Editorial
Alevosía y Muerte
Señalar las deficiencias, errores y fallas de la sociedad es labor de los editorialistas, quienes lo mismo en el sentido macro, como en el micro, deben cumplir con la tarea de exponer ángulos remarcables de la vida comunitaria, no como una simple función desfacedora de entuertos, sino para invitar a la reflexión, a mirar nuestra imagen colectiva en el espejo social, observarla y expresar reflexiones o consejos acerca de su apariencia.
En veces como esta, la imagen de los hechos consumados, tristes y penosos, que nos trasmite el espejo social es de sangre, violencia, dolor e injusticia.
El asesinato de una madre yucateca ante sus hijos, por asesinos contratados, ha conmocionado a la opinión pública. Hechos como ese no son, ni deben ser aceptables jamás.
Si algo así ocurrió, deben realizarse investigaciones a fondo, analizar los prolegómenos, los hechos y su evolución, la perfidia semioculta, la omisión de acciones que bien pudieron imposibilitar tal hecho sangriento que nos deja resabios de injusticias acumuladas por un largo período, desatenciones, carencia de decisiones ejecutivas oportunas en tiempo y forma.
La pasividad en este caso podría tipificarse como tolerancia, complicidad, relación con intereses políticos y, si es que así ocurrió, es como debe reflejarse en el terreno procesal.
Una madre sacrificada demanda, desde su sepulcro, protección y respaldo total de nuestra sociedad para sus hijos, víctimas inocentes de los sucesos.