Editorial
Muchos siglos anteriores han transcurrido con luchas internas por el poder, enfrentamientos civiles armados, violencia por ambiciones territoriales de grandes países o imperios –ahora históricamente fracasados, o con actuales vestuarios democráticos en lo político, aunque claramente económicos en lo financiero y político. En la actualidad aún se presentan.
La antigua preponderancia basada en las armas convencionales ha sido relegada al pasado, reemplazados por nuevas tecnologías.
Las armas modernas cuentan ahora con capacidad para acabar con toda la vida humana y animal en nuestro planeta. Obran ahora como armas disuasivas ante la posible activación del botón que traería el cataclismo final de la humanidad.
La fisión del átomo mostró su valor estratégico desde los días finales de la II Guerra Mundial, cuando terribles explosiones nucleares acabaron en segundos con decenas de miles de vidas en las islas de Hiroshima y Nagasaki, poblaciones pequeñas de Japón.
A partir de ahí, el hongo nuclear mostró su imagen en todos los medios informativos, las páginas de la prensa mundial de entonces y los nacientes medios televisivos de la época.
La humanidad dio un paso equivocado, a juzgar por los resultados en número de muertos civiles, así como de cuerpos dañados físicamente, sufriendo en vida intensos dolores no mitigables que algún tiempo después culminaron con otras decenas de miles de fallecidos y de grandes núcleos poblacionales afectados.
En esa tragedia un imperio fue vencido, mas otro surgió y se ha fortalecido.
Los arsenales preservan ahora misiles, bombas de racimo, armas con tecnología láser y muchas más, cuidadosamente guardadas en silos subterráneos o lugares estratégicos protegidos.
Los intereses de los países poderosos amenazan al mundo.
Las preguntas o cuestionamientos asoman: ¿Han perdido el rumbo de la convivencia en la paz las nuevas potencias y la humanidad presente? ¿Continúan prevaleciendo los intereses de los grandes conglomerados que influyen en las decisiones militares, tecnológicas y económicas?
Bien vale la pena meditar en ello.