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Anatomía distante y sin retornos

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Letras

Adán Echeverría

“¿Cómo llamarla vencedora

si la muerte la habita y la define?…

Rosario Ferré

 

 

Tendré que agradecerte el odio

el acto terrible de nombrarme

la solidez de ojos en la espalda

el arma de tus dedos en mi hambre

Agradecerte las mordidas al cabello

esa sombra que me cubre los pulmones

 

Quiero agradecerte por tus ríos

por no abrirme las entrañas

con esa música tuya tan filosa

por esa música tuya de dientes poderosos

esa música silente en que me guardas

 

Voy a darte gracias por cada relámpago

cada almohada envilecida por tu vientre

por cada espino en que cubriste mi osamenta

Déjame rendirme a tus omóplatos

por no permitir que cuelgue de los árboles

no permitir que el ácido me filtre en la garganta

que la luz me vaya renovando

déjame agradecerte

las gaviotas de mis noches

los cerezos que cantaste

y toda la noche con que cubriste mis hojas secas

mis piedras y la cuenca de mis ojos

 

I

Yo era un vagabundo intelectual e inacabado

el resto era un avispero y tu rostro desleído por la edad

Yo era un escupitajo del error humano

en esta solución impuesta escapaba de tus nervios

                              Bajo el icono reflejante

eras la lengua y la dulzura de un asesinato

 

No te recuerdo y has estado pergamino y látex

No te imploro más que en la memoria y la dejadez tirana

en los rieles de la mente donde te has volcado

 

Vas caminando como un muerto y eres la Muerte

¿Qué me queda de la voz si ya no tengo cuerpo en alabanza?

 

Dejé de sentir la humanidad y miré tu rostro entre las máscaras

tus uñas negras y el golpe enramado en los tobillos

 

Eras el torbellino de palabras que se fingió cascada

río místico con las raíces expuestas

ala rota

abrigo para la miseria de mis párpados

 

¿Qué nos deja la noche sino un poco de sangría

la última copa reluciente las maletas y tus libros maltratados?

Otros dedos delineaban las manchas

y tú saltabas la cuerda mientras yo me corregía góndola

 

Acá estoy esperando por los cuervos de tus noches

Dame la victoria de este remolino a que me avientas

Era tu mano el arpa en que sostenía mi cordura

En el ritmo del diamante guardamos nuestro aire enrarecido

Con su brillo hemos rescatado los paisajes oscuros

 

Fuimos tarde amarga carretera abierta novenario inacabado

Nos llovimos

Una y otra vez nos olvidamos en el borde de la cama

Ignorándonos     reticentes al veneno que encerraba nuestra lengua

Nos dimos la voz y te sangró la boca

Nos dimos golpes y el grito se nos volvió aletazo

 

No me abarcas  (pensaba)     y te revolvías en los cobertores

No me daba cuenta que tus noches eran arpegios de la bestia

                                       Ellos te esperaban

                                      Tú te regalabas en la emoción de un nuevo hallazgo

 

 

 

II

Y esa chica, esa adoles­cente, era la que lo arrastraba

ahora con una determina­ción diabólica.

Mempo Giardinelli

¿Buscarte?         Todos te buscan

¿quién te encontrará en el resorte de las camas?

¿o eres tú buscándolos?

¿Para qué otros rostros         para qué otros nombres?

¿Mi orgasmo no te basta?

¿Te bastará la ruina de mi carne

mi garganta lumínica y la estrella de mi párpado?

La luz no se cuece entre las líneas

hace falta la hoja en blanco

dictarte en el amanecer:

Brazo de roble

Tórax de plumas                                  Piernas de sílice

Todo compenetrándose

en tu ser ameba inexpandible

Tanta furia

Tanta fiera                                      Todo en la quijada

Desarraigándose         desarraigada

 

 

 

III

No os dejéis seducir: no hay retorno alguno.

Bertolt Brecht

Mienten tus líneas de ya no ser crisálida

tarántula eclipsada y soberana ardiente de polillas

miente la voluntad de tu escapar sobre mi cuerpo

el abarcarse exacto dentro de la fruta

¿Acaso no te diste cuenta del grillete que sembrabas?

¿Que mi costilla no pudo más con el implemento de tu diente?

