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A propósito de la Constitución Política

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En la Constitución Política de 1917, que todavía celebramos, es donde se asentaron principios básicos de anhelos legítimos de la Revolución Mexicana. En 1961, el historiador y economista Daniel Cosío Villegas decía que los revolucionarios mexicanos trataron de definir sus metas formalmente por primera vez al redactarse nuestra constitución. Nos recrea en los acontecimientos que siempre han surgido a la hora de hacer definiciones sobre el destino de México.

Así es como vemos que el grupo encabezado por Venustiano Carranza, el más poderoso en aquel momento, deseaba que la nueva constitución fuera simplemente una revisión de la promulgada en 1857. Incluso, ya promulgada la nueva, el propio presidente Carranza hizo propuestas para reformar el artículo tercero. Los vencedores de la lucha armada hasta la hora de la Convención de Querétaro no contaban con que el ánimo de las fuerzas populares estaba más allá de una mera acomodación de términos. Es así como un pequeño grupo de constituyentes se propuso luchar por algo nuevo, alcanzando sus mayores logros en la aprobación de los artículos 3º, 27, 123 y 130.

Mucho de positivo trajo consigo el movimiento armado que se inició en 1910 y la Constitución promulgada en 1917. Respecto al primero, ya desde 1947 y durante los años que siguieron, el propio Cosío Villegas, el también economista, estudioso de las cuestiones agrarias y del petróleo, Don Jesús Silva Herzog, y otros, hicieron severas críticas a los derroteros que estaba siguiendo la Revolución, dando entrada a la iniciativa privada nacional y extranjera en los negocios que en años previos estaban reservados al Estado, y también en cuanto a que muchos de los políticos habían tomado los puestos para enriquecerse. ¿Qué dirían ahora de corruptos exculpados, dueños de fortunas, que se presentan a un evento como invitados especiales en un automóvil que parece de la película viaje a las estrellas? Especialmente ahora que la pobreza va en aumento.

En lo que corresponde a la Carta Magna se han omitido sus prescripciones cuando se trata de darle manga ancha a empresarios de aquí y de allá, o cuando deciden ocultar algo; pero se exige su aplicación si grupos opositores protestan por medidas incongruentes de los gobiernos con aquello que debe hacerse de acuerdo al sentido común, o a los principios establecidos en las leyes o a las necesidades de las comunidades o a lo que es objetivo como desarrollo histórico, o a los abusos, o a muchas otras cosas. En estos casos se declara que “hay que aplicar la ley”, esa ley que todo el tiempo se ha hecho a un lado, por ejemplo, en relación a tanta corrupción en PEMEX a lo largo de los años con gobiernos de diferentes colores.

Precisamente desde fines de los años 40 y principios de los 50 del siglo anterior, Vicente Lombardo Toledano ya hablaba de la necesidad de una nueva revolución. Decía: “será (una revolución) de formas pacíficas, de organización empeñosa y diaria de la clase obrera, de los campesinos, de la clase media y de los industriales patriotas”. Es lo que, en otras palabras, están planteando en este 2015 diversos actores y organizaciones de la sociedad civil: una “refundación de México” a través de un nuevo constituyente “emanado de los ciudadanos”.

Celebremos este mes de efemérides con fechas cambiadas –el día 2 se celebró el 5 de febrero- en un intento de borrar la historia.

ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA

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