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Balam y otros relatos (VIII)

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Letras

CASA DE HUÉSPEDES

 

V

 

Esa noche sería la presentación formal de los APSON en el Salón Riviera de la Narvarte. Su repertorio ensayado con esmero incluía los mejores rocks y baladas de moda: “Ahí nos vemos cocodrilo”, “El Rock de la cárcel”, “Popotitos”, “La plaga”, “Agujetas de color de rosa”, “Melodía de amor”, “Tu cabeza en mi Hombro”, “Que las cerezas están maduras eso lo sé…”, y dos docenas de piezas más.

El grupo estaba integrado con Bisoña en los teclados, Rubén en la guitarra eléctrica. Mauricio en la batería, Ramón en el bajo, y a veces como solista con algunas canciones, Pepe Ballote con el saxofón y por supuesto Margarita como la primera voz del conjunto.

En la casa todo era entusiasmo. Los muchachos preparaban su indumentaria y arreglo personal para lucir mejor. El pelo largo cubriéndoles las orejas con alguna melena. Su vestimenta de rockeros: camisa de color morado, corbata dorada y chaqueta verde tachonado de lentejuelas, pantalón negro ajustado y zapatos de charol. Lucían muy elegantes y apuestos. Y Margarita, preciosa con blusa escotada de color verde esmeralda haciendo juego con sus ojos y minifalda de amarillo encendido.

A las seis de la tarde comenzaron a llegar los primeros concurrentes y media hora después el salón estaba pletórico de jóvenes que ansiaban escuchar las interpretaciones del nuevo conjunto musical.

Comenzó el baile. Con un solo de batería, Mauricio llenó de estruendos bien acompasados el ambiente, seguido de ágiles acordes con los que Bisoña en los teclados preludiaba el primer rock. La guitarra eléctrica de Rubén inundó con sonidos metálicos el salón, Ballote con el sax definió la melodía y Ramón en el bajo cuidaba los compases del concierto.

“Popotitos no eres un primor, pero bailas que me da pavor” cantaba Ramón.

Julián llegó al baile. Al entrar, vió a su novia Georgina que bailaba frenética con un joven, haciendo divertidas cabriolas rocanroleras: que la resortera, que el paso debajo del puente, complicadas alzadas y lanzadas. En una de ellas, el joven no logró sujetarla con firmeza, resbalaron las manos por el sudor, y Georgina rodó por el suelo hasta los pies de Julián que apenas llegaba al baile.

–Buenas noches, amor– dijo Julián en tono burlón–. Veo que te diviertes mucho.

Reaccionando, Georgina se incorporó y respondió altanera:

–Pues qué quieres que haga si tú llegas tarde.

Julián se alejó al ritmo de «Nos vemos presumida no te puedo aguantar”…

Los Apson tocaban “Tu cabeza en mi hombro”. Julián invitó a bailar a Margarita, que aceptó entusiasmada. Bailaron “de cachetito”. Georgina hizo un berrinche y abandonó el lugar.

César Ramón González Rosado

Continuará la próxima semana…

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