Editorial
El actual presidente ha dicho a los cuatro vientos que se irá a La Chingada, que así se llama su rancho en Palenque, que se retirará de la política (lo cual dudamos) y que se dedicará a escribir libros (que también dudamos si no es por interpósito escritor fantasma).
Mientras el presidente se regodea en los logros de su sexenio, emprendiendo una gira para verificar el estado del sistema de salud “mejor que el de Dinamarca” que ha logrado se establezca (es un decir) en las instalaciones de salud pública, la implacable realidad, la que se basa en datos duros y no en bateas de palabras desde su púlpito sustentadas en sus otros datos, es otra.
El tabasqueño le hereda a su reemplazo:
- un sistema de salud colapsado –muy lejano al de Dinamarca– en el que la ausencia de medicamentos, instalaciones sin adecuado mantenimiento (¡hasta en los elevadores!), padecimientos que se pensaban erradicados (como el sarampión) han retornado, y empleo para médicos extranjeros abunda, mas no para los médicos mexicanos;
- un tufo a corrupción rampante, consecuencia de un impresionante robo a las arcas (escondido bajo candados leguleyos que impiden ver el ejercicio presupuestal al menos cinco años por “seguridad nacional”) que supera por mucho el de por sí escandaloso robo de la administración de Peña Nieto;
- un crecimiento paupérrimo en la economía del país, el más pobre en décadas, que afecta a empresas, empresarios y empleados;
- una deuda de billones (millones de millones) de pesos, mucho mayor a la que recibió;
- una muy dolorosa pérdida del valor adquisitivo de nuestra moneda, a pesar de su fortaleza ante el dólar y de aumentos al salario mínimo nunca antes vistos, que se refleja en más gasto por cada vez menos cosas cuando se hacen compras;
- un incremento en la militarización increíble, no en defensa de la nación ante los embates de los malhechores, sino en obras de construcción, en administración de instituciones como Aduanas, en labores que no son castrenses;
- una mortalidad histórica para un sexenio, fruto de la apapachadora política de ofrecer a los criminales abrazos, no balazos, estrategia que ha resultado en una escalada de cobros de piso, narcotráfico, impunidad, asaltos, robos a transportistas y a automovilistas por las carreteras del país, muertes de inocentes, feminicidios…
Hará bien el presidente en irse a La Chingada; algunos de nosotros lo enviamos mentalmente allí desde hace tiempo, horrorizados por su desfachatez, ignorancia y ausencia de empatía. Ojalá viva en paz (lo dudamos).
Dentro de diez días elegiremos a quien dirigirá nuestro destino como nación durante los siguientes seis años.
La gran incógnita es a quién elegiremos: a la ungida por el presidente –que se ha encargado de confirmar que no modificará nada de la estrategia con resultados mencionados en párrafos anteriores–, o a la candidata que abandera el cambio.
Elijamos a quien nos una y nos haga crecer como país, como ciudadanos, como personas.
Nos merecemos algo mejor, sin duda, pero debemos elegir adecuadamente.
Sorprende la gran capacidad del editorialista para especular y desorientar a algunos lectores despistados.
Calumnias y mas y mas, sin prueba alguna.
Cuando desde lejos se escribe no se percibe la realidad de la presencia.
Temerarios cargos que impresionan a los ingenuos.