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‘Blizzard of Ozz’, la revancha de Ozzy

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Un 20 de septiembre de 1980 vio la luz Blizzard of Oz, uno de los álbumes clásicos dentro de la historia del metal, un trabajo redondo que fusionó elementos de música clásica con un rock duro, contundente y melódico realmente alucinante. A la distancia, son muchas las virtudes que han propiciado que los fans de la buena música adoptáramos los temas con enorme gusto; contextualizando su creación entendemos más a fondo por qué terminó convirtiéndose en una obra maestra.

En 1979, Ozzy Osbourne había sido echado de Black Sabbath, la banda de sus amores, a causa de su desbordada adicción a las drogas y el alcohol. Para el británico aquello resultó injusto, pues todos los integrantes del grupo estaban quemados por los excesos. Como fuera, fue el sacrificado, lo que lo llevó a tomar el dinero que le ofrecieron como compensación, encerrándose en un hotel en Los Angeles dispuesto a morir. Sharon Arden, hija del entonces manager de Sabbath, a quien Ozzy le robó 500 dólares, fue quien lo sacó de aquel lugar. El hombre estaba convertido en una piltrafa y Sharon lo convenció a retomar su carrera, ofreciéndole el respaldo de ella y su padre. Aunque el Mad Man no tenía contemplada una etapa como solista, aceptó, dejando en manos de Sharon la creación del proyecto.

Todo esto contribuyó a que ‘Blizzard of Ozz’ se convirtiera en un disco con importantes significados, no solo porque marcó el resurgimiento de una figura emblemática en la historia del rock, sino también por introducir a un virtuoso llamado Randy Rhoads, un músico que con este y tan solo un álbum más dejó una honda huella.

Como ya se sabe ahora, fue su amigo el bajista Dana Strum quien le recomendó a Randy asistir a las audiciones que Ozzy Osbourne estaba realizando. Randy sólo tuvo que tocar 5 minutos para que el ex Black Sabbath quedara impresionado con su forma de tocar, siendo de inmediato admitido.

Ozzy recuerda que: ‘Estaba borracho y drogado; estaba agotado y quería irme a casa, pero mi asistente me dijo que todo terminaría tras escuchar al último guitarrista, lo cual acepté a regañadientes. Entonces entró un guitarrista diminuto y rubio, que pensé era una chica porque tenía el pelo extremadamente largo, que me preguntó ‘¿qué quieres que toque?’. Le respondí: ‘Toca lo que quieras’. Y aun estando borracho y drogado, de repente me di cuenta de que era lo más hermoso que había escuchado, o quizás esas drogas eran muy buenas, ja ja ja ja.’

Ozzy Osourne encontró en Randy Rhoads el complemento perfecto para crear muchos de sus mejores temas en un álbum debut que resultó explosivo.

Grabado de marzo a abril de 1980 en los estudios Ridge Farm, con Lee Kerslake (ex baterista de Uriah Heep) y Bob Daisley (ex bajista de Rainbow), este elepé presentó nueve excelentes temas entre los que sobresalen: ‘Mr. Crowley’, ‘Crazy Train’, ‘Revelation (Mother Earth)’, ‘Steal Away (The Night)’, ‘GoodBye to Romance’, ‘Suicide Solution’ y la instrumental ‘Dee’. Una joya. La producción corrió a cargo de Ozzy, Daisley, Kerslake y Randy.

Gran parte del éxito del disco se debió a la difusión de los temas ‘Mr. Crowley’, con letras inspiradas en la reputación oscura del ocultista Aleister Crowley, y ‘Crazy Train’, donde los solos de Randy se convirtieron en su mejor tarjeta de presentación.

En su libro ‘I am Ozzy (confieso que he bebido)’, Ozzy comenta: “Mentiría si dijera que cuando hicimos Blizzard of Ozz’ no tuve la sensación de estar compitiendo con Black Sabbath. Les deseaba lo mejor, claro, pero una parte de mi tenía un miedo atroz de que tuviesen más éxito ahora que yo no estaba. Y el primer disco que sacaron con Dio era bastante bueno. No salí corriendo a comprarlo, pero oí algunos temas por la radio. En Gran Bretaña llegó al número nueve en las listas de ventas, y en los Estados Unidos al veintiocho. Para cuando acabamos Blizzard en los estudios Ridge Farm de Surrey, ya sabía que teníamos un disco de la leche entre las manos. Cuando el disco salió a la venta en Gran Bretaña, en septiembre de 1980, entró en el número siete de la lista de éxitos. Cuando se editó en Estados Unidos, seis meses después subió hasta el 21; acabó vendiendo cuatro millones de copias y entrando en la lista de Billboard de los 100 discos más vendidos de la década.

RICARDO PAT

riczeppelin@gmail.com

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