Artes Plásticas – Desde Nicaragua
Mi arte me acompaña desde la infancia. La abstracción y el surrealismo también desde la percepción de todo lo que he visto con admiración y fascinación por lo que oculta o muestra parcialmente. Para pintar percibo cada aspecto de la naturaleza que miro con emoción. Percibo lo que veo con mi consciencia, lo pinto buscando una visión grande que me emociona y a quienes las ven.
Berta María Marenco Gutiérrez nació en Granada, Nicaragua. Es artista plástica, pintora, ceramista, diseñadora de interiores. Estudió en la Universidad Autónoma de Centroamérica (UACA), San José Costa Rica; además estudió Artes Plásticas en la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI); Diseño de Interiores, y fue becaria de la OEA-Ministerio de Industrias de España, Madrid. Estudió Arte Popular, Promoción y Comercialización, y tomó muchos cursos y talleres.
No estudié arte en el instante que terminé la secundaria porque a mi papá le pareció que no era práctico para mí. Quizás él quería protegerme del libertinaje de aquel tiempo en las escuelas de Arte.
Dan las 3 de la tarde y estamos en la casa de la Maestra de Arte Berta María Marenco. Está lista para compartirnos su historia como artista. En el ambiente flota una melodiosa música de algunos pájaros en las flores de su jardín, convirtiendo la tarde en un maravilloso encuentro en el que fluyen las historias de una mujer que ha logrado impresionar al mundo con el alma que deja al descubierto en cada cuadro.
La Artista se percibe como una mujer que desde niña amó la pintura, y que durante su vida tomó decisiones acertadas que le infundió su papá (Q.E.P.D.), a quien admira y recuerda con agradecimiento. Fue él quien legó en sus hijos el talento y sabiduría, adiestrándolos para la vida, marcando en ellos una disciplina que los llevó a escalar las alturas.
Nos confiesa que gracias a su padre pudo “actuar para bien”, ya que él no quería dejarles una herencia económica, sino herramientas para que se pudieran defender en la vida; como una profesión que les brindara una herramienta ante cualquier necesidad, porque él era práctico. Es de los recuerdos más poderosos que la artista guarda.
Mientras la tarde transcurre, la artista continúa revelando su vocación. Ahora, acompañados de un café, Berta María nos revela el legado de su papá: “Disciplina». La agradece y recomienda.
Para saber más de su lenguaje artístico le preguntamos sobre su “Yo artístico”.
¿De dónde nace la inspiración en sus obras?
La inspiración no es cosa del más allá, ni es cosa romántica, ni algo que va a descender de los cielos. Para ser un artista deben darse varios elementos.
En primer lugar, la persona debe tener talento. Mi talento es un don que Dios me dio; ese don está vinculado a que te guste hacer algo, luego hay que perfeccionarlo, alimentarlo.
Segundo, debe existir la disciplina, trabajar en lo que te gusta y dedicarle la mayor cantidad de tiempo, para conseguir la libertad.
Por último, la inteligencia para decir ‘voy por aquí’, hacer una asociación de ideas ir perfeccionando las técnicas, estar con las energías activas. Estoy dedicada a la pintura, que me va dando la creatividad o inspiración.
¿Cómo definiría su estilo?
Cuando niña, fui dibujante: dibujaba el cuerpo humano. Mis maestros me pedían dibujos de ese tipo porque veían en mí un talento. Dibujaba a mis hermanos menores -como era yo la mayor, podía darles órdenes-, les decía “estén allí sentados”; les regalaba dinero para dibujarlos. Era dibujo, lápiz y papel.
A los 16 años hacía caras, cuerpos, lo que me nacía. Un artista siempre reproduce lo que está en su alrededor. De ahí el tema de la Naturaleza en algunas de mis obras, pinto lo que veo a mi alrededor interpretando mis sentimientos; los ecos de mi memoria ahí los voy plasmando con cada técnica.
Hice como 60 obras que tienen que ver con lo figurativo. Como estaba entrando en una etapa abstracta, más libre, utilicé elementos que encontré en la misma Naturaleza. Además, soy muy colorista, me encanta la fuerza que tienen los colores. Me gusta ser optimista, que mi pintura te invite a vivir, a tener esperanza.
¿Su mayor reto frente a un lienzo?
Creo que la pintura es como un espejo de cada alma. El reto es lograr que el espectador entre en ella, que la sienta. Entonces me siento satisfecha porque mi obra trasciende, se vuelve universal.
¿Qué admira del arte de México?
Me encanta la cultura de las zonas originarias. México es la cuna de la cultura, con gran influencia en la pintura, con grandes muralistas como Tamayo, Diego Rivera; son maravillosos.
¿Cuál es su opinión del arte en Nicaragua?
Hay un semillero enorme. He visto muy buenos trabajos, murales que para mí tienen tanto valor. Puedo ver mares bellos y me identifico ya que yo soy amante del mar, por la salud que hay en él. Siento cómo la energía me llama.
¿Qué mensaje comparte a los jóvenes amantes del Arte?
Todo ser humano que se sienta sensibilizado por ser artista tiene que ser honesto consigo mismo. Es una profesión que el artista nunca deja; sobre todo si es bueno. Deben ser dedicados, disciplinados, honestos, apasionados. Sus trabajos deben prodigar felicidad a las personas y a ustedes. Así contribuiremos a que se respete el planeta y lo ayudemos a sobrevivir.
La Maestra Berta María Marenco nos ha compartido su filosofía del éxito, lo que la llevó en cada etapa a ser hoy una mujer optimista, triunfadora en la vida. Hoy, Bertita es, para el mundo y para Nicaragua, un ejemplo de disciplina que ella misma abraza y practica a diario, siendo la luz interior que inculcó su papá, y que le ayuda en su día a día a irradiar felicidad y satisfacción plena por haber conseguido lo que tanto soñó, ser una gran artista.
RAFAEL QUINTANA