José Juan Cervera
Las expresiones de arraigo local son innumerables, y varían de acuerdo con su grado de complejidad y con la secuencia de sus propósitos. El sentido de pertenencia que evocan puede manifestarse en acciones cotidianas y reiterativas, o en la organización sistemática de conocimientos que atañen al suelo compartido; en el segundo caso, éste cristaliza en productos que se palpan con orgullo y que tejen lazos más firmes con la propia comunidad, al tiempo que puede atraer el interés de quienes nacieron fuera de ella.
De este modo han surgido monografías que describen las características físicas de varios municipios yucatecos, generalmente con una selección de acontecimientos históricos que ayudan a comprender mejor sus cambios sociales. Sus autores son, en su mayoría, los cronistas oficiales de cada lugar, muchos de los cuales se formaron profesionalmente como maestros. Estas condiciones se observan también en el libro Maxcanú en la historia. Prehispánico, colonial, independiente, del profesor Janitzio E. Durán Castillo, editado en 2008.
Si bien todas las poblaciones pueden mostrar rasgos singulares que las hacen dignas de estudio y atención, muchas de las particularidades que convergen en Maxcanú le confieren un atractivo especial. Así lo es, por ejemplo, su correspondencia geofísica con el Meridiano Noventa, cuadrante que lo hace destacar incluso fuera del territorio nacional. Su cercanía con la zona arqueológica de Oxkintok aporta otro elemento significativo, de tal forma que esta antigua ciudad maya se constituyó en objeto de investigación de un grupo de arqueólogos españoles que exploraron sus vestigios entre los años 1986 y 1991, de cuyos respectivos informes se intercalan algunos extractos en dicho trabajo monográfico.
La calidad de las fuentes que apoyan el contenido de esta obra se extiende a los escritos de Ralph Roys, la Crónica de Calkiní, las Relaciones histórico-geográficas de Yucatán, Diego López de Cogolludo, John L. Stephens, Nelson Reed y otros más a los que se añade una publicación periódica de circulación local denominada Meridiano Noventa en la que el autor, junto con parientes suyos y otros colaboradores, llevó a los habitantes de la comunidad noticias diversas e información histórica durante 1974 y 1975. La tradición oral concurre como otro recurso muy útil en el proceso de realización del libro, como puede verse en el capítulo que se dedica a exponer las actividades relacionadas con el cultivo de la jícama.
La villa que da nombre al municipio concentra tal importancia que durante los tiempos del dominio español fue centro evangelizador en la región: en el curso del siglo XIX, por su ubicación estratégica, representó un punto decisivo de las operaciones militares desplegadas para hacer frente a los constantes levantamientos que ensangrentaron el campo yucateco en ese entonces. Su historia está ligada también con la creación del vecino estado de Campeche, de modo que en Maxcanú y Halachó fueron suscritas sendas actas que respaldaron la voluntad de varios de sus moradores al reconocer a las autoridades de la naciente entidad federativa en 1858.
Esta obra del maestro Janitzio Durán contiene también una larga lista de personajes oriundos de Maxcanú con los datos biográficos correspondientes, entre los que menciona inicialmente al escritor Santiago Burgos Brito y al lingüista Alfredo Barrera Vásquez. La sección que refiere el movimiento artístico y cultural de la villa es igualmente notable porque consigna la aparición y el desarrollo de asociaciones civiles de esa índole que, como el Cuadro Cultural Bohemios y el Club Montessori, marcaron una tendencia que impulsó la vida comunitaria de muchos municipios peninsulares en el siglo XX.
Es así como esta población situada en el antiguo Camino Real a Campeche ofrece una promisoria veta de investigación para comprender los antecedentes y las perspectivas de una sociedad de riquezas tan variadas que no siempre se aprecian en su justa medida.