Poesía
“A ochenta y cinco años de distancia”
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
Que llena la primavera de caminos
y la noche de cantos…
I
Aunque siga acertando a ser Hiram
y no el héroe
o la inocencia que debiera,
mi corazón fue mordido por los ángeles
y algún que otro detractor de la esperanza.
Hoy me sentí cadáver
y comencé a preocuparme seriamente.
Antes me burlaba de mi propia tragedia,
la creía humana y hasta lógica.
Hoy me asusta su grandeza,
a más de ocho décadas de herrumbre
y desconcierto.
Pero quiéranlo o no
los grillos siguen musicando
el corazón que fue mío mientras duró
su evidencia de corazón irremplazable
II
Luego principió a perderse
y subsistir de la consulta clínica,
el control arterial, y la frecuencia
del latir ancestral que a veces cansa;
ahora ya nadie sabe decir en qué oreja humana
sigue virgen,
ni en qué silbido hizo con la nostalgia
una escalera azul.
III
Hay escaramuzas que nadie puede prohibirle
a un corazón mutilado
que sabe amar la intrascendencia
en el momento exacto de la melancolía.
Ah, si las estrellas me oyeran,
Cupido y Eros vendrían con otra flecha.
Pero el equilibrio emocional es anacrónico
en las descargas de su vientre:
sólo cuando me besa soy un hombre público.
Mi corazón sigue mordido por los ángeles.
A Heriberto Arcila Herrera, científico, cardiólogo
y nefrólogo, compañero de estudios medios y superiores,
quién en importantes momentos de la vida ha estado conmigo
y mi familia con la mano extendida de hombre de bien.
Tu hermano, Hiram García.
Mérida de Yucatán a 12 de abril del 2021