Editorial
Las autoridades sanitarias del país han pasado por una dura prueba durante un período que excede a un año.
Ha sido así en virtud del avance desmedido de una pandemia que, por lo que se conoce actualmente, rebasó inicialmente las predicciones originales de su permanencia; que se encamina a un nuevo trimestre del año en curso, a cuyo término habrá de calificarse como la más dañina en estos dos decenios del nuevo siglo. Y continúa…
El personal del Sector Salud ha mostrado una gran responsabilidad dentro de su función preventiva y correctiva, informando, capacitando personal, esmerando atención en los centros de hospitalización, cubriendo la vacunación desde el primer momento de aparición de esta opción preventiva a nivel mundial.
Nuestro pueblo mexicano ha sido duramente castigado por la pandemia. Por ello, la acción de médicos en hospitales, en servicio de traslado de enfermos, campañas continuas de sensibilización social y aplicación ágil de vacunas han hecho notar su presencia continua, firme, total en nuestro medio, porque son cosas de todos los momentos y ámbitos sociales.
La amplia difusión de los protocolos preventivos ha ayudado a que cientos de miles de compatriotas continúen aun entre nosotros.
Aún no pueden echarse las campanas al vuelo. Nos falta remontar más tiempos duros, de retos a la acostumbrada convivencia de otrora.
Los mexicanos vamos respondiendo día a día con la responsabilidad esperada. Todos tenemos esa obligación preventiva de cuidarnos en lo familiar y lo social.
Los rebrotes no son deseables. Solo podemos acabar con ellos extremando nuestro sentido de responsabilidad familiar y social.
Nuestro México es un gran país al que pertenecemos. Aquí nacimos, aquí continuamos. La fe en que somos más grandes que los problemas va sostenida por nuestra historia común.
En las contingencias, antes y ahora, la mejor respuesta que hemos dado es el coraje para enfrentarlas y vencerlas, sobreponiéndonos a ellas.
Continuemos así, unidos y solidarios.
¡¡Sursum corda!!
¡¡Arriba esos corazones!!