RODOLFO DE LA FUENTE ESCALONA*
«Todas las tardes se sentaba junto al castaño, predicando en latín, pero José Arcadio Buendía se empecinó en no admitir vericuetos retóricos ni transmutaciones de chocolate, y exigió como única prueba el daguerrotipo de Dios. El padre Nicanor le llevó entonces medallas y estampitas y hasta una reproducción del paño de la Verónica, pero José Arcadio Buendía los rechazó por ser objetos artesanales sin fundamento científico.» – Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.
Cuando José Arcadio Buendía se empecinó en que solo un daguerrotipo, una foto personal de Dios, pudiera convencerlo de que Dios existía, solo daba muestras, en su locura fatigada de tanto mundo, de una racionalidad deslumbrante. Y es que la fotografía, si no es la realidad tangible, es lo más aproximado a ella que podemos tener como constancia de verosimilitud.
Dicen que una foto vale más, en materia semántica, que mil palabras, y es cierto, porque las palabras o los sonidos que pueden asociarse a ellas para pasar de poema a canción no pueden recoger cierta parte del alma que solo la fotografía puede revelar, como un rollo en cuarto oscuro que de pronto va haciendo emerger la imagen: primero borrosa, después con total nitidez.
En eso pensaba al volver a mirar con fijeza esta foto que tomó Chinolope hace 36 años, en el Caimán Barbudo, mientras yo revisaba y hacía la corrección de un artículo a publicarse allí. Aunque la foto tiene la espiritualidad, ese ver por dentro y por fuera que solo consigue un gran fotógrafo obseso como el Narra, y pudiera pensarse que estoy observando alelado a una musa desnuda que me llama al tálamo, lo cierto es que solo levanté la cabeza hacia el televisor, donde el Guajiro Ugalde, Marqués, Lichi, Peyi, y el mismo Narra, miraban algo que nunca ha sido de mi interés: un juego de pelota.
Al Chinolope debemos una buena parte de nuestra iconografía básica de los últimos 60 años. Sobre todo aquella que le era incómoda a la oficialidad de aquellos tiempos -que es casi la misma de ahora-, como las fotos de Lezama con Cortázar o con Virgilio Piñeira.
Por cierto, una de las mejores fotos que le tomaron al Che Guevara, si no la mejor, superior incluso en algunos aspectos a la antológica de Korda, en mi opinión, en cuanto a contexto y mensaje visual, es una de las que la tomó el Narra.
Se tomó el trabajo mi amigo Chinolope de tomarme la foto, revelarla y dármela de regalo, a mis 28 años, hace ya 36 años atrás…
*Rodolfo de la Fuente Escalona, poeta galardonado por “Casa de las Américas” de Cuba, autor de “Bambuquito” para el Segundo Festival Internacional México-Colombia, ha visitado en tres ocasiones México. Fuimos mantenedores poéticos en Ciudad de México, Mérida, Ginebra y Boyacá, en Colombia. Cantante, compositor, músico y ahora fotógrafo profesional en La Florida, Estados Unidos, y ahora colaborador para Diario del Sureste. AHGA.