideólogos de la izquierda mexicana. Iban acompañados de Nicolás Guillén. Se puso de pie Carlos Duarte Moreno y gritó: “Maestro, voy a saludarle.” Fue hacia la entrada y se dieron un abrazo mientras Duarte Moreno en voz alta improvisaba dos cuartetos de los cuales recuerdo el primero: “Qué bien Nicolas Guillén / nos volvemos a encontrar / cañaveral y henequén, / tu Cuba y mi Yucatán. Duarte Moreno nos presentó y Guillén en ese momento nos adoptó como sus alumnos con el Café “Peón Contreras” como paraninfo cultural de todos los días.

Foyer y escalera central para ingresar al teatro; a la derecha, el Café “Peón Contreras”.

Ya en el año 71, cuando Amira Peniche inauguró la Cafetería “Pop”, se volvió el nuevo sitio universitario al que concurrimos hasta la fecha. Al Peón Contreras asistíamos ocasionalmente a escuchar a la Orquesta Sinfónica del Estado. Tomaba un café sobre la calle peatonal y recordaba desde mi asiento que por años trabajé como Oficial mayor de la Academia Yucatanense, ahora un local desocupado y creo sin uso. Ahí dimos conferencias, cuando menos dos por mes, y su biblioteca se abría diario al público.

Mis últimas visitas al Teatro “Peón Conteras” fueron cuando las exposiciones pictóricas organizadas por el Creative Studio “TrishArt”, con más de 40 obras que incluyeron algunas de mi esposa Victoria campos y tres obras mías, con buen éxito.

Después del incendio en su tercera planta, se cerró el teatro y su restauración ya está por terminar.

A pesar de que mi condición visual me hizo perder bastante autonomía (solo salgo para momentos especiales que me llevan y traen a casa), sigo escribiendo porque tengo en la memoria mi teclado y un par de lupas para releer lo que escribo. Aunque sé que el Ing. Sergio Alvarado le da la última lectura y alguna corrección de estilo, espero seguir con este pasatiempo hasta el final del camino. Mientras no vea la meta, seguiré tundiendo la máquina, como cuando escribíamos para el Diario del Sureste desde los años cincuenta, ahora a nivel mundial con la tecnología virtual, disfrutando del café que me preparan en casa.

Abur.

Este es el Nicolás Guillén que conocimos en Mérida y en La Habana en los años cincuenta.

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