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Araña alacrán o amblipigio

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Hay más de 150 especies de Amblypygi, comúnmente llamadas arañas látigo o escorpiones sin cola, pero que no son ni un animal ni el otro. Son amblipigio. El origen de amblypygi se remonta a la época del Carbonífero superior, el cual data de 300 millones de años, ya que se han encontrado innumerables fósiles de dicho momento geológico.

México, Brasil y Cuba son los países con mayor diversidad de estos animales que habitan sobre todo entre los trópicos. Reciben distintos nombres comunes según las regiones: guabá, tendarapos, casimpulgas, canclos o cancles, arañas corazón, arañas látigo, arañas estrella, madres de alacrán, alacranes rey, escorpiones sin cola, limpia casas, tenanche, vinagrillos, cancreo, etc..

Su tamaño oscila entre los 0.4 y los 4.5 cm. El cuerpo está comprimido y es de color castaño; muestra dos regiones diferenciadas: el prosoma y el opistosoma, separadas por una estrecha cintura. El prosoma es ancho y aplanado, en forma de escudo, con dos ojos centrales y tres a ambos lados, próximos al margen frontal; algunas especies carecen de ojos. El opistosoma en estos animales se encuentra dividido en doce segmentos y en esta región se encuentran todos los aparatos y sistemas internos del animal, además del orificio genital con los aparatos reproductores correspondientes, que en este caso de localizan en el segundo segmento, al igual que las filotráqueas que se extienden desde el segundo segmento hasta el tercero. Estos animales no son peligrosos para el ser humano, ni siquiera tienen veneno.

Tienen hábitos nocturnos, por lo que durante el día suelen esconderse dentro de árboles o cuevas. Suelen cazar de noche, cuando salen de las cortezas de los árboles donde se esconden durante la mayor parte del día, capturando a cucarachas, termitas u ortópteros con los pedipalpos, perforando a estos artrópodos utilizando sus quelíceros, para así succionar los fluidos corporales de estos animales.

Algo destacable de estos arácnidos es que cuidan a los más pequeños. En algunas especies de amblipigios, las madres pueden llegar a cargar con las crías en sus espaldas durante varios meses.

Tienden a reproducirse de inmediato, buscan zonas oscuras y húmedas, por lo que es común encontrarlos en los baños de las casas o sótanos. Sin embargo, no representan ninguna clase de peligro para el ser humano y no son de importancia médica debido a que no contienen veneno. Son muy tímidos y poco agresivos. La reproducción de amblypygi es sexual, produciéndose entre un individuo femenino y otro masculino. La fecundación es externa, el amblipigio macho produce espermatóforos pedunculados que deposita en una base sólida, ayudándose de una gran densidad de esperma, saliente del apéndice. El macho utilizará sus pedipalpos para guiar al amblipigio hembra hasta el espermatóforo ya anclado.

Las hembras amblipigias se encargan de fertilizar los huevos, hasta 60, en un hueco que poseen bajo el abdomen, considerándose animales ovíparos. Una vez eclosionados los huevos, estos animales sufren desarrollo directo, creciendo en función de varias mudas, hasta conseguir el estado adulto. La hembra transporta la puesta (hasta 60 huevos) en la parte ventral del opistosoma. Cuando nacen las crías, trepan al dorso del opistosoma y son transportadas por la madre hasta la primera muda, cuando se dispersan y hacen vida independiente.

Fungen como control biológico de otros insectos, como cucarachas, por lo que se sugiere no matarlos. La característica más peculiar es la forma del primer par de patas, mucho más largas que las demás y con función táctil.

La mayoría de los amblipigios son hidrófilos y pocas especies resisten mucho tiempo en entornos secos; beben agua y probablemente perciben la presencia de agua con algún tipo de seda sensorial. Las zonas geográficas dónde más comúnmente se encuentran los amblypygi son los ambientes tropicales y/o subtropicales.

En la cadena alimenticia, sus depredadores son los murciélagos y lagartijas grandes, mientras que ellas se alimentan de cucarachas, grillos, saltamontes, colibríes y lagartijas chicas.

Si las ves, no las mates, son benéficas para el ecosistema.

Dra. Carmen Báez Ruiz

drabaez1@hotmail.es

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