Letras
Alfonso Villa Rojas
El ex territorio de Quintana Roo es, sin duda alguna, la región más aislada y desconocida de la península yucateca. Al margen de la civilización, desde la Guerra de Castas, fue refugio protegido del maya insumiso que revivió en sus guaridas algunos aspectos de su vida provinciana. Su organización jerárquico-militar, sus santuarios, oráculos, profetas, ceremonias y otras prácticas, evocando sus tiempos de remota soberanía, tendieron a formar un nuevo tipo de indígena maya, que tanto había de diferenciarse de sus hermanos del norte. El interés despertado por esta transformación llegó a captar la atención de los investigadores que en varias ocasiones han tratado de estudiar e interpretar sus aspectos culturales, aunque sin la calma ni preparación debidas. Los más de los informes publicados hasta el presente no son sino apuntes de viajeros apresurados o de observadores impreparados que, no obstante ser dignos de elogio por el esfuerzo que significan, resultan superficiales y faltos de método. Una breve revisión de tales informes bastará para mostrar la verdad de este aserto. En primer lugar son de citarse, según orden cronológico, las Memorias de don Felipe de la Cámara Zavala que recorrió la región, como oficial del ejército federal, en 1852. Sus datos se refieren, principalmente, a las actividades bélicas de los indios de entonces, así como a algunas de sus prácticas y creencias religiosas. Se sigue el estudio del doctor Karl Sapper, Estados indígenas independientes de Yucatán, publicado en el boletín número 28 del departamento de etnología americana del Instituto Smithsonian, como resultado del viaje de exploración llevado a cabo por el autor en el año de 1894. Aporta datos de bastante interés sobre la organización política de la región, dividida en aquellos tiempos en los distritos semi independientes de Chan Santa Cruz, Ixkanhá e Ikaiché. Informa también, aunque en términos ligeros, de algunos usos y costumbres. El mismo Instituto, en su boletín número 64, publicó los resultados obtenidos por el doctor Thomas W. F. Gann en sus investigaciones de carácter etnológico y arqueológico a través del ex territorio y de la colonia inglesa inmediata. Los informes que contiene sobre costumbres, ceremonias y medios de vida de los mayas citados, hacen de este estudio el más aceptable de los publicados hasta hoy. El doctor Gann añadió algunos nuevos datos en su obra Ancient Cities and Modern Tribes, editada en 1926.
Los siguientes apuntes publicados en la revista antropológica Quetzalcóatl, fueron obtenidos por el señor Carlos Basauri como miembro de la expedición John Goddins Gray Memorial que recorrió el territorio en el año de 1929. El estudio sólo aporta como datos de interés algunos informes sobre creencias y prácticas supersticiosas. Un año después hizo el mismo recorrido la expedición encabezada por el entonces subsecretario de Educación Pública profesor Moisés Sáenz, cuyos resultados fueron publicados el mismo año en Excélsior y en otros periódicos de la capital. Fueron de muy escaso interés.
Por último, es de citarse el reciente Estudio etnográfico de los mayas del ex territorio de Quintana Roo, en el que el profesor Santiago Pacheco Cruz presenta, en amena miscelánea, el resultado de sus observaciones personales durante el tiempo que fue inspector escolar de la zona.
Por nuestra parte, hemos hecho varios viajes de reconocimiento etnológico a través de esa región preparando un estudio más detenido, que la Institución Carnegie proyecta llevar a cabo a partir del año próximo bajo la dirección del doctor Robert Redfield, antropólogo de la Universidad de Chicago. Noticias de estos viajes de resultados etnológicos insignificantes, han sido publicados en los anuarios de la citada institución correspondientes a los años de 1930 y 1932, así como en el número 1 de la revista científica Maya Research de la Universidad de Tulane.
Por lo anterior puede verse que, aunque se han citado investigadores, los indígenas del ex territorio de Quintana Roo siguen siendo mal conocidos por el etnógrafo profesional, que no puede entender ni interpretar su cultura con los informes inconexos de observadores profanos en antropología social.
Chicago, octubre de 1934.
Diario del Sureste. Mérida, 28 de octubre de 1934, p. 3.
[Compilación de José Juan Cervera Fernández]