Remembranza
“EL BÁRBARO DEL RITMO”
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
Este personaje lo conoció mi padre en la XEW de México, cuando se hacían programas en vivo desde su Estudio Azul y Plata en las calles de Ayuntamiento. “Benny” ya vivía en México cuando conviví con su música, en mi juventud, cada mes la bailábamos en la secundaria Cisneros Cámara, en los años 40 y 50. Seguí su trayectoria por mi familia y mis viajes a Cuba, esa Antilla Mayor que me abrió sus puertas a mi concepción poética y literaria y que quiero como me enseñó mi madre. Ella escribió sobre Cuba ya en su vejez. Su último artículo fue para el Diario del Sureste: “Mis recuerdos juveniles del rio Almendares”. Hasta el final de su vida recordaba a su amiga manzanillera Libia Fernández del Castillo.
En mis viajes a Cuba el Lic. Jesús Gomes Cairo, en ese entonces director del Centro de Investigación y Divulgación de la Música Cubana “Odilio Urfé”, y como presidente del Primer Festival Internacional bi-anual “Benny Moré” en su natal Cienfuegos, Cuba, me ofreció que tomara la estafeta por México en el conversatorio: “Benny Moré en el Distrito Federal Mexicano de los años 30”, junto con otros musicólogos colombianos, venezolanos y cubanos invitados.
Conocía Cienfuegos como conozco Mérida o Campeche, así que me sentía en casa. Mi conocimiento del municipio de Lajas, donde nació Benny, me permitió conocer a sus hermanos y a su hermana menor en el teatro de Lajas. Conocí a toda su descendencia familiar, tengo una foto con toda su familia, y posteriormente estuve en el desvelamiento de su estatua de tamaño natural, ahora en el parque Martí de Cienfuegos. La develación en Cienfuegos y en Lajas la hicimos la directora del Instituto Cubano de la Música, Alicia Perea Maza, el presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, Abel Prieto. En esos días, Jesús Gómez Cairo era director del Museo de la Música de Cuba.
Bartolomé Moré nació el 24 de agosto de 1919 en Santa Isabel de las Lajas, Cuba. Fue hijo de Silvestre Gutiérrez y Virginia Benítez Moré, pero sus padres no lo reconocieron, así que fue su abuela materna, la Sra. Patricia Moré, quien se hizo cargo de él.
Eran muy pobres, por lo que su infancia y adolescencia transcurrieron en condiciones adversas… Aun así, cuando contaba con apenas 12 años compuso su primera obra musical, conocida como “El Bardo” o “El Desdichado”, por supuesto sin haber por supuesto sin haber cursado ningún estudio musical formal.
A los 17 años de edad se trasladó a La Habana, en donde se dedicó a cantar en las puertas de los bares junto con su amigo Anselmo, además de lavar coches, cargar canastas en los mercados y hacer mandados. En 1945 se trasladó a la Ciudad de México, en donde se unió al conjunto de Miguel Matamoros. En la XEW conoció a la Señorita Margarita Juana Bocanegra Durán, con quien se casó a los días de conocerla.
Cuando el conjunto concluyó su gira en México, tuvo que trasladarse a España para iniciar su gira internacional, pero Bartolomé no consiguió que Miguel Matamoros cubriera el pasaje de su esposa, así que decidió no seguir con ellos, por lo que permaneció en México sin trabajo.
Por fortuna contaba con el apoyo de don Francisco Aguirre, quien lo contrató para actuar en centros nocturnos. Así empezó a darse a conocer como solista y pronto le ofrecieron un contrato exclusivo para actuar en un hotel nuevo en la ciudad de Tijuana, B.C., en donde permaneció durante un año. Después regresó al Distrito Federal y se incorporó a la orquesta de Arturo Núñez.
También perteneció a las orquestas de Rafael de Paz y Chucho Rodríguez, además de que realizó varias presentaciones como solista, tanto en el país como en el extranjero. Gracias a su éxito, la RCA lo contrató en exclusiva de por vida.
En 1951 regresó a su país natal, Cuba, en donde radicaría el resto de su vida. Ahí formó, con 20 músicos, su orquesta La Tribu, con la que cosechó grandes éxitos y realizó varias giras internacionales.
En México era muy solicitado: varios artistas y empresarios lo buscaban, pero él nunca volvió. Quienes querían verlo tenían que ir a Cuba, como fue el caso de Pedro Vargas, que lo tenía en muy alta estima y se trasladaba a la isla para grabar con él.
Bartolomé Moré era un gran amante de la música y le gustaba escuchar de todo tipo, aunque su favorito siempre fue Benny Goodman. Su admiración era tal, que tomó de él su nombre artístico, por lo que se convirtió en “Benny Moré”.
El autor de grandes éxitos como «Bonito y Sabroso», «Rumberos de Ayer», «Dolor y Perdón», “Las Mangoleles» y «El Bardo», por mencionar sólo los más destacados, recibió gran cantidad de reconocimientos a lo largo de su vida; los más destacados fueron el de Panamá, en 1950, y el de Venezuela, en 1955. La mayoría se llevaron a cabo en Cuba, en donde se le reconocía con mucha frecuencia y, durante sus últimos años de vida, dedicaron diversos foros y espacios al reconocimiento de su obra.
Una anécdota en la que se puede apreciar muy bien la clase de persona que fue Benny Moré sucedió en el puerto de Veracruz, Ver., adonde acudía cada año al carnaval: al terminar una de sus presentaciones, una señora se le acercó y le dijo que tenía un hijo paralítico que lo admiraba mucho y su mayor anhelo era conocerlo. Benny salió del teatro y acompañó a la señora a su casa, en donde estuvo platicando con el muchacho acerca de su música y le interpretó cinco de sus canciones. Madre e hijo se despidieron entre lágrimas de gratitud y bendiciones.
Para Benny, la obra que mayores satisfacciones le dio fue «Bonito y Sabroso», y siempre comentó que su mayor satisfacción como compositor, era que el público bailara su música.
El 19 de febrero de 1963 el mundo perdió a Benny Moré, que falleció en su querida Cuba, en donde se le recuerda como a un héroe nacional.
Muy merecido bronce del bien llamado «Bárbaro del Ritmo», en pleno Paseo del Prado, en el corazón de Cienfuegos, ciudad a la que Benny homenajeó con su inmortal guajira «Cienfuegos». La ciudad lo inmortaliza a él con esta hermosa estatua a tamaño real de Benny.
Benny sintetizó cinco siglos de música con la más asombrosa sencillez. Llevó al público un proceso sonoro altamente complejo y ancestral, digno de estudiarse por las mejores academias musicales. Fundió lo pasajero con lo eterno, lo popular con lo clásico. No admite igual, solo puede ser comparado con él mismo. Dio a Cuba la unión, la identidad y la alegría, los tres componentes más importantes de la cultura de un pueblo.
Yo y mis compañeros de secundaria de los años cincuenta le agradecemos haber conocido y bailado su música. Abur.
Fuentes
https://www.sacm.org.mx/Informa/Biografia/05915
https://www.arteporexcelencias.com/es/articulos/benny-more-simbolo-de-la-musica-cubana