Crónicas Mundialistas
Suiza, uno de los pocos países europeos que no sufría los efectos económicos de la post guerra, fue elegido para organizar la quinta Copa del Mundo en 1954. En dicho país se encontraba la sede central de la FIFA que cumplía medio siglo de vida y como regalo se daban la organización.
Los cabezas de serie designados fueron: Brasil, Italia, Uruguay, Hungría, Inglaterra, Austria, Francia y Turquía. Hungría con el liderazgo de Fernec Puskas, inició el torneo con sendas goleadas: 9-0 a Corea y 8-3 a Alemania. Por su parte Brasil logró un fácil triunfo de 5-0 sobre México, pero apenas pudo empatar a uno con Yugoslavia. En el Grupo 3 Uruguay defendía su campeonato con sendas victorias sobre Checoslovaquia (2-0) y Escocia (7-0).
En cuartos de final Alemania, Austria y Uruguay salieron triunfantes de sus partidos ante Yugoslavia, Suiza e Inglaterra, respectivamente. Brasil y Hungría escenificaron la que fue llamada como “Batalla de Berna” donde los europeos vencieron en el fútbol (4-2) y en los puños a los cariocas.
Ya en semifinales Alemania derrotó 6-1 a Austria, y con ello lograba su primer acceso a una gran final. El campeón defensor Uruguay llegó a la semifinal que perdió ante Hungría 4-2, en un juego que fue calificado por la prensa como “el más bello espectáculo futbolístico de todos los tiempos”.
La gran final de la Copa enfrentó a los húngaros contra los alemanes en un segundo duelo muy esperado, ya que Alemania, con siete suplentes, fue goleado 8-3 por Hungría en el primer enfrentamiento.
El partido se jugó el 4 de julio. Hungría se fue al frente 2-0, pero terminó empatado en su primer lapso. La intensidad de las acciones creció al máximo cuando los húngaros estrellaron un tiro al poste. Sin embargo, a seis minutos del final, Rahn anotó el gol del triunfo teutón. Alemania logró así, a sangre y fuego, su primer título de campeón del mundo.
Suecia contaba con varios factores que la convirtieron en la sede ideal para organizar el Mundial de 1958, el principal que había sido neutral durante la guerra, por lo tanto, no había sufrido consecuencias. Además, contaba con 12 estadios de primer nivel para ser utilizados.
Para este sexto torneo se inscribieron 52 países, pero por problemas raciales y políticos se retiraron más tarde China, Indonesia, Egipto, Sudán y Turquía. Finalmente, participaron doce equipos europeos y cuatro de América. Alemania, Francia, Brasil y Suecia dominaron la competencia y fueron los líderes de sus respectivos grupos.
Los cariocas presentaron el debut de dos jóvenes: Garrincha y Pelé quienes con su juego espectacular brillaron intensamente. Brasil propuso su inigualable juego y obtuvo triunfos sobre Austria (3-0) y la URSS (2-0), además de un empate a cero con la defensiva selección británica, llegando a cuartos de final.
Argentina tuvo una pésima actuación, primero cayendo derrotada contra Alemania (3-1) el 8 de junio, tres días después vencieron a Irlanda del Norte por el mismo marcador, y se despidieron el 15 de junio frente a Checoslovaquia con una catastrófica derrota de 6-1. El goleador del torneo fue el francés Jules Fontaine, quien hizo trece goles en seis partidos, convirtiéndose no solo en el máximo anotador en un torneo de la historia de los Mundiales, sino incluso en el jugador con mayor promedio de gol por partido, con 2.20 por cotejo.
La selección sueca correspondió a las expectativas y se impuso a la URSS 2-0, y Francia hizo lo propio con Irlanda, a quien derrotó 4-0. Alemania, flamante campeón defensor, se midió con Suecia en la semifinal y, por más que luchó, no logró descifrar el sistema enemigo, cayendo por un contundente marcador de 3-1.
En las semifinales se enfrentaron Brasil contra Francia, dos de las mejores selecciones del torneo. Los amazónicos, guiados por el talento de Pelé y Garrincha, dieron una cátedra a los galos y los derrotaron en toda la regla con goleada de 5-2. En el juego por el tercer lugar, Francia, con su cuadro base derrotó 6-3 a Alemania, que utilizó suplentes.