 

¿No te dabas cuenta     bruja

que ya no podía respirar en tu luminiscencia?

¿ala rota

no te diste cuenta?

¿incólume                no te abarca mi garganta?

A pesar de escarbar a contra voz o en contrabando

me he definido soluble a tu lagrimear incandescente

 

 

 

IV

Acá me tienes imprimiendo las voces

Acá      sentado y con la noche sin salida

Eres uña   un pantano   tan sólo una manzana que no quiere caer

Y yo en el árbol con mi cara de mono   no te llamo más mi negra

Acá me tienes    fugitiva    Dime que no eres eterna

que no me lates en las venas y que nunca me has plantado un beso en la nuca

dime que no eres el diamante en que corregí las noches

que tus manos no están rotas de tanto masturbarte

 

Dime si la noche nos puso su entrepierna solícita

que no hay olvido ni quimera subsecuente

que no hay pasión serpiente ni mano abismal

que no hay polución ni pantalones raídos

que no fueron tus calzones ni tus pechos de estrías

que no fueron tus cabellos empolvados ni tus rodillas cicatriz

que no fueron tus dientes amarillos ni tus axilas vulnerables

que no fueron tus vellos púbicos ni tus labios vaginales de sulfuro

que no fueron tus orejas     tus ojeras de libros

que no fueron tus blusas ni la ropa hindú que tanto te gusta

que no fue el café ni las madrugadas de tu voz  hiriente

que no fue la lluvia de tus senos ni tu caminar ensimismada

dime que no fuiste tú           pantera blanca

dime que no has sido tú la que se doblegó por otras jaurías

que no fuiste tú la lengua ennegrecida

que no fuiste tú quimera insana

insoluta

tú con mi clamoreo

con mi violencia de labios

y mi ácida conciencia que siempre se endurece

dame el puño amargo

dame la uña

látigo y rasgadura

Nace de nuevo en mí purificante puta

 

 

 

V

Aún abierto me voy como una pluma al aire

y no me responden las piernas en la noche cabra

ni la indómita caricia porque no me perteneces

¿me perteneces?

¿me has pertenecido con tu constante búsqueda de nuevas voces?

¿de nuevas caricias que te adulen la idolatría reflejada?

¿de tiempos negros en que te sacias de semen y vida nueva?

¿de labios y manos rotas?

¿de plumas y huecos áridos?

¿qué quieres de mí?           ¿a qué has venido?

Si ya no me tientan tus muslos ni tu cabellera

Porque estoy roto por dentro

roto como la concha que ya no se describe

y no da vueltas en sí misma como espiral de la amargura

Es la herida un picotazo en los pulmones del cáncer

Yo soy un vagabundo intelectual e inacabado

 

 

 

VI

Me has acabado la calma

y mi destino es un aeroplano y un cuarto de dos por dos metros en Coyoacán

para poder dolerme

para poder traerte hasta el vidrio o tirarte la puerta

caminar las librerías

beber café sin esperar por las meseras

o cruzar las avenidas sin soltarnos las manos

saltar de charco en charco hasta el último edificio

trepar las azoteas para mirarnos el rostro bajo la neblina

resquebrajar los sueños y compromisos de sudor y sábanas limpias

ya no a las hijas de ambos

su esperarlas en el borde de esta ciudad aborrecible

no más tiempos de Metros y besos largos

tú, sentada en mis rodillas robándome el aliento en luces parpadeantes

No más caminar las estaciones y sentir la lluvia en las chamarras

atascar las librerías y reírnos del café y malos lectores

Todo te pareció pequeño   poco   inmerecido

ni saltar la ropa y esconder los condones en las páginas

ni jugar en la oreja del conocimiento:

hay un verso colgado en la cornisa

un verso libre de aeroplanos y ruedas de la fortuna

un verso delirante por la sobredosis y la garra del humo

No puedo más con tu ignorancia de mis días

con tu negación de mis días de plomo

porque estoy acabado bordeable soluble

inactivo en la voz que se doblega

 

 

VII

¿Qué cosa es la nube que me llena el estómago de ardillas insaciables?

¿qué me costra los labios y me arde las tardes llenas de sulfuro?

