Inicio Editorial Ahí están las masacres…

Ahí están las masacres…

7
0

Visitas: 3

Editorial

Uno de los más desafortunados, que tuvo muchos, momentos en su gobierno se dio cuando el entonces presidente López se mofó de una portada del periódico Reforma en la que se daba cuenta del número de asesinatos bajo su gobierno. Con burlona risa, promulgó la frase, carente de empatía y sensibilidad.

Nadie se rio con él en esa ocasión…

La semana pasada, tras los hallazgos en el rancho Izaguirre de Teuchitlán, Jalisco, de restos humanos, prendas, sentidas notas de despedida, documentos de identidad, y de hoyos con restos calcinados de seres humanos, la realidad se ha encargado de demostrar lo que tanto intentó esconder: México es una inmensa fosa.

El hallazgo provino de un grupo de buscadores de víctimas, siendo muchos de sus integrantes familiares de desaparecidos que tratan de encontrar a sus seres queridos a partir de información que les hacen llegar (ante la inopia, negligente y sospechosa labor de las autoridades locales, estatales, federales y hasta de la Guardia Nacional), excavando en locaciones en diferentes estados, siendo Tamaulipas, Sonora, Sinaloa, San Luis Potosí, Veracruz, Jalisco, e incluso el Estado de México, los más recientes e impactantes.

Llama la atención que muchos de sus hallazgos son casi inmediatos, con las víctimas y sus restos casi a ras de tierra, demostrando así la poca importancia que los victimarios dan a cubrir sus crímenes, amparados por malos mexicanos de todos los niveles que han solapado estos asesinatos y desapariciones.

Algunas de las imágenes tomadas en Teuchitlán nos hacen recordar las fotos de miles de prendas y artículos personales de las víctimas del genocidio cometido por los nazis en los campos de exterminio, encontradas en esos lugares. Por ese motivo, y por los restos calcinados de seres humanos, se le ha llamado “campo de exterminio”.

Los relatos de algunos sobrevivientes han confirmado que ese rancho era de “reclutamiento” de uno de los cárteles más violentos en nuestro país; que las víctimas –que acudían al responder a ofertas laborales atractivas– eran secuestradas en las centrales camioneras, trasladadas al rancho Izaguirre, y sometidas tanto a tortura como a una lucha a muerte con los otros secuestrados, en una pervertida competencia donde los sobrevivientes avanzaban a la siguiente etapa de “preparación”.

Ejecuciones, desmembramiento, incineración de cuerpos, los relatos son escalofriantes, demostrando la inexistente humanidad de los cárteles y la urgente necesidad de acabar con ellos.

Pero esa urgencia no existe en los diferentes niveles de gobierno, mucho menos en la Presidencia de México, ni se refleja en indignación colectiva de los mexicanos ante esta nueva muestra de barbarie, entumidos por tanta violencia, cinismo y corrupción.

En el caso del gobierno, hasta cierto punto se entiende su nulo accionar: durante seis años ese personaje –que la Historia ha comenzado a juzgar como se merece– se burló de lo que pasaba, negó la existencia de lugares como Teuchitlán, maniató a las fuerzas federales pidiendo abrazos, no balazos, para estos desquiciados y empoderados criminales, mientras él vivía lejos de la realidad en su Palacio. Luego entonces, cualquier estrategia contraria a la definida por el expresidente demostraría lo equivocado que estaba, y eso es anatema en este paupérrimo émulo de transformación nacional que nos gobierna.

Por un lado, los nuevos testaferros de la prensa y el poder intentan sepultar los hechos, desacreditando las fuentes, cuestionando los hallazgos. Por el otro, los gobiernos no se interesan (por incapacidad, por contubernio, por las razones que sean) por ofrecer a sus gobernados seguridad y tranquilidad, ni ayudan a aquellos que están haciendo su trabajo de localizar a tantos desaparecidos; antes bien, ofrecen sus “otros datos” para minimizar lo que es a todas luces evidente.

Mientras todo esto sucede, los mexicanos seguimos tolerando la inacción y la violencia.

Mientras todo esto sucede, sin solución en el horizonte, las madres y organismos buscadores de víctimas continuarán con sus esfuerzos, poniendo en riesgo sus vidas, intentando localizar y dar sepultura a sus deudos, mientras encuentran a los de otros.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.