En la gran final, Suecia, cobijada por su público, enfrentó a los magos del balón de Brasil, quienes andaban desbordados, en busca de la gloria. Los locales iniciaron ganando, pero los cariocas respondieron con su juego de fantasía. Brasil ganó 5-2, pero cuando Pelé anotó el último gol a los 88 minutos, en el tablero del estadio no lo anotaron por considerar que fue concretado fuera de término. Tras varios minutos de desconcierto, finalmente el árbitro francés Guigu confirmó el gol.
Con su enorme triunfo, la selección amazónica logró una hazaña formidable, al ganar el campeonato en un continente ajeno para escribir su nombre en letras de oro. Además, iniciaba el reinado de Edson Arantes Do Nascimento, Pelé, el mejor jugador de la historia.
Para cubrir el Mundial Chile 1962, acudieron más de 800 periodistas de casi todo el mundo. Por América participaron seis selecciones y por Europa diez. La prensa italiana había criticado fuertemente la designación de Chile como sede en un artículo titulado “La infinita tristeza de la capital chilena”. Esto propició una reacción de encono contra los corresponsales y la selección italiana durante el partido entre ambos equipos, recordado como “La batalla de Santiago”: los locales agredieron literalmente a los azzurris, contando con la complicidad del árbitro inglés Kenneth Aston.
Una noticia muy triste fue que Pelé, la gran estrella de Brasil, apenas comenzando el Mundial sufrió un desgarro muscular; así que, con el gran astro lesionado, Amarildo debió entrar de suplente, mientras que Garrincha tomó el liderazgo. El entrenador de España, tras haber derrotado a la selección de México, realizó 9 cambios en su alineación para enfrentar a los amazónicos, asegurando que sin Pelé estos eran débiles: “¿Quién es Amarildo?”, se preguntaba. Pues fue el anotador de los dos goles de la victoria 2-1.
Para el 10 de junio, seis representantes del Viejo Continente clasificaron a cuartos de final, por dos de América: Chile y el campeón defensor, Brasil. Por Europa fueron Alemania, la URSS, Hungría, Yugoslavia, Checoslovaquia e Inglaterra.
El 10 de junio, Chile se impuso 2-1 a la URSS, mientras que Alemania cayó 1-0 ante Yugoslavia. Ese mismo día, en el estadio Nacional de Santiago, los checos derrotaron a Hungría por la mínima diferencia. Bajo la guía de Garrincha, Brasil se impuso a Inglaterra 3-1 para acceder a la semifinal contra el cuadro anfitrión.
El 13 de junio en Viña del Mar, la selección checa no tuvo problemas para despachar 3-1 a su similar de Yugoslavia; ese mismo día, en el estadio Nacional, los brasileños derrotaron 4-2 a los locales chilenos, con dos goles de Zito y dos de Mané Garrincha, quien fue la figura del cotejo. Para consuelo de los chilenos, el 16 de julio su selección derrotó a la de Yugoslavia con un gol de Rojas, acreditándose el tercer lugar del torneo.
La gran final se jugó el 17 de julio en el estadio Nacional de Santiago de Chile. Garrincha había sido expulsado en la semifinal, por lo que fue necesaria la presión diplomática del primer ministro brasileño, Tancredo Reyes, quien solicitó a la FIFA el perdón al jugador, logrando que este participara en el partido definitivo.
El juego inició muy parejo y culminó empatado en su primer lapso, con goles de Masoputs (15) y Amarildo (17). Para el segundo tiempo, Garrincha inició su endiablado ataque, eludiendo rivales al por mayor, volviéndose un vendaval que asoló a los checos, hasta lograr el segundo tanto a través de Zito al 69. Al 78, Vavá marcó el tercer y definitivo tanto del cotejo.
Cuando el árbitro ruso Nikolai Latychev silbó el final, la euforia desatada de los sudamericanos contagió a los 68 mil 679 aficionados presentes en el estadio Nacional. Al pie de Los Andes, la selección de Brasil se hizo de su segundo mundial consecutivo, otorgándole a su pueblo una indescriptible felicidad.
RICARDO PAT