¿qué me llama al silencio para observarte beber vino blanco?

Derrámalo todo

derrama todo lo que ha sido una espera o un grado de equilibrio insano

Ha sido no ha sido asido a tus límites infames

ya no queda culpa ni voces sobre el aletazo

ya no puede la culpa servirnos de campana

ni voltear las noches de cabeza entre los edificios

No nos llamaremos mas como en las páginas del Génesis

no podremos bautizarnos en el agua del silencio ni en la carne

fumaremos a escondidas desde los balcones

o nos haremos uno junto con la página en blanco

ya nada nos queda al enredarnos la lengua sobre la ceniza

Qué te pasa mujer que así desgarras mis ropas

qué te ha pasado que no encuentras tus rodilleras en mi cama

 

 

 

VIII

Allá es tu vida sobre esa noche que quisiste herirme

que quisiste conquistar la violencia de ya no pertenecerme

he quedado         gordo y flácido             borroso

en el espejo de la decrepitud donde me instalaste

a rumiar el tiempo        a escoger el viento mejor

que ya no me victime

: No habrá más pergaminos que respalden tus miradas

  no habrá profecías en dónde reclamar la Nada

 

 

 

IX

Déjame aullar sobre mi cuerpo

que baje a las alcantarillas para arrodillarme ante la victoria de tu vida

que baje al inframundo en que me reconozco

ansioso por los lobos que sangran en mis muslos

déjame enredarme el opio dentro de las vértebras

que me sirva esta luz que se lo come todo

que me sirva esta navaja que anida entre mis venas

para rasgar el rostro de saberme tuyo hasta el huesito

Todo me dimite al abandono y me deshago música

párpado y terroso laberinto

de ese fauno que soy que he sido admonitoriamente

encorvado como el arcoíris que doblega

como el arpa silenciosa de los edificios

con temor a caer sobre los automóviles

ahí va mi cuerpo volando en libertad

 

 

 

X

¿Quién ha ganado en nosotros?

El intelecto                 –la rémora del sol sobre los rostros

El sabor prohibido     –el maldito nihilismo

El amarillarnos          –el dolor de espalda

El rencor invicto        –el paraguas de la caricia y la calamidad

El poder de la honra   –la sujeción de estratos en que nos dividimos

Yo que siempre pierdo y me ahogo en multitudes

entrego mi derrota y soy poderoso e irrenovable

como una voz diminuta injertada en los oídos

me corro sobre las pieles lustrosas

El aeroplano                 –la cabeza de la hidra

El remolino de sudor    –la noche ya sin brazos

o el retorno de la voz sobre cada paso en que nos alejamos.

 

 

 

XI

No me dilates

No me dispares al epicentro de tus espinas y cardos lunares parricidas espermáticos

nos hemos vuelto coráceos

como las calles de estrellas que diluyen

se filtran las nubes y los remolinos rendidos a la noche

el silencio y su neón sobre cada cuerpo desgarrado

sobre cada piedra que se percibe intacta

 

 

 

XII

Que no ves que te he acercado las mareas

que la arena no me basta para poder plantar mi huella en tu búsqueda

no lo notas no lo alcanzas a dibujar en cada arremetida de cabras a tu costado

he aquí las margaritas que siempre tengo dispuestas junto a la ventana

un poco de miel un poco de agua serán todas las abejas

las que promulgarán sus intemperies

donde no hemos vuelto a equinocciarnos por que no hay motivo

nada más que tus cejas duras y maquinistas del tiempo donde me guardo los lobos

tus cuartos amplios donde me recibes

y el beso tan delgado y húmedo en que palidezco

 

 

 

XII

Qué me has dado sino el más puro dolor

purificado y rectilíneo   retardado y trovador de lunas

porque siempre ha sido robarnos el tiempo y la caricia

ha sido desecarnos junto al ventilador

observando el odio creciendo rojo en la pupila

 

Nos gusta el dolor

(somos así: cuarzo y machete desgastado)

y crece la angustia de perdernos para siempre entre los autobuses

entre las manos de otro(a)s   paso por paso

(somos así: lágrimas y golpes en el rostro)

garra por garra labio por labio soberbios e invencibles

de tu piel a mi piel           cuelgan los orgasmos.

 